Relicario de la memoria
Una muestra de medio centenar de obras, entre esculturas, dibujos y acuarelas, de Claes Oldenburg (Estocolmo, 1929) y de la que fue su mujer y estrecha colaboradora Coosje van Bruggen (Groninga, 1942-Nueva York, 2009), porta el inter¨¦s en su propio enunciado. Lo ¨²nico sorprendente es tan s¨®lo que no se exhiba en un gran museo, pero acredita, en todo caso, el criterio y la pujanza del centro Ivorypress, que est¨¢ consiguiendo ser un lugar de referencia internacional, algo adem¨¢s corroborado por haber emprendido la iniciativa conjuntamente con la galer¨ªa Pace Wildenstein y haber logrado que se exhiba en la Biblioteca Nacional la maravillosa escultura Clarinete inclinado, que forma parte de la serie inicial titulada El cuarto de m¨²sica (2000), creada como homenaje a los instrumentos musicales esmeradamente pintados por Vermeer.
Claes Oldenburg y Coosje van Bruggen
Ivorypress Art+Books
Comandante Zorita, 48. Madrid
Hasta el 17 de abril
Claes Oldenburg y Coosje van Bruggen
Ivorypress Art-Books
Comandante Zorita, 48. Madrid
Hasta el 17 de abril
En cualquier caso, el motivo central de esta exposici¨®n es el que se expresa en la convocatoria: El escritorio europeo, un conjunto de esculturas y obras sobre papel a trav¨¦s del cual este par de artistas estadounidenses, de origen europeo -sueco, Oldenburg; Van Bruggen, holandesa-, reflexionan sobre la conflictiva identidad pol¨ªtica actual de nuestro continente, analizada desde el otro lado del Atl¨¢ntico. Evidentemente, este conjunto, realizado en 1990, tiene un calado bastante m¨¢s hondo que el antes descrito, porque, sin desmentirlo, aborda la naturaleza del tiempo hist¨®rico y, sobre todo, como muy bien se apunta en el texto de su presentaci¨®n, la transformaci¨®n de "los recuerdos en reliquias".
?Y qu¨¦ mejor al respecto que la amalgama escult¨®rica de una escriban¨ªa, una pluma, un tintero y un secante antiguos, un calendario de mesa roto y una balanza para cartas, todo con un aire muy de la Ilustraci¨®n? Con variantes, cada una de estas esculturas se nos presentan, en efecto, como un relicario conminatorio, que nos enfrenta al paisaje desolado de una perdida memoria, cuyo cuerpo est¨¢ hecho trizas, pero cuyo esp¨ªritu preserva el sentido elegiaco ante el borrado horror de lo sacrificado. Esta instalaci¨®n o, llam¨¦mosla as¨ª, "teatro de la memoria", es una manifestaci¨®n de la espl¨¦ndida madurez de Oldenburg-Van Bruggen, cuando la monumentalizaci¨®n de objetos cotidianos trascendi¨® el mero efecto pop y toca otras dimensiones, conceptual y materialmente, m¨¢s sofisticadas y complejas.
Los materiales empleados son los industrialmente "crudos", como el poli¨¦ster, el acero, la madera, pigmentados con l¨¢tex, pero la factura es m¨¢s sutil y la carta simb¨®lica, sin renunciar al humor y la iron¨ªa, no termina en el simplemente sorpresivo chiste, fundamental en una reflexi¨®n de esta profundidad, por mucho que se presente con un desenfadado tono de cordialidad l¨²dica. Por lo dem¨¢s, refuerza mucho la calidad y el sentido de este soberbio conjunto escult¨®rico los dibujos que lo acompa?an como una especie de cuaderno de notas de su elaboraci¨®n, pero tambi¨¦n como un desarrollo aut¨®nomo. Creo, en definitiva, que estamos ante una exposici¨®n verdaderamente significativa e importante del mejor Oldenburg-Van Bruggen, a la que se suma la escultura antes mencionada de la Biblioteca Nacional y un par de ediciones de El cuchillo barco (1986), que se exhibi¨® en Madrid casi hace un cuarto de siglo y la versi¨®n tridimensional m¨¢s reciente, fechada en 2008.
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