Todo es fiesta

Todo era una fiesta. Y fiesta para todos. O para casi todos, seg¨²n. Y todo val¨ªa. O casi todo. Val¨ªan toros insignificantes, faenas de medio pelo, de pelo y medio y de gran calibre. Todo por el mismo precio. Era la ¨²ltima de feria y hab¨ªa que amortizar la tarde, que sali¨® lluviosa desde el pase¨ªllo hasta que arrastraron al s¨¦ptimo. Y tres horas de corrida.

De las siete faenas, puntuaron alto las de El Juli y Sebasti¨¢n Castella. Nada que ver con el resto. La de El Juli a un toro de Garcigrande, con caja pero de apenas defensas, de gran embestida. Largos fueron los muletazos, que tuvieron adem¨¢s mando. Por los dos pitones. Labor de torero en saz¨®n. De diferente concepto la de Sebasti¨¢n Castella al toro de Victoriano del R¨ªo. Otro buen astado. D¨®cil y noble. Desde los dos pases cambiados por la espalda, la faena de Castella fue un volc¨¢n. Mejor sobre la mano derecha. Y muy variada.

De esas dos faenas a las dem¨¢s, una notable diferencia. Ponce, devuelto el inv¨¢lido primero, lidi¨® un sobrero del mismo hierro de Juan Pedro Domecq. De escasa entidad. F¨¢cil el torero, al que faltaba toro. Otro torillo el segundo, de capa ensabanada, de N¨²?ez del Cuvillo. Rebrincado, de m¨ªnimas fuerzas como el anterior, sirvi¨® para que Morante pintara una faena de compostura incompleta por el lado derecho. Ya no hubo mayores acontecimientos. El Fandi, que cumpli¨® su gui¨®n en banderillas, mat¨® una res de Manolo Gonz¨¢lez que busc¨® y rebusc¨® el bulto. Manzanares, con otro de Garcigrande, el de mayor entidad de la tarde, trat¨® de imponer su calidad. Top¨®n ese toro, apenas le dej¨® esbozar los muletazos. Y Cayetano, con el de Carmen Lorenzo, sin fuerza alguna, puso decisi¨®n bajo una lluvia que entonces ya arreciaba.

Castella y El Juli abren la puerta grande