La capataz de un mundo de hombres
Kathryn Bigelow es una mujer extremadamente alta y de anatom¨ªa espl¨¦ndida, rostro atractivo, melena cuidada, curvil¨ªnea, con movimientos sugerentes. Tiene 58 a?os muy cuidados. Si no conocieras su profesi¨®n, podr¨ªas deducir con escaso margen de error que fue actriz, bailarina, modelo, chica de calendario. Su imagen se presta al estereotipo f¨¢cil. Pero es directora de cine, capitana de barcos en los que desde sus ancestros casi toda la mariner¨ªa son machos. La tem¨¢tica que le atrae y en la que ha demostrado tanta vocaci¨®n como virtuosismo no son las historias intimistas y l¨ªricas, retratos de la sensibilidad femenina, comedias sutiles y demostrativas de la eterna lucha de sexos, sino la acci¨®n pura y dura, aventuras broncas y violentas habitadas mayoritariamente por hombres, un cine que despide aroma masculino. Yo me la imagino haciendo su trabajo como la teniente Ripley en la nave Nostromo, como la existencialista y forzosamente ¨¦pica doctora Cartwigh en 7 mujeres, como Viena en Johnny Guitar. Cuesti¨®n no s¨®lo de talento. Tambi¨¦n de personalidad, de ovarios.
El filme de Bigelow posee la atm¨®sfera de los buenos documentales
No nos cuesta nada odiar a esa madre s¨¢dica que interpreta Mo'Nique
Si repasas su filmograf¨ªa, poblada por una polic¨ªa femenina a la caza de asesino psic¨®pata, atracadores surferos, cine negro y virtualidad en Los ?ngeles del futuro, soldados rusos en un submarino nuclear a punto de hecatombe y otras tem¨¢ticas sobre las que inevitablemente planea la sangre, no es sorprendente que esta directora se haya sentido en su ambiente contando la espeluznante cotidianidad, el obligado hero¨ªsmo, la incalculable sangre fr¨ªa de especialista del ej¨¦rcito cuyo trabajo consiste en rastrear y desactivar bombas, en convivir permanentemente con la muerte tratando de ahuyentarla. En tierra hostil retrata ejemplarmente esa tensi¨®n, la sobredosis de adrenalina, el miedo, la neurosis que puede acarrear. Posee la atm¨®sfera y el tono de los buenos documentales b¨¦licos, la transmisi¨®n de esa cosa que puede ser intolerable y llamada realidad.
El lenguaje realista de Bigellow se ha impuesto al imaginativo y apabullante despliegue de efectos especiales, de milagros por ordenador, de sorpresas visuales que ha creado su ex marido James Cameron, el hombre que nunca se equivoca en las demandas del gran p¨²blico, en esa historia que me resulta tan entretenida a pesar de que su argumento sea escasamente original, de que Cameron plagie y se autoplagie contando la eterna batalla entre ¨¢ngeles y depredadores. Avatar, adem¨¢s de su revoluci¨®n t¨¦cnica, dispon¨ªa a su favor en los oscars con la hipnosis que acompa?a a la rotura de taquillas, a haber saciado la demanda de todo tipo de espectadores, pero sorprendentemente esta vez no ha triunfado el poder¨ªo econ¨®mico y se ha quedado a tres merecidas velas. No se puede tener todo.
Han existido cosas muy justas en la concesi¨®n de esas estatuillas que otorgan un perdurable lugar en el sol. El secreto de sus ojos, pel¨ªcula con esa cualidad tan rara de alborotarte la cabeza y tocarte el coraz¨®n, ese mecanismo perfecto que logra absoluta armon¨ªa entre el cine negro, el cine pol¨ªtico y el cine rom¨¢ntico, sin prescindir del humor y de situaciones de comedia en una geograf¨ªa tr¨¢gica, ha logrado que le reconozcan la trascendencia que le neg¨® el jurado del Festival de San Sebasti¨¢n o en la absurda identidad espa?ola que le adjudicaron los Goya a una pel¨ªcula que desprende olor a Argentina por todos sus poros. El m¨¦rito es mayor al tener que competir con brillantes pesos pesados como la devastadora La cinta blanca y la claustrof¨®bica Un profeta.
Nadie dudaba de que al estoico y marginal El Nota, al tan sexy como infeliz pianista de aquellos fabulosos hermanos Baker, al siempre excelente Jeff Bridges, sus compa?eros de profesi¨®n le deb¨ªan el inaplazable reconocimiento oficial. Su cantante country en Coraz¨®n rebelde, borracho y perdedor, superviviente y c¨ªnico, m¨¢s solo que la una aunque su vieja leyenda le sirva a ¨¦ste para despertarse acompa?ado de vez en cuando en moteles casposos, es un personaje ideal para que Bridges le aporte cuerpo y alma, piedad e iron¨ªa, clase y machaqueo existencial. ?l es lo incuestionablemente memorable de esta simp¨¢tica pel¨ªcula. Tampoco han aparecido absurdas discrepancias a la hora de reconocer el enorme talento de Christoph Waltz componiendo al ¨²nico personaje inolvidable de Malditos bastardos, a ese nazi sinuoso y maquiav¨¦lico, teatral y cruel, embaucador y ladino, especializado en detectar y cazar jud¨ªos. Tambi¨¦n la Mo'Nique de Precious, esa madre s¨¢dica que se ensa?a cotidianamente con su adiposa, desamparada y tr¨¢gica hija, es un personaje al que no nos cuesta ning¨²n trabajo odiar. No tengo opini¨®n sobre el Oscar a Sandra Bullock (actriz que nunca me ha sugerido demasiadas cosas gratas) ya que no se ha estrenado aqu¨ª ni la distribuidora se ha molestado en proyect¨¢rnosla previamente. Y, como casi siempre, mi pel¨ªcula favorita se ha quedado en blanco. Es esa inteligente y compleja comedia titulada Up in the air. El desd¨¦n de la Academia no afecta a su encanto.
Babelia
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