Retratos tras el consejo de guerra
Los creadores se refugiaron en el arte para sobrellevar las prisiones franquistas - Una muestra recupera los dibujos en la c¨¢rcel de los derrotados republicanos
Ojeroso, con barba de d¨ªas y u?as de semanas. El retrato de Antonio Buero Vallejo intimida. Tanta adustez tiene disculpa: el dramaturgo, que por entonces a¨²n no era dramaturgo, hab¨ªa perdido una guerra y malviv¨ªa entre rejas, al igual que miles de derrotados republicanos. El artista Pedro Antequera le capt¨® con ese aire hura?o el 4 de junio de 1939 en la prisi¨®n madrile?a de Conde de Toreno, donde tambi¨¦n Buero Vallejo se refugiaba tras el l¨¢piz. Al final de la guerra, parte de la ¨¦lite art¨ªstica que no hab¨ªa huido al exilio coincidi¨® en Conde de Toreno, un antiguo convento donde reinaban las chinches y faltaba el agua. Dorm¨ªan en el suelo, hacinados. Un gobernador militar lo compar¨® con "los calabozos de la Inquisici¨®n". En semejante antro, estudiar, pintar y crear era una liberaci¨®n. Miguel Hern¨¢ndez iba a las clases de franc¨¦s, ingl¨¦s e historia. Buero Vallejo daba charlas sobre arte y pintaba. Hizo retratos predestinados a ser s¨ªmbolos, como el de Miguel Hern¨¢ndez. Al dibujante David ?lvarez lo inmortaliz¨® poco despu¨¦s de ser condenado por un consejo de guerra.
"Es creaci¨®n art¨ªstica entendida como un refugio", seg¨²n Lertxundi
Antes de coger el fusil y hacerse comunista, David ?lvarez (Madrid, 1900-1940) promet¨ªa llegar lejos como dibujante. Y al arte volvi¨® para suavizar su final: antes de ser fusilado mont¨® su ¨²ltima exposici¨®n en prisi¨®n con retratos de carceleros y presos, entre los que figura el de Pedro Antequera (Madrid, 1892-1975) sentado ante unos barrotes. Los tres dibujos (Buero, ?lvarez y Antequera) pertenecen a la exposici¨®n Retratos desde la prisi¨®n, organizada en el Centro Documental de la Memoria Hist¨®rica, en Salamanca, a partir de obras realizadas en la c¨¢rcel por Pedro Antequera y David ?lvarez. Al margen de su valor pl¨¢stico, el comisario de la muestra, el historiador de arte Mikel Lertxundi Galiana, propone reflexionar sobre las circunstancias. "Fueron una v¨ªa de escape que les permit¨ªa reconocerse a s¨ª mismos en ese inhumano r¨¦gimen carcelario. Es creaci¨®n art¨ªstica entendida como un refugio".
Entre los 53 retratos de presos figuran el del arquitecto Vicente Eced (Valencia, 1902-Madrid, 1978), coautor junto a Luis Mart¨ªnez-Feduchi de una de las construcciones m¨¢s emblem¨¢ticas de la Gran V¨ªa madrile?a: el Capitol. Nada hay del visionario Eced en el retrato que le hizo Antequera en septiembre de 1940: purg¨® los galones de capit¨¢n republicano con el ostracismo profesional.
Antequera, que colabor¨® con La Naci¨®n y Abc, tambi¨¦n dibuj¨® al escritor F¨¦lix Urabayen (Ulzurrun, Navarra, 1883-Madrid, 1943) con un libro en las manos, sentado en la que podr¨ªa ser una enfermer¨ªa. Urabayen, autor de ocho novelas y colaborador del diario El Sol, hab¨ªa sido amigo de Aza?a, Ortega y Gasset y Mara?¨®n. Concluida en 1942, su ¨²ltima novela ya no se public¨®.
Nadie sabe cu¨¢ntos creadores acabaron entre rejas. Ni siquiera uno de los pocos estudiosos del tema: el historiador del arte Francisco Agramunt Lacruz. En 2005 public¨® Arte y represi¨®n en la guerra civil espa?ola. Artistas en checas, c¨¢rceles y campos de concentraci¨®n. Agramunt calculaba que fueron encarcelados entre 300 y 400 artistas pl¨¢sticos, pero desde que public¨® el libro ha ido sumando nombres. "Es dif¨ªcil contarlos, pero el 90% de los artistas republicanos murieron, se exiliaron o fueron encarcelados".
Contra ellos, las autoridades franquistas usaron normas retroactivas que, adem¨¢s de enviarlos a prisi¨®n, pod¨ªa sancionarlos con multas, desposeerlos de sus bienes, inhabilitarlos para cargos o desterrarlos. "Su aplicaci¨®n convirti¨® la geograf¨ªa espa?ola en una inmensa prisi¨®n", sostiene Agramunt. Las celdas, expone, "en ocasiones se convirtieron en espacios de transferencia art¨ªstica y un intercambiador de conocimientos y experiencias". Pintaban para evadirse, entretenarse, denunciar y tambi¨¦n sobrevivir. Una lata de sardinas o dos cigarrillos bien val¨ªan un retrato.
Babelia
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