El derecho a la educaci¨®n
En la nueva configuraci¨®n de la sociedad espa?ola, como consecuencia de la implantaci¨®n de un r¨¦gimen democr¨¢tico, la transformaci¨®n o reforma del sistema educativo ser¨¢ uno de los problemas fundamentales que habr¨¢n de ser sometidos a un amplio debate nacional. Una doble exigencia lo impone: la muy grave crisis que atraviesa nuestra educaci¨®n y el af¨¢n de toda nueva sociedad de que sus ideales y aspiraciones se reflejen en la orientaci¨®n y acci¨®n de sus instituciones educativas.Que el sistema educativo cruje por todas partes es algo que se puede apreciar con la mera atenci¨®n a las noticias que difunden cada d¨ªa los medios de informaci¨®n. Desde la escuela de p¨¢rvulos a la universidad las necesidades no atendidas de manera satisfactoria son numerosas y diversas; por otra parte, las familias, los alumnos, el profesorado y la sociedad en general, manifiestan un descontento profundo que se refleja en una conflictividad y en tensiones constantes, ant¨ªtesis del clima de serenidad y de la continuidad que demanda toda acci¨®n educativa eficaz.
Una primera y somera reflexi¨®n sobre algunos de los principales problemas que tiene planteados nuestro sistema educativo puede intentarse agrup¨¢ndolos en torno a tres indicadores que son a la vez objetivos de un sistema progresista y justo en materia social y educativa: el derecho a la educaci¨®n; el rendimiento eficaz del sistema educativo y la educaci¨®n para la convivencia y comprensi¨®n mutua .Es obvio que el estudio en profundidad de esos temas exige un espacio considerable por el n¨²mero y complejidad de los problemas que cada uno lleva impl¨ªcitos. La pretensi¨®n es aqu¨ª mucho m¨¢s modesta limit¨¢ndose a un bosquejo su cinto de cuestiones que se ex pondr¨¢n en art¨ªculos sucesivos con la intenci¨®n de que sirvan de punto de partida de una meditaci¨®n m¨¢s detenida del lector.
Un derecho primordial
En toda sociedad democr¨¢tica se parte del principio de que el derecho a la educaci¨®n es un derecho primordial en el conjunto de los derechos humanos ya que el ejer cicio pleno de ¨¦stos lleva consigo la exigencia de un cierto nivel y tipo de formaci¨®n. El coricepto de ese derecho desborda ahora, en los pa¨ªses desarrollados y en muchos que no lo son, la antigua aspiraci¨®n limitada a la obligatoriedad de la ense?anza primaria. Hoy se considera que, adem¨¢s de esa edu caci¨®n b¨¢sica, el sistema educativo debe preparar para una profesi¨®n y asegurar las posibilidades de una educaci¨®n permanente que permi ta completar niveles de formaci¨®n, a quienes no tuvieron oportunidad de hacerlo antes, y ofrezca las facilidades necesarias para el perfec cionamiento en el ejercicio en cualquier funci¨®n o las readapta ciones profesionales. que la evolu ci¨®n de la ciencia y de la t¨¦cnica hacen indispensables.
El derecho a la educaci¨®n, as¨ª concebido, lleva aparejado el principio de la igualdad de oportunidades, objetivo ¨¦ste que debe tender a proporcionar a todos an¨¢logas posibilidades no s¨®lo de acceso a los estudios, sino de ¨¦xito en ¨¦stos, como base y factor poderoso de movilidad social y de equiparaci¨®n de los individuos para alcanzar las distintas posiciones sociales. Estas aspiraciones no se logran con la mera concesi¨®n de un cierton¨²mero de becas para estudios medios y superiores, aunque no sea desde?able, ni mucho menos, la contribuci¨®n que a ellas prestan.
El problema es mucho m¨¢s profundo porque los factores que se oponen al logro de una aut¨¦ntica igualdad de oportunidades son de ¨ªndole muy diversa: la estructura econ¨®mica y social del pa¨ªs, el nivel socio-cultural del hogar y del medio en el que vive el ni?o y las diferencias individuales de capacidad y aptitud para el estudio, entre otros condicionamientos muy importantes, fuera.del alcance del sistema educativo muchos de ellos. Lo que ¨¦ste puede hacer es, no obstante, de gran efectividad a trav¨¦s, especialmente de una educaci¨®n personalizada, de una educaci¨®n compensatoria de determinadas lagunas e insuficiencias y de urios servicios de orientaci¨®n personal, escolar y vocacional pr¨¢cticamente inexistentes en nuestro pa¨ªs.
Un r¨¢pido examen de ciertos datos y caracter¨ªsticas de nuestro sistema educativo permite llegar a algunas conclusiones sobre su eficacia en relaci¨®n con el acceso a la educaci¨®n y consecuentemente su contribuci¨®n a la movilidad social.
Preescolar
La educaci¨®n preescolar atiende solamente al 36% del grupo de edad correspond lente a ese ciclo educativo, es decir, de los dos a los cinco a?os. Es sabido que los primeros a?os de la vida tienen una importancia capital para el desarrollo intelectual y. de la personalidad del ni?o y de ah¨ª la creciente atenci¨®n que se dedica en muchos pa¨ªses a ¨¦se nivel educativo. La discriminaci¨®n que sufre en ese orden tan elevado porcentaje de la ni?ez de nuestro pa¨ªs motiva en ¨¦stos una manifiesta inferioridad de condiciones, de dif¨ªcil compensaci¨®n despu¨¦s, al iniciar la educaci¨®n general b¨¢sica, con respecto a los que se benefician de la educaci¨®n preescolar. A ello se agrega el hecho de que la mayor parte de los alumnos de educaci¨®n preescolar lo son de centros privados y pertenecen, en general, a las clases sociales comparativamente m¨¢s pudientes. Esto significa que muchos de los ni?os m¨¢s necesitados de la acci¨®n compensatoria de la escuela, por proceder de hogares donde la escasez de medios suele ir unida a un nivel cultural pobre, se ven privados de ella.
Educaci¨®n general b¨¢sica
La escolarizaci¨®n de la poblaci¨®n del grupo de edad correspondiente a la educaci¨®n general b¨¢sica (6 a 13 a?os) es pr¨¢cticamente total, seg¨²n las estad¨ªsticas oficiales. Sin embargo, las condiciones en que se desarrolla la ense?anza en determinados centros y lugares del pa¨ªs -doble turno, locales sin los necesarios requisitos higi¨¦nico-pedag¨®gicos, relaci¨®n n¨²merica excesiva de alumnos por profesor- hacen pensar que en esos casos se ha resuelto, en mejor o peor forma, el problema de albergue de los alumnos, pero en circunstancias nada propicias para una labor educativa eficaz. En esa situaci¨®n se encuentra cerca de un mill¨®n de ni?os, es decir, alrededor de la sexta parte de los alumnos inscritos en centros de educaci¨®n general b¨¢sica. Es muy expresivo a ese respecto el hecho de que hay unas 8.000 clases que cuentan entre cuarenta y cincuenta alumnos y m¨¢s de 2.500 aulas en las que se rebasa la cifra el cincuenta alumnos por profesor. Otro tema candente, relacionado estrechamente con la educaci¨®n general b¨¢sica, es el de la gratuidad y la pol¨ªtica de subvenciones a la ense?anza privada, pero esa es cuesti¨®n que merece a art¨ªculo aparte.
Evoluci¨®n
En el tr¨¢nsito de la educaci¨®n general b¨¢sica a los niveles educativos que siguen se plantea otro problema importante en relaci¨®n con la igualdad de oportunidades: los alumnos que obtienen el t¨ªtulo de graduado escolar pueden optar entre los estudios de bachillerato o los de la formaci¨®n profesional de primer grado; los que no superan las pruebas para la consecuci¨®n de dicho t¨ªtulo han de seguir, forzosamente, los de formaci¨®n profesional. En buena parte se decide en ese momento el futuro profesional del alumno, aun teniendo en cuenta las posibilidades que ofrecen los planes de estudios de formaci¨®n profesional de una eventual reincorporaci¨®n a estudios de otra ¨ªndole. Sin negar que el camino de la formaci¨®n profesional es tan honroso y necesario como el que m¨¢s, es evidente que a la edad en que se produce la decisi¨®n de seguirlo es prematura, aunque supo ne un progreso importante en relaci¨®n con la situaci¨®n existente anterior a la Ley General de Educaci¨®n de 1970, cuando esa opci¨®n s planteaba a los diez a?os de edad.
Se estima, por los Servicios de Estad¨ªstica del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia, que el 44% del grupo de edad correspondiente al bachillerato y al COU est¨¢n cursando esos estudios. Ese porcentaje es inferior al de la casi totalidad de los pa¨ªses de la OCDE que ya en 1965 superaban el 80% en algunos casos (Estados Unidos y Jap¨®n), estaban cerca del 80% los Pa¨ªses Bajos y Canad¨¢ y quedaban en el grupo inferior Grecia, Espa?a, Portugal y Turqu¨ªa. El acceso al bachillerato seg¨²n la categor¨ªa socio-profesional de los padres muestra un predominio importante de las clases sociales m¨¢s altas. A trav¨¦s de los datos del Censo de 1970 se, observa que los hijos de personas pertenecientes a los cuadros superiores y profesiones liberales (3,3% de la poblaci¨®n activa) representaban el 14,90% del bachillerato superior, entonces vigente, mientras que los hijos de obreros calificados (30,7% de la poblaci¨®n activa) representaban el 15,2 %y los de jornaleros del campo (10% de la poblaci¨®n activa) el 2%.
Ese predominio de las clases m¨¢s elevadas se acent¨²a en la educaci¨®n superior. Seg¨²n la misma fuente de informaci¨®n antes citada el 31,9% de los estudiantes universitarios proced¨ªan del grupo de cuadros superiores y profesiones liberales, mientras que los hijos de obreros calificados representaban el 7% y el de jornaleros del campo el 0,8%. Comparativamente con los pa¨ªses europeos el n¨²mero de estudiantes universitarios en Espa?a entre los veinte y los veinticuatro a?os nos sit¨²a en los ¨²ltimos lugares como puede apreciarse en el cuadro estad¨ªstico que figura en esta misma p¨¢gina.
Las cifras y porcentajes mencionados muestran, en cierto modo, las posibilidades de acceso a la educaci¨®n de la poblaci¨®n espa?ola, pero no permiten apreciar un aspecto fundamental en relaci¨®n con la igualdad de oportunidades como es el de los alumnos que terminan los estudios con ¨¦xito y su procedencia social. En un pr¨®ximo art¨ªculo sobre aspectos del rendimiento del sistema educativo se tratar¨¢ de profundizar en esa cuesti¨®n, pero ya desde ahora, sobre la base de las cifras y hechos expuestos, se pueden deducir algunas conclusiones.
Desde la m¨¢s temprana edad tienen menores oportunidades educativas quienes proceden de los sectores sociales que m¨¢s las necesitan. El ciclo de educaci¨®n general b¨¢sica que hoy ofrece posibilidades educativas a toda la poblaci¨®n en edad escolar obligatoria ha supuesto un avance importante en relaci¨®n con la situaci¨®n anterior a la ley General de Educaci¨®n, especialmente por la mayor duraci¨®n de la escolaridad obligatoria, pero tiene pendientes de soluci¨®n muchos problemas de orden cuantitativo y de calidad de la ense?anza junto a la muy grave y compleja cuesti¨®n de la gratuidad de la ense?anza. La procedencia socio profesional de los alumnos de centros de bachillerato y de ense?anza superior muestra cuanto queda todav¨ªa por hacer en favor de una mayor equidad y justicia social en ese orden. En fin, la muy d¨¦bil acci¨®n que se desarrolla actualmente en materia de educaci¨®n permanente y la casi nula en orientaci¨®n escolar y vocacional, dificultan considerablemente una acci¨®n amplia y eficaz en materia de igualdad de oportunidades.
Toda pol¨ªtica educativa que se trace para el futuro en favor de una sociedad espa?ola m¨¢s justa deber¨¢, tener en cuenta, entre sus objetivos prioritarios, los del derecho de todos, a la educaci¨®n y el de igualdad de oportunidades, tambi¨¦n para todos. Pero los resultados y posibilidades de esa pol¨ªtica educativa seguir¨ªan siendo limitados de no estar inserta en el contexto de una pol¨ªtica general que tuviera como finalidad la realizaci¨®n de transformaciones sociales muy profundas, en nuestro pa¨ªs.
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