El sincrotr¨®n Alba enciende la luz
El nuevo centro de Barcelona impulsa el estudio de la estructura de los materiales
Alojado en un edificio con forma de caracol de 140 metros de di¨¢metro, el laboratorio de luz sincrotr¨®n Alba, en Barcelona, no pasa inadvertido. Se trata de una gran instalaci¨®n cient¨ªfica, la primera de este tipo en Espa?a, dise?ada para que centenares de investigadores -miles en un futuro no muy lejano, seg¨²n las previsiones- tengan a su disposici¨®n un instrumento avanzado con el que mirar y comprender la estructura molecular y at¨®mica de pr¨¢cticamente cualquier tipo de material, desde un virus o una prote¨ªna hasta un microchip o un agente contaminante en una planta.
El Alba, que empez¨® a construirse en 2004, se inaugura oficialmente el pr¨®ximo d¨ªa 22. Es un proyecto del Gobierno y la Generalitat de Catalu?a, cuyo coste total asciende a 201 millones de euros, del que se encarga el consorcio Cells para su construcci¨®n, equipamiento y explotaci¨®n. Est¨¢ en Cerdanyola del Valles, junto a la Universidad Aut¨®noma de Bellaterra.
Los haces de rayos X se dirigen a siete laboratorios de diferente prop¨®sito
Bi¨®logos, f¨ªsicos y qu¨ªmicos usar¨¢n la instalaci¨®n a partir de 2011
"La operaci¨®n rutinaria del Alba comenzar¨¢ en 2011", comenta Ram¨®n Pascual, catedr¨¢tico de F¨ªsica Te¨®rica de la Universidad de Barcelona y padre de esta gran instalaci¨®n. Aunque se han probado ya con ¨¦xito todos los sistemas de la instalaci¨®n y funcionan correctamente, ponerlos a punto para generar los fin¨ªsimos y potentes haces de rayos X que los cient¨ªficos aplicar¨¢n en sus experimentos llevar¨¢ a¨²n unos meses.
Existen en el mundo unos 40 sincrotrones comparables a ¨¦ste, media docena de ellos en Europa. "Es una herramienta esencial para hacer ciencia competitiva en todos los campos", dice Joan Bordas, director del Alba. Pero, hasta ahora, los cient¨ªficos espa?oles que necesitan usarla tienen que ir de prestado a otros pa¨ªses. S¨®lo en el sincrotr¨®n europeo ESRF (en Grenoble, Francia) hay dos l¨ªneas de luz (cada una de las instalaciones del sincrotr¨®n especializadas en un ¨¢rea cient¨ªfica concreta) espa?olas, y medio millar de investigadores acuden all¨ª cada a?o.
El Alba est¨¢ formado por un conjunto de aceleradores (bajo la direcci¨®n de Dieter Einfeld): primero se inyectan electrones en un sistema lineal que los acelera hasta una energ¨ªa de 100 millones de electrones/voltio y pasan al acelerador circular, donde alcanzan los 3.000 millones de electrones/voltio; de ah¨ª entran en el anillo de almacenamiento, un tubo de ultraalto vac¨ªo de 270 metros de per¨ªmetro, por el que circula el haz de electrones siguiendo una trayectoria curva por los campos magn¨¦ticos generados por unos 300 imanes. En ese recorrido circular, casi a la velocidad de la luz, el haz de electrones genera tangencialmente luz sincrotr¨®n, rayos X, que se dirigen a las l¨ªneas donde se enfocan sobre las muestras de los cient¨ªficos. Como instalaci¨®n que genera radiaci¨®n ionizante, su seguridad est¨¢ estrictamente reglada y vigilada por el Consejo de Seguridad Nuclear, para garantizar que no supone ning¨²n riesgo para los usuarios.
De las siete l¨ªneas con las que arranca el sincrot¨®n de Barcelona (se han aprobado ya otras tres, condicionadas a la disponibilidad presupuestaria), cuatro se dedican a biolog¨ªa, explica Salvador Ferrer, director cient¨ªfico del laboratorio, dos a ciencias de materiales (sobre todo, microelectr¨®nica y nanotecnolog¨ªa) y otras dos a qu¨ªmica y f¨ªsica de estado s¨®lido.
Para entender b¨¢sicamente c¨®mo usan los cient¨ªficos esta luz de rayos X, se puede recurrir a una de sus aplicaciones m¨¢s extendidas: la determinaci¨®n. "Se ilumina la muestra con el haz de rayos X, que se difracta en miles de haces, se mide la intensidad de cada uno al tocar la muestra y as¨ª se reconstruye la estructura con mucha precisi¨®n", explica Ferrer. En un sincrotr¨®n esto se hace en pocos minutos, y se obtiene la disposici¨®n de todos los miles de ¨¢tomos que forman, por ejemplo, una prote¨ªna. Igualmente se puede desvelar la estructura de los materiales de un chip o las reacciones de un catalizador para optimizar su rendimiento. Y en muchos experimentos no s¨®lo se obtiene una foto fija de la disposici¨®n de ¨¢tomos y mol¨¦culas, sino una pel¨ªcula de la din¨¢mica de la muestra observada.
La inmensa mayor¨ªa de los cient¨ªficos que acuden ahora a los sincrotrones proceden de las universidades y de los institutos p¨²blicos de investigaci¨®n, y s¨®lo una peque?a parte son de la industria privada. Los responsables de Cells cuentan con que el n¨²mero de usuarios espa?oles se multiplique con Alba.
En cuanto a su construcci¨®n, la contrataci¨®n con empresas espa?olas ronda el 65%, pero su participaci¨®n es notablemente inferior en los subsistemas del complejo de aceleradores y de las l¨ªneas experimentales.
![Edificio del sincrotr¨®n Alba, en Barcelona.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3AD3IJKTFCAVVNWYMZYA7SHVYE.jpg?auth=206cf8ce5953c0cdbb73c8eb09671c449d630c7e0b0505c607ce2b2a9432d17c&width=414)
![Gran m¨¢quina que alberga el edificio del sincrotr¨®n Alba](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/U4CYJDCABOLQKDZ7BBG4UETJZQ.jpg?auth=5821a1665f83b8476cd4341c1a3b691ca2c426e1f07f8e111951ac9489e6d08e&width=414)
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