El traductor de HH
A la hora de la verdad el Inter fue el Inter, el de hace 45 a?os, el de toda la vida, el de los once cerrojos, el que mina el juego siempre al l¨ªmite del reglamento, el que no tiene pudor en mostrar la cara sucia del f¨²tbol. Todo vale, todo por una victoria. El fin justifica los peores medios. Lo mismo da Helenio Herrera que Jos¨¦ Mourinho, capaz de rebobinar a HH y a Nereo Rocco casi medio siglo despu¨¦s, un t¨¦cnico del ayer que triunfa hoy como traductor del catenaccio.
El f¨²tbol es generoso hasta con quien no lo mima. Hasta con quien es capaz de colgar un Picasso en el s¨®tano; o lo que es lo mismo, reventar la banca con Eto'o, un goleador supremo, para que juegue de lateral matraca frente a un central (Milito) improvisado como lateral postizo. No importa, todo por la causa, la ¨²nica causa de los Mourinhos, grandes estrategas de las grescas, las p¨¦rdidas de tiempo sucesivas, del circo permanente, de los patadones groseros... A veces amagan con otros caminos, como, para alivio de este deporte, hizo el Inter en Mil¨¢n, donde super¨® sin tachas al Bar?a. La causa es la causa, lo mismo da que sea deportiva o pendenciera. La victoria redime, algunos no tienen otra gloria. Metabolizan el ¨¦xito como una receta contra los complejos, como una v¨ªa de provocaci¨®n, como si precisaran la humillaci¨®n ajena para la exaltaci¨®n propia. Eso hizo Mourinho, r¨¢pido como pocos a la hora de querer apropiarse del marcador con sus desplantes al p¨²blico sobre el c¨¦sped del Camp Nou, donde comenz¨® su graduaci¨®n.
As¨ª es el f¨²tbol, tan socializado que todos caben, todos ganan, aunque no todos pierden. No lo hace el Bar?a, ese equipo de autor universalmente bendecido por igual por sus triunfos y su gratificante est¨¦tica. El equipo de Guardiola ha remado con arte de podio en podio, doble ¨¦xito, dejar¨¢ huella. Su ca¨ªda de anoche bien puede ser s¨®lo un par¨¦ntesis. En la vuelta hizo los honores y cay¨® con su estilo.
Nadie recordar¨¢ a este Inter de Mourinho, salvo porque renunci¨® a un fabuloso espect¨¢culo en favor de una gran Copa. Leg¨ªtimo. Muchos brindaron por su atajo hacia el Santiago Bernab¨¦u en detrimento azulgrana. Qui¨¦n sabe si no s¨®lo como inquilino de una final. Al fin y al cabo ha sido el virus contra el Bar?a y quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa importe su modelo a otras ligas. Y ganar¨¢, por qu¨¦ no. Y ser¨¢ bendecido por quienes no tienen m¨¢s objetivos que ese. Ser resultadista siempre es una tentaci¨®n, por mucho que se rebata en tertulias y manuscritos. Qu¨¦ m¨¢s da. Lo que cuenta es que Mourinho y su Inter estar¨¢n en la final. O al menos es lo que prevalecer¨¢ en el calcio y entre los antibar?a. Luego habr¨ªa que ver c¨®mo se abrir¨ªa paso, por ejemplo, en un f¨²tbol como el espa?ol, afortunadamente nada refractario a la casquer¨ªa. Aunque en estos tiempos del ¨¦xito a toda costa, gente como Mourinho no tiene precio.
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