?Viva la democracia corporativista!
?Qu¨¦ pasa en Espa?a? Los observadores extranjeros y quienes vivimos fuera de ella nos frotamos a diario los ojos como para despertar de un mal sue?o. Las noticias en verdad asombrosas divulgadas por los medios informativos dignos de confianza y la escasa respuesta c¨ªvica que suscitan inquietan no s¨®lo al lector medio sino tambi¨¦n a los conocedores de los altibajos hist¨®ricos de nuestra casi siempre mal gobernada Pen¨ªnsula.
Tras los esc¨¢ndalos que sacuden las comunidades aut¨®nomas regidas por el PP en las que el estupor se entrevera con el sainete, las burlas a la opini¨®n p¨²blica se han agravado a¨²n. Muchos ciudadanos hemos memorizado los sabrosos di¨¢logos de Francisco Camps con su "amigo del alma" -di¨¢logos que deber¨ªan figurar en las pruebas oficiales de lectura de los institutos de Ense?anza Media-, pero he aqu¨ª que meses despu¨¦s descubrimos consternados que la situaci¨®n econ¨®mica del presidente de la Comunidad Valenciana, a primera vista boyante, es de lo m¨¢s precaria: una cuenta corriente de menos de 3.000 euros, un piso modesto, un carcamal de autom¨®vil de 15 a?os de antig¨¹edad. ?Como para abrir una suscripci¨®n nacional de ayuda al infeliz, conforme sugiri¨® un lector de este diario!
Tras los esc¨¢ndalos, las burlas a la opini¨®n p¨²blica se han agravado a¨²n
Los votantes del PP no ignoran que sus altos cargos est¨¢n all¨ª "para forrarse"
Escribo alarmado por la perspectiva de una victoria electoral del PP
El clientelismo se revestir¨ªa del patriotismo de fachada de Italia
Cuanto surge de los entresijos de la trama G¨¹rtel en las comunidades aut¨®nomas de Madrid y Galicia, am¨¦n de las grandes obras caritativas de Fabra, Matas y dem¨¢s cargos de id¨¦ntica estatura moral y c¨ªvica, corresponde menos a lo que puede esperarse de un Estado de derecho que a lo propio de una rep¨²blica bananera del mal llamado Tercer Mundo, pues desde la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn s¨®lo hay dos. Y de nuevo nos frotamos los ojos para dejar de so?ar.
Pero el mal sue?o prosigue. Los votantes del PP no ignoran que los altos cargos de sus comunidades est¨¢n all¨ª "para forrarse". Lo saben y lo aceptan como algo natural. Son chorizos, s¨ª, como escrib¨ª hace alg¨²n tiempo, "pero de los nuestros". Dicha mentalidad, denunciada elocuentemente en Italia por Roberto Saviano, supone la extinci¨®n paulatina del concepto de ciudadan¨ªa y su sustituci¨®n por ese "fatalismo risue?o" (la frase es de Octavio Paz) ante lo supuestamente inevitable. ?Cada cual a lo suyo y Dios con todos!
Dejando de lado la cuestionable legalidad de las escuchas de las conversaciones de Francisco Correa y Pablo Crespo con sus abogados, las pruebas abrumadoras de sus delitos de corrupci¨®n, soborno, blanqueo y evasi¨®n de capitales, etc¨¦tera, no ofrecen la menor duda. Y resulta cuando menos parad¨®jico que los culpables de tales acciones pretendan sentar al juez Garz¨®n en el banquillo y, sin dejar de ser acusados, se erijan en acusadores.
Lo mismo puede decirse de los recursos interpuestos por Falange Espa?ola y la asociaci¨®n ultraderechista Manos Limpias contra Garz¨®n y admitidos a tr¨¢mite por el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Los argumentos jur¨ªdicos esgrimidos por el juez Luciano Varela ?pueden invalidar los derechos de las v¨ªctimas de las matanzas programadas por los franquistas durante la Guerra Civil y la inmediata posguerra? Ni la opini¨®n p¨²blica espa?ola ni la internacional lo entienden.
La cacer¨ªa organizada contra el juez que abri¨® el camino al enjuiciamiento de Pinochet y de los militares de la Junta argentina pone en tela de juicio la validez universal de la justicia establecida en el caso de los genocidios de Camboya, Bosnia y Uganda, para no hablar del holocausto jud¨ªo. La impunidad me parece m¨¢s grave que cualquier otra consideraci¨®n. Las leyes cambian, pero como sucedi¨® en el caso de la de Punto Final, los cr¨ªmenes contra la humanidad no.
Escribo esto alarmado por la perspectiva que se extiende ante nosotros en caso de una eventual victoria electoral del PP dentro de un par de a?os. Su mayoritario control de los medios de comunicaci¨®n a trav¨¦s de las licencias generosamente distribuidas por sus autonom¨ªas a los portavoces del neoconservadurismo m¨¢s rancio; el sesgo resueltamente derechista de la mayor¨ªa de jueces del Tribunal Supremo; las ansias de desquite de quienes se creyeron injustamente desalojados del poder por los horribles atentados del 11-M y el vuelco electoral que provocaron, hacen temer el retorno a una Espa?a en la que el clientelismo creado por un poder casi caciquil, decidido a mantenerse ya no por a?os sino por d¨¦cadas, se revestir¨ªa de la demagogia, xenofobia y patriotismo de fachada de la Italia de Berlusconi.
A dicho Gobierno no le faltar¨ªa, claro est¨¢, el sost¨¦n incondicional de una Iglesia en plena bancarrota ¨¦tica (?pero no econ¨®mica!) tras la cascada de revelaciones sobre los abusos ped¨®filos (perd¨®n, ef¨¦bicos) de millares de sus miembros, incluidas sus m¨¢s altas jerarqu¨ªas, revelaciones que salpican a la Curia vaticana y al propio Pont¨ªfice. Pero esos pecadillos, mucho menos graves en opini¨®n de nuestro episcopado que los del uso del preservativo antisida, la contraconcepci¨®n, el aborto y el "relativismo moral", no afectan en modo alguno el floreciente negocio del poder eclesi¨¢stico romano, "un mercado do se vende / lo que nunca tuvo precio", como escribi¨® hace cinco siglos el poeta y dramaturgo Bartolom¨¦ Torres Naharro.
La berlusconizaci¨®n rampante de nuestro pa¨ªs y su deslizamiento a una democracia corporativa en la que prima la obediencia a los intereses del grupo, clan o partido sobre el imperio de la ley no se para con el mantenimiento de los privilegios exorbitantes del Concordato, que cuestan al Erario p¨²blico, esto es al bolsillo del contribuyente, la modesta suma anual de 3.500 millones de euros, ni poniendo al frente del Tribunal Supremo a juristas de un perfil tan conservador como D¨ªvar.
Ni la voracidad sin l¨ªmites del Casino Global frenada durante varias d¨¦cadas del pasado siglo por una socialdemocracia enfrentada al modelo sovi¨¦tico, ni el af¨¢n de poder de una Iglesia, cuyo crudo materialismo desmiente a diario sus pretensiones a un anacr¨®nico magisterio espiritual, se amansan con concesiones. La historia nos prueba lo contrario. Como escribi¨® el ya citado autor extreme?o, tan poco estudiado, ay, en nuestras aulas, "pues si a Roma llaman santa / que santos nos haga Dios".
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