Ajustar con sentidi?o
Siento simpat¨ªa hacia los gobernantes que, cuando es necesario, suben los impuestos y ajustan el gasto a la baja. Eso es ser fiscal y pol¨ªticamente responsable. Por eso creo que, de entrada, es positivo que la Xunta se apunte a la estrategia de la consolidaci¨®n fiscal, ante la situaci¨®n de ca¨ªda de la recaudaci¨®n tributaria que est¨¢n sufriendo todas las administraciones p¨²blicas espa?olas, sin parang¨®n en d¨¦cadas.
A partir de ah¨ª, hay que discutir la forma de hacerlo y los posibles efectos de las diferentes opciones. De forma aut¨®noma, el ajuste fiscal puede realizarse incrementando ingresos tributarios o recortando gastos. La primera v¨ªa pasa por mejorar la gesti¨®n tributaria e intensificar los esfuerzos contra el fraude, o por subir tipos impositivos y eliminar exenciones y deducciones. En el terreno de la gesti¨®n, la capacidad de la Xunta es menor. Los tributos que tramita de forma directa son secundarios en t¨¦rminos recaudatorios, porque en Espa?a la gesti¨®n est¨¢ altamente centralizada. En cuanto a la subida de impuestos, existe cierto margen. Pero es dif¨ªcil imaginar que un Gobierno situado en la derecha ideol¨®gica y que promet¨ªa en su programa bajadas impositivas vaya a transitar esta senda. El aplazamiento sine die de esas rebajas es lo m¨¢ximo que cabe esperar.
El peso del presupuesto auton¨®mico en el empleo y el PIB de Galicia duplica al de Madrid
Por tanto, el ajuste presupuestario va a centrarse en el lado del gasto, lo que conduce a interrogarse sobre su tama?o, las partidas concretas en las que se puede realizar, sus efectos sobre el sistema productivo y sus consecuencias para el bienestar social.
En cuanto a la dimensi¨®n del recorte, las comunidades aut¨®nomass deber¨ªan ser leales y cumplir con lo pactado en el Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera. La coordinaci¨®n de las pol¨ªticas fiscales es tarea del Gobierno central y lo que debe hacer cada agente decisor (comunidad aut¨®noma, diputaci¨®n o ayuntamiento) es cumplir con lo firmado. Eso es ser un pa¨ªs serio y cre¨ªble en los mercados financieros internacionales. Aprobar presupuestos que superan ya de entrada el d¨¦ficit acordado, como ha hecho alguna comunidad, es ser fiscalmente irresponsable. Por tanto, hay que aplaudir los esfuerzos de la conselleira de Facenda para conseguir mantener el d¨¦ficit para 2010 en los l¨ªmites establecidos, sin caer en la tentaci¨®n de esconder facturas en el caj¨®n y aunque para ello sea necesario revisar sobre la marcha el presupuesto en ejecuci¨®n.
Dicho lo anterior, hay que encontrar las partidas en las que el ajuste sea menos gravoso, no s¨®lo desde un punto de vista social, sino tambi¨¦n econ¨®mico. Tarea que no es sencilla, por varias razones objetivas. La mayor parte del presupuesto auton¨®mico se canaliza hacia servicios muy visibles para el ciudadanos, con gran influencia sobre su bienestar (sanidad, educaci¨®n, servicios sociales...). Por ejemplo, el peso de la Administraci¨®n auton¨®mica en el empleo y el PIB de Galicia duplica al de la Comunidad de Madrid: lo que quiere decir que una mayor proporci¨®n de personas y empresas dependen de sus contratos con la Xunta. Existen muchas l¨ªneas del presupuesto de gasto intocables por diversas razones (intereses de la deuda, salarios...), lo que significa que realmente el ajuste no recae sobre 11.000 millones de euros, sino sobre una cantidad sustancialmente inferior. 200 millones de euros no llegan al 2% del presupuesto aprobado para 2010. Pero se convierten en un porcentaje de dos d¨ªgitos cuando se deja a un lado la parte del presupuesto que no es revisable a la baja, al menos en el corto plazo.
Ser¨ªa temerario tratar de solventar en unas l¨ªneas el problema, pero me atrevo a sugerir algunas ideas. Primera, deben evitarse los ajustes generales: hay que hacer un trabajo minucioso para evitar meter la tijera all¨ª donde los recursos son ya insuficientes. Segunda, la metodolog¨ªa de las tablas input-output pueden decirnos algo sobre el impacto econ¨®mico de recortar una cosa otra, dependiendo de su naturaleza o del destino geogr¨¢fico de los pagos que se eliminan. Tercera, los ajustes presupuestarios sirven de poco cuando los gestores tienen la opci¨®n de meter las facturas en el caj¨®n. Si los responsables de gesti¨®n no colaboran, el ejercicio adelgazador puede quedar en un brindis al sol. Finalmente, los ahorros en las estructuras de la administraci¨®n y de los gabinetes que se dedican a pensar y dise?ar estrategias pueden ser enormemente costosos para la acci¨®n del Gobierno.
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