Ley municipal vasca: Oportunidades
Le¨ª el pasado fin de semana con sumo agrado e inter¨¦s el an¨¢lisis de Emilio Guevara a prop¨®sito de la anunciada Ley de R¨¦gimen local. He de decir que desde el punto jur¨ªdico y formal me pareci¨® impecable. Sin embargo, desde un punto de vista pol¨ªtico y material me suscita grandes dudas.
Del texto en general, y en particular de sus conclusiones, resulta una aceptaci¨®n del entramado institucional de este pa¨ªs, del que hace una cr¨ªtica meramente reformista.
El engendro jur¨ªdico que es la Ley de Territorios Hist¨®ricos nos lleva a situaciones y discusiones absurdas. Sirva de ejemplo la cuesti¨®n sobre el blindaje de las normas forales. Se puede pensar y no totalmente sin raz¨®n, que este blindaje supone una alteraci¨®n disfuncional del sistema de fuentes constitucional, un ataque frontal al principio de legalidad e incluso un fraude al principio de reserva de ley en ¨¢mbitos fiscales. La cuesti¨®n tiene una soluci¨®n mucho m¨¢s sencilla: que legisle sobre fiscalidad el Parlamento de Vitoria, ya no hace falta blindar. Con ser la simplicidad de la soluci¨®n una gran ventaja, no es la mayor. Sobre todo conseguir¨ªamos que la pol¨ªtica fiscal se debatiera p¨²blicamente, con luz y taqu¨ªgrafos, donde debe hacerse y no en el seno oscuro y poco transparenten de esa logia llamada OCT, que adem¨¢s limita y hurta la libertad de los Parlamentos Forales.
El entramado institucional vasco exige una estructura m¨¢s racional
Tampoco comparto su concepto de autonom¨ªa local. La propuesta de reparto de competencias podr¨¢ ser m¨¢s o menos amplia, incluir o no alguna de las llamadas competencias impropias, pero participa del mismo esp¨ªritu de la Ley de Bases de R¨¦gimen Local.
La atribuci¨®n de competencias no puede ser a trav¨¦s de una lista cerrada de sectores de actividad, antes bien, debe tratarse de una lista abierta en un triple sentido, abierta a atribuciones que las sucesivas leyes de r¨¦gimen local determinen; abiertas a ser ampliadas por las leyes sectoriales y abiertas a la proyecci¨®n de los propios municipios de su inter¨¦s en otros sectores de la actividad administrativa. De ser de otra manera siempre nos encontraremos con el problema de las competencias impropias. Adem¨¢s las competencias deben comprender potestades normativas, reguladoras, fiscales y de planificaci¨®n sin las cuales no puede hablarse de aut¨¦ntico gobierno pol¨ªtico de pueblos y ciudades.
En cuanto a la suficiencia financiera, la situaci¨®n actual de la financiaci¨®n municipal es insostenible. La recaudaci¨®n fiscal ha descendido en estos ¨²ltimos ejercicios en un porcentaje muy superior a la ca¨ªda de la actividad econ¨®mica. ?Qu¨¦ ha ocurrido?, pues simplemente lo que el juntero guipuzcoano de Alternatiba Ander Lejarza ha definido con acierto: "el bajar impuestos m¨¢s progresivos, los directos, y subir los indirectos, m¨¢s regresivos, sin importar la ca¨ªda de la recaudaci¨®n, se ha convertido en un deporte, en una competici¨®n entre los grandes partidos". A este deporte asisten los municipios como meros espectadores, viendo como se reduce su suficiencia financiera, sin posibilidad de intervenir. La soluci¨®n pasa por la estabilizaci¨®n, por lo menos a medio plazo, de su financiaci¨®n.
Efectivamente, la Ley Municipal es una oportunidad para apostar por la autonom¨ªa local, por el municipio como administraci¨®n m¨¢s pr¨®xima al ciudadano y aprovechar para debatir y redefinir el papel de las Diputaciones como entidades locales de segundo grado y proceder a estructurar m¨¢s racionalmente el entramado institucional vasco.
Pero tambi¨¦n lo es para hacer realidad tres conceptos que, desde mi punto de vista son interdependientes. Me refiero en primer lugar a la participaci¨®n, a trav¨¦s de ¨®rganos participativos estables con facultades de informe, propuesta, en algunas ocasiones de resoluci¨®n, e incluso de gesti¨®n e intervenci¨®n en materia de elaboraci¨®n presupuestaria. La participaci¨®n incluye la obligaci¨®n institucional de favorecer, fomentar y crear tejido de redes sociales, favorecer y facilitar la iniciativa y la consulta popular. Ha de reconocerse que existen experiencias y avances en este sentido, como la del Gobierno de coalici¨®n del centro y la izquierda en el Ayuntamiento de Donostia, pero es preciso seguir avanzando por esta v¨ªa. La participaci¨®n, adem¨¢s de favorecer la responsabilidad y la legitimidad de las tareas de gobierno y oposici¨®n, es un instrumento de control social que es vacuna contra los vicios administrativos que, con raz¨®n, denuncia Guevara, y contra las pr¨¢cticas de corrupci¨®n que tanto han florecido en Comunidades como Madrid o Valencia.
Sin pluralismo hablar de participaci¨®n es una entelequia, no hay mayor enemigo de la participaci¨®n que el turnismo canovista que la legislaci¨®n electoral del Reino de Espa?a impone. La limitaci¨®n al pluralismo de esta legislaci¨®n puede ser combatida dentro de los municipios a trav¨¦s del acceso v¨ªa electoral, sin limites previos, de porcentaje o de Rubalcaba y con un sistema proporcional, a lo ¨®rganos de participaci¨®n mencionados.
Queda por dar el ¨²ltimo paso. Con un tejido social m¨¢s participativo y mejor informado, con un abanico m¨¢s plural de propuestas ser¨¢ mucho m¨¢s fuerte un sistema p¨²blico de servicios, ser¨¢ mucho m¨¢s dif¨ªcil la privatizaci¨®n del servicio o de su gesti¨®n y por tanto la objetiva y consiguiente p¨¦rdida de calidad del mismo, reducci¨®n de prestaciones, y reducci¨®n y precarizaci¨®n del empleo relacionado.
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