"No entiendo el castigo a Garz¨®n por rastrear la memoria"
Juan Gelman, el poeta argentino, cumple 80 a?os el 3 de mayo. Parece que tiene 32 menos.
Hay algo de radiante en ¨¦l, y en su esposa, Mara La Madrid, psicoanalista, o, como ella dice, "speakanalista".
Ambos celebran, con una alegr¨ªa muy privada, algo que ocurri¨® en 2000 y cambi¨® sus vidas. Luego ¨¦l gan¨® el Cervantes, public¨® m¨¢s libros, pero como aquello no hubo nada, ni habr¨¢ nada.
?l lo relata ahora, en este desayuno frugal, como si lo estuviera diciendo por vez primera. Mara le aporta alg¨²n dato, y explica: "Para ¨¦l es tan emocionante; cualquier palabra se le quiebra mientras lo dice".
Fue el a?o 2000, cuando los esfuerzos, sobre todo de Mara, dieron el fruto de encontrar a la nieta de Juan, que naci¨® del matrimonio de su hijo y de Mar¨ªa Claudia Garc¨ªa Iruretagoyena, secuestrados y asesinados por los militares argentinos en 1976. Mar¨ªa Claudia estaba embarazada. Se supo que de ese embarazo naci¨® "un baby", hasta ah¨ª llegaron las noticias. Juan desgrana el proceso de la b¨²squeda, que dur¨® tres a?os. Con los primeros indicios, Mara y ¨¦l vinieron a ver al juez Garz¨®n; tocaron en el Vaticano, en el Gobierno uruguayo, pero en todas partes s¨®lo hab¨ªa hilillos y desesperanzas.
La vida del poeta y premio Cervantes cambi¨® al encontrar a su nieta
Hasta que en el a?o 2000 las evidencias les llevaron a Uruguay. Una gran campa?a, organizada a partir de la generosidad de sus amigos Jos¨¦ Saramago y Eduardo Galeano, alert¨® como una campana universal, y lleg¨® a los o¨ªdos de alguien que hab¨ªa o¨ªdo..., y as¨ª sucesivamente.
El encuentro con la nieta (primero en la residencia del obispo de San Jos¨¦, Uruguay, que ayud¨®, y despu¨¦s, casi clandestinamente, en la casa de Galeano) fue a tientas, casi, porque hab¨ªa que establecer todos los elementos anal¨ªticos que a?adieran ciencia al convencimiento. Antes de ese encuentro, Gelman relataba esa b¨²squeda como si los ojos se le fueran a salir, con las l¨¢grimas, de las ¨®rbitas. Su camisa blanca, las flores amarillas de la mesa, la sonrisa de Mara pespunteando las erratas del relato..., todo conspira para que en esa mirada haya ahora una sonrisa que todav¨ªa abraza el momento del reencuentro definitivo con quien para ¨¦l (y para muchos) fue s¨ªmbolo de la supervivencia frente a la barbarie. Macarena Gelman, la nieta, que ahora tiene 32 a?os.
Detr¨¢s de esa b¨²squeda han nacido muchos s¨ªmbolos y su decidida defensa, tambi¨¦n, de los que buscan en otros lugares a sus desaparecidos. Esa actitud fue la que le llev¨® a escribir en este peri¨®dico, el 12 de febrero, un art¨ªculo breve sobre lo que sucede con el juez Garz¨®n. Gelman titul¨®: No se entiende nada. Ayer le preguntamos, cuando ya ha consumido su sexto cigarrillo, si ahora entiende. Y dijo: "Sigo sin entender nada. No se entiende que se pretenda castigar a un juez que est¨¢ buscando la memoria de una naci¨®n, necesaria para la construcci¨®n de una ciudadan¨ªa de memoria sana, capaz de construir hacia adelante, a partir de la conciencia de lo ocurrido".
Ha consumido su zumo, sus frutas, y nosotros le hemos mirado hablar. No hemos dicho nada de la comida, Juan, le decimos. "Di que desayuno as¨ª, casi nada. Y que en Espa?a me gusta el jam¨®n". ?Y adem¨¢s? "Y adem¨¢s, el jam¨®n". Hay en su mirada, ahora, un alivio que se parece a la alegr¨ªa.
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