"Es un escarmiento para que ning¨²n juez se atreva a investigar el franquismo"
Los familiares de las v¨ªctimas viven el proceso a Garz¨®n como una segunda derrota
Lucio Garc¨ªa busca a cinco desaparecidos. Garz¨®n era su ¨²ltima oportunidad. "Tengo casi 70 a?os, ?no puedo esperar 70 m¨¢s!", dice con l¨¢grimas en los ojos. Como ¨¦l, decenas de familiares de v¨ªctimas, muchos ya ancianos, han deambulado esta semana por el aula universitaria madrile?a donde la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica y la Fundaci¨®n Contam¨ªname han organizado un encierro simb¨®lico de apoyo al juez. A ratos elevaban la voz, indignados por volver a ser derrotados por la Falange. Y a ratos lloraban, porque muchos se sienten culpables de lo que le pueda pasar a Garz¨®n.
Algunos de estos ancianos se han hecho expertos en temas judiciales. Conocen perfectamente el nombre del juez del Tribunal Supremo que instruye la causa de prevaricaci¨®n por la investigaci¨®n de los cr¨ªmenes del franquismo. Hablan con soltura de la Ley de Amnist¨ªa, del Convenio Europeo de Derechos Humanos, de la declaraci¨®n de Naciones Unidas contra las desapariciones forzadas. Y no se resignan.
"Mataron a mi padre y a mi hermano lo obligaron a luchar junto a sus asesinos"
"A mi madre la encarcelaron por ser madre y esposa de rojillos"
"La remat¨® con un garrotazo en la cabeza. Estaba embarazada"
"Es una querella de los pistoleros de caminos, los del tiro en la nuca"
"A mi familia la destruyeron. Mataron a mi padre, un campesino analfabeto, por ser de UGT. Vinieron a buscarlo una madrugada. Lo sacaron en calzoncillos, le ataron con unos alambres... Y lo mataron", recuerda Manuel Mu?oz Fr¨ªas, de 79 a?os, uno de los familiares de v¨ªctimas del franquismo que acudi¨® a pedir ayuda al juez Baltasar Garz¨®n.
Le faltaban dos meses para cumplir los seis a?os cuando mataron a su padre, pero la escena se le qued¨® grabada y, 73 a?os despu¨¦s, es incapaz de contarla sin romper a llorar. "A mi padre se lo hab¨ªan llevado hac¨ªa unos d¨ªas y mi madre estaba cosiendo, intentando pensar en otra cosa. Entonces lleg¨® un amigo de la familia y le dijo: 'Mercedes, ha pasado lo peor: Han matado a Miguel'. Mi madre grit¨® y le dio un cabezazo a la m¨¢quina de coser. Empez¨® a sangrar. Mis hermanos empezaron a llorar al verla a ella con la cara llena de sangre y yo tambi¨¦n, aunque entonces no entend¨ªa lo que estaba pasando".
Pero los falangistas volvieron. "A los 20 d¨ªas, se llevaron a mi hermano, que a¨²n no hab¨ªa cumplido los 18 a?os, a las trincheras para luchar en el bando de los asesinos de su padre. Desert¨®. Le cogieron. Le mandaron a un campo de concentraci¨®n en ?vila y luego a otro en Sevilla, y all¨ª lo torturaron hasta la muerte..." cuenta Manuel. "Y despu¨¦s, volvieron a por ella. La metieron en la c¨¢rcel por ser esposa y madre de rojillos", cuenta Manuel. "?Se imagina lo que le debi¨® de pasar por la cabeza vi¨¦ndose en una celda, viuda, con un hijo muerto y siete sin padre ni madre?".
Los falangistas que se llevaron a su madre la soltaron a los 100 d¨ªas sin ninguna explicaci¨®n. Su hermano Juan, que entonces ten¨ªa 16 a?os, decidi¨® ir a luchar con el bando republicano. "Hizo la guerra en Espa?a, huy¨® a Francia, despu¨¦s luch¨® contra los nazis en el maquis franc¨¦s. En mi casa pasaron muchos a?os sin que supi¨¦ramos nada de ¨¦l. Un d¨ªa, cuando ya le hab¨ªamos dado por muerto, cuando ya le hab¨ªamos llorado, recibimos una carta suya diciendo que estaba vivo y que se iba a casar. Cuando se la di a mi madre, se desmay¨®".
Manuel viaj¨® desde M¨¢laga a Madrid para poder asistir el pasado martes al acto de apoyo al juez Garz¨®n convocado por UGT y CC OO en la Universidad Complutense. Pero no pudo entrar. "Cuando llegu¨¦, la sala estaba invadida de gente. No cab¨ªa nadie m¨¢s", lamenta. Llevaba en la mano un largo escrito que quer¨ªa leer en p¨²blico y que finalmente tuvo que guardarse en el bolsillo. Entre otras cosas, dec¨ªa: "No siento ya odio. No me mueve la venganza. Pero no puedo tolerar que en la sentencia del juicio de mi padre se diga que fue un traidor a la patria. Garz¨®n me dio la esperanza de poder enterrarle y dignificar su nombre. Ahora la justicia est¨¢ protegiendo al agresor y castigando al agredido. Me resulta doloroso e indignante que se admita a tr¨¢mite una querella de los pistoleros de caminos, los de los tiros en la nuca, los de las manos manchadas de sangre, los que tanto tienen que ver en los cr¨ªmenes que Garz¨®n investigaba".
Tambi¨¦n Lucio Garc¨ªa Torreros viaj¨® desde C¨¢ceres para participar en el acto de apoyo a Garz¨®n, el juez que orden¨® abrir la fosa donde fueron enterradas su abuela y sus dos t¨ªas, una de ellas embarazada, en Villanueva de la Vera. "Fue la primera que se abri¨® despu¨¦s del auto, pero s¨®lo encontramos las hebillas de los zapatos, en posici¨®n de enterramiento. El suelo es muy ¨¢cido y no quedaban restos ¨®seos", relata. "En este pa¨ªs, hasta que se abrieron las fosas, a la gente no se le ha quitado el miedo a hablar. El d¨ªa que est¨¢bamos exhumando la fosa de mi abuela, vino gente del pueblo a contarme cosas".
Lucio supo que a su abuela y sus dos t¨ªas las hab¨ªa matado "un falangista que se llamaba Andr¨¦s". Que el asesino hab¨ªa obligado a unos alba?iles a enterrarlas y que al advertirle de que el cuerpo de una de ellas todav¨ªa se mov¨ªa, "el falangista le dio un garrotazo en la cabeza. Era la embarazada". Que antes de asesinarlas, les hab¨ªan rapado la cabeza, obligado a beber aceite de ricino y paseado por la calle, para humillarlas. "Las hab¨ªan visto todos los vecinos...".
- ?Por qu¨¦ las mataron?
"Hay un escrito de Queipo de Llano que explica que quer¨ªan sembrar el terror. Yo supongo que la mejor manera de aterrorizar a la gente es matar a inocentes, cuantos m¨¢s mejor. Mi abuela ten¨ªa 69 a?os y era analfabeta. Una de mis t¨ªas estaba embarazada y ten¨ªa un ni?o de a?o y medio que qued¨® hu¨¦rfano, porque los asesinos tambi¨¦n mataron a su marido, mi t¨ªo. Mi madre ten¨ªa 36 a?os cuando pas¨® todo esto y se salv¨® porque se hab¨ªa refugiado en Madrid. Nunca me ocult¨® lo que hab¨ªa pasado, y sufri¨® mucho".
Lucio cuenta que el d¨ªa que ley¨® el auto por el que el juez Garz¨®n se decid¨ªa a investigar el asesinato de su abuela, sus t¨ªas y sus t¨ªos, los cr¨ªmenes del franquismo, fue uno de los m¨¢s felices de su vida. Y que desde entonces ha pasado intermitentemente de la euforia a la desilusi¨®n, hasta el desconsuelo final. "Despu¨¦s del auto, el fiscal dijo que esos cr¨ªmenes eran delitos comunes y estaban amnistiados. Y ahora dicen que Garz¨®n pudo cometer un delito. Yo creo que es como un escarmiento. Que lo hacen para que nadie m¨¢s se atreva nunca a investigar los cr¨ªmenes del franquismo".
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