La peque?a Galicia de Norteam¨¦rica
Marineros que faenaron en Terranova quieren reanudar lazos con aquella tierra
"Se ponga como se ponga tu maestra, dile que vuelva a estudiar, que chien [perro en franc¨¦s] se dice can". No hab¨ªa duda posible para el hombre, marinero de Sada (A Coru?a) reconvertido en taxista tras casarse con la viuda de un capit¨¢n en Saint-Pierre, la principal isla del lejano archipi¨¦lago franc¨¦s del Atl¨¢ntico norte. En el hoy ¨²ltimo basti¨®n galo de Am¨¦rica del Norte, a unos 25 kil¨®metros al sur de la isla canadiense de Terranova, gallego, castrapo y franc¨¦s se entremezclaban alegremente durante las m¨¢s de tres d¨¦cadas en las que los congeladores del Finisterre espa?ol dominaron la pesquer¨ªa del bacalao en aquellas g¨¦lidas aguas.
Existi¨® una peque?a Galicia en ese territorio franc¨¦s hasta que Canad¨¢ prohibi¨® a principios de los 90 la pesquer¨ªa en sus aguas por agotarse los recursos. "Era, por lo que cuentan, como estar en Betanzos, Ribeira o Cangas", asegura el m¨²sico Xurxo Souto, quien anoche reuni¨® en el Acuario coru?¨¦s a una docena de los ahora jubilados marineros que durante d¨¦cadas, desde el primer desembarco del Rande y A Rodeira, all¨¢ por los 50, convirtieron aquel enclave franc¨¦s en su refugio durante los cinco meses que pasaban faenando. La amena tertulia tuvo por escenario As visi¨®ns do bacallau, la muestra del fotogr¨¢fo galo Lucien Girardin que recorre 30 a?os de las flotas espa?ola gallega y vasca en el archipi¨¦lago Saint-Pierre-et-Miquelon.
Entre las tascas de Saint-Pierre estaban el Talamares y el Rompecarallos
"Estoy al d¨ªa de lo que pasa en la isla", dice P¨¦rez, que fue cura all¨ª diez a?os
En el muelle de Saint-Pierre, la isla que alberga el 90% de los apenas 6.000 habitantes de este territorio de ultramar, sonaba a diario A Rianxeira o el baile de la Estrela de la mano de Am¨¦rico, acordeonista franc¨¦s maestro del repertorio popular gallego. Un bar local regentado por una corpulenta mujer y frecuentado por rapaci?as deseosas de estrechar lazos con marineros espa?oles fue rebautizado como El Rompecarallos. En el Talamares, el local de la Pastoral del Mar llamado en verdad Stella Maris, dominaban las partidas de tute y el gallego con acento de todas las r¨ªas gallegas. "El 85% de la flota espa?ola del bacalao era gallega, por all¨ª pasaban hasta 5.000 hombres en los 70", subraya Reimundo P¨¦rez Bretal.
Natural de Corrubedo (Ribeira), fue de 1970 a 1980 el cura espa?ol de Saint-Pierre. Adem¨¢s de dar misas, atend¨ªa el Talamares, donde distribu¨ªa correo, se pod¨ªan "hacer conferencias telef¨®nicas a Espa?a con m¨¢s intimidad que en el barco aunque car¨ªsimas y se o¨ªa mal" o simplemente reunirse a jugar a las cartas. Y cada lunes, durante tres horas, el sacerdote se convert¨ªa en director y locutor del programa para la flota espa?ola de Radio France. La sinton¨ªa de arranque era la Alborada de Veiga. "D¨¢bamos informaci¨®n sobre la flota, partes m¨¦dicos de los marineros evacuados por accidente o enfermedad, los resultados de los equipos de f¨²tbol espa?oles y pon¨ªamos canciones con la dedicatoria de los de tierra para los que faenaban".
Reimundo P¨¦rez destaca la "importante labor social" que se desempe?aba en las ondas y en el Talamares, pegado al dispensario espa?ol hoy desaparecido que sosten¨ªa el Instituto Social de la Marina. Barri¨¦ de la Maza, due?o de la factor¨ªa de bacalao Pesba que domin¨® hasta hace poco el puerto coru?¨¦s, "env¨ªo dos m¨¢quinas para proyectar pel¨ªculas y cada poco 100.000 pesetas en libros para alimentar las bibliotecas flotantes de los barcos y de la propia Pastoral". Los alemanes y los rusos tambi¨¦n env¨ªan discos y libros para sus compatriotas embarcados, aunque lo que dominaba "era el gallego". Los vascos, pioneros all¨ª de la pesca del bacalao, fueron r¨¢pidamente superados por los gallegos de media decena de puertos, desde A Coru?a, Vigo, Ribeira, Vilagarc¨ªa, Escarabote (Boiro), Cangas o Bueu.
El hielo cercaba a menudo, en aquel Atl¨¢ntico norte, los bous y las parejas, dos sistemas de arrastre de los bacaladeros. Pero la c¨¢lidez predominaba en las relaciones humanas y "muchas amistades" se tejieron entre gallegos y habitantes de Saint-Pierre, "que lavaban la ropa de los marineros cuando hac¨ªan escala". Reimundo P¨¦rez, que a su retorno a Galicia colg¨® los h¨¢bitos, estudi¨® Derecho y trabaj¨® en el muro, la lonja coru?esa, hasta su jubilaci¨®n en 2005, anhela que se reanuden lazos entre los gallegos que all¨ª estuvieron y los habitantes de Saint-Pierre. "Yo estoy al d¨ªa de lo que pasa en la isla, me env¨ªan cada mes un resumen de noticias", cuenta. P¨¦rez, de 67 a?os, sigue en contacto con muchos de sus amigos de Saint-Pierre, algunos instalados en Francia. Otros mantienen correspondencia con sus antiguos hu¨¦spedes.
De su ¨¦poca de sacerdote, Reimundo conserva una faceta de confidente. "Nunca perd¨ª el contacto, incluso me llamaban rapaci?as que sab¨ªan de mi discreci¨®n para preguntarme por chicos de aqu¨ª", marineros all¨¢. De la tertulia de anoche, P¨¦rez Bretal espera que surja un gran reencuentro de gallegos que tuvieron por segunda casa Saint-Pierre-et-Miquelon. "S¨®lo hay una peque?a asociaci¨®n en Bouzas (Vigo)", dice. Anoche surgi¨® otro proyecto: impulsar un hermanamiento de ciudades gallegas con el archipi¨¦lago galo de Norteam¨¦rica. A¨²n hoy, al llegar a Saint-Pierre, una de las primeras casas que se ve es el antiguo Talamares.
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