Los pol¨ªticos
Hab¨ªa algo extraordinario en las im¨¢genes de la sesi¨®n inaugural del congreso socialista en Sevilla, el viernes: ninguno de los delegados llevaba corbata. A nadie se le hab¨ªa ocurrido ponerse corbata, aunque los reunidos fueran gente que suele llevar corbata todos los d¨ªas laborables. ?Hab¨ªan recibido los delegados instrucciones sobre c¨®mo vestirse para el congreso? ?Vieron llegar al l¨ªder sin corbata y se quitaron inmediatamente la corbata? La excepcional unanimidad de vestuario coincid¨ªa con la uniformidad mental: todos, delegados y delegadas, piensan y sienten absolutamente de la misma manera, acordes y conformes, como una sola persona. En el momento de elegir al secretario general del partido, todas las papeletas fueron para Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n, salvo una en blanco, que, como contaba ayer en estas p¨¢ginas Lourdes Lucio, quiz¨¢ fuera la de Gri?¨¢n, por elegancia moral, sin corbata.
El PSOE andaluz actu¨® como un solo individuo, alma ¨²nica y opini¨®n ¨²nica, sin dudas ni discusi¨®n interior. Esta especie de ensimismamiento colectivo entra?a un peligro: el alejamiento de la realidad y de los votantes. El primer s¨ªntoma de distancia apareci¨® cuando Manuel Chaves dej¨® la Presidencia de la Junta. Dicen que fue un paso mod¨¦lico, intachable, porque no se oy¨® una voz en su partido que no coincidiera con la voluntad de Manuel Chaves. Pero lo que se?al¨® fue la separaci¨®n entre la pol¨ªtica y los ciudadanos que votan, e incluso entre el partido y el Parlamento. Chaves no dio ninguna explicaci¨®n ante el Parlamento que lo hab¨ªa elegido. La presidencia de la Junta, que depende del voto ciudadano, se convirti¨® en un asunto interno de partido, decidido en el interior del partido. No es que los ciudadanos se alejen de los partidos: los partidos se alejan de los ciudadanos.
Las cr¨®nicas del congreso socialista en Sevilla transmiten un clima de entusiasmo artificial y desasosiego real. El dinero falta en la calle y, seg¨²n las encuestas, al PSOE se le van los votos, y existe adem¨¢s la inquietud de los cambios de jefes en una organizaci¨®n conservadora, que teme los movimientos internos y externos. Chaves mencion¨® en su discurso de despedida el desgaste de la marca PSOE (lo recog¨ªa ayer aqu¨ª Isabel Pedrote), pero al desgaste socialista hay que sumar el desprestigio en general de los pol¨ªticos profesionales. Los ¨²ltimos sondeos del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas dicen que para la opini¨®n p¨²blica los principales problemas de Espa?a son el paro y la econom¨ªa, y, casi a la altura del terrorismo, los pol¨ªticos y sus partidos, es decir, precisamente quienes deber¨ªan gobernar la soluci¨®n de los problemas.
La idea pol¨ªtica dominante consiste en desconfiar de los pol¨ªticos, pertenezcan al Gobierno o a la oposici¨®n, conjunto de individuos que comparten ambientes y privilegios. La idea dominante es que son ineficaces, incapaces, nulos, y, a¨²n peor, delincuentes o sospechosos de corrupci¨®n, practicada o consentida. Es como si hubi¨¦ramos vuelto a los a?os 30 del siglo XX, aunque el antiparlamentarismo nazifascista de entonces se ha convertido en abstencionismo democr¨¢tico. Respetamos la democracia, pero dudamos de la representatividad de los pol¨ªticos, elegidos por sus partidos y por una minor¨ªa de la poblaci¨®n. Hoy, domingo, primera vuelta de las elecciones regionales francesas, los encuestadores vaticinan el triunfo de la oposici¨®n socialista sobre la gobernante Uni¨®n por un Movimiento Popular, de Sarkozy. Pero lo hist¨®rico ser¨¢ la abstenci¨®n: es probable que la mitad de los posibles votantes no vote.
Y en esta situaci¨®n de apat¨ªa y descr¨¦dito pol¨ªticos se ven los socialistas andaluces, gobernando, acostumbrados al ensimismamiento y la satisfacci¨®n de s¨ª mismos, y llenos a la vez de inseguridad en el futuro.
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