Dos estrategias frente a frente
Dos estrategias chocaron ayer en sede judicial. Ambas lideradas por dirigentes del PP. Unos, que se opusieron en su d¨ªa a la l¨ªnea anti Rajoy de Esperanza Aguirre, fueron v¨ªctimas del espionaje en v¨ªsperas del congreso que deb¨ªa definir el liderazgo del PP. Se trata del vicealcalde madrile?o Manuel Cobo, el entonces vicepresidente segundo regional Alfredo Prada y la diputada auton¨®mica Carmen Rodr¨ªguez Flores. Los otros, los acusados, son todos subordinados de Francisco Granados, consejero de Interior de Aguirre.
M¨¢s de un a?o despu¨¦s de que estallara el esc¨¢ndalo, las v¨ªctimas mantienen el mismo reto: quieren saber qui¨¦n orden¨® y financi¨® el intenso espionaje que sufrieron en sus carnes cuando se ventilaba un pulso entre su m¨¢ximo mentor pol¨ªtico, Mariano Rajoy, y Aguirre. Ellos no han variado su discurso. Aguirre y los suyos, s¨ª.
Al inicio, aseguraron que nunca se hab¨ªa seguido a Cobo ni a Prada. Ante la evidencia de que el primer informe policial ya demostraba que en mayo de 2008 Prada fue seguido hasta la saciedad por agentes de Granados, ¨¦ste avent¨® que no era extra?o que se produjeran coincidencias dado que al ex vicepresidente segundo se le hab¨ªan practicado contravigilancias como a cualquier otro miembro del Gobierno de Aguirre. Contravigilancias que ser¨ªan ilegales. Y que nunca han demostrado haber aplicado con tal furor a ning¨²n otro cargo.
Aguirre no ha despedido a ninguno de los cinco imputados que mantiene bajo contrato, cuatro en calidad de asesores. Ello contrasta con su exigencia de dimisiones en el caso G¨¹rtel para los cargos propios y ajenos del partido. Y manipula en su descargo una frase de un periodista para asegurar que no hay pruebas de que ella ordenara el espionaje. Pero no explica por qu¨¦ le es m¨¢s f¨¢cil echar a sus diputados que a sus asesores cazados en labores de esp¨ªa.
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