Solidaridades catalanas

La resoluci¨®n del Parlamento catal¨¢n para impedir que la actual composici¨®n del TC se pronuncie sobre el Nuevo Estatuto de Catalu?a de 2006 trae a la memoria otros conflictos hist¨®ricos de los cuerpos representativos del Principado con las instituciones del Estado. Durante la Restauraci¨®n, el malestar ciudadano y la militarista ley de jurisdicciones de 1906 dieron lugar a la coalici¨®n electoral Solidaridad Catalana (formada por nacionalistas, republicanos y carlistas), que arras¨® en las legislativas de 1907. Durante la II Rep¨²blica, las secuelas de la sentencia dictada en 1934 por el Tribunal de Garant¨ªas Constitucionales contra la ley de cultivos del Parlamento catal¨¢n debilitaron los v¨ªnculos de lealtad entre la Generalitat y el Estado; Diego Mart¨ªnez Barrio reflexion¨® a este prop¨®sito en sus memorias sobre el error de entregar a los juristas la resoluci¨®n de los problemas pol¨ªticos.

El Parlamento catal¨¢n quiere impedir que la actual composici¨®n del TC se pronuncie sobre el Estatuto

Tras la aprobaci¨®n el 30 de septiembre de 2005 por el Parlamento catal¨¢n de un maximalista Estatuto incompatible con el Estado de las Autonom¨ªas, el Gobierno de Maragall invoc¨® unas imprudentes palabras pronunciadas en 2003 por el entonces l¨ªder de la oposici¨®n (Zapatero se comprometi¨® a endosar ¨ªntegramente la reforma estatutaria del Parlamento catal¨¢n si alcanzaba el poder) para exigir la validaci¨®n ¨ªntegra de ese texto por las Cortes. Concebido tal vez ese proyecto como una oferta t¨¢ctica destinada a ser negociada en el Congreso para encontrar un punto intermedio en el camino con los partidos de ¨¢mbito estatal, sus excesos inconstitucionales y confederales hicieron sonar las alarmas. Los populares dieron una patada a la mesa y anunciaron la inminente ruptura de Espa?a; el Estatuto dividi¨® tambi¨¦n las filas socialistas.

Aunque la Comisi¨®n Constitucional del Congreso -con la presencia de una delegaci¨®n del Parlamento catal¨¢n- trat¨® de adecuar el proyecto estatutario a la norma fundamental, el h¨ªbrido resultante fue un monstruo jur¨ªdico del Doctor Frankenstein constitucionalmente epiceno. El preceptivo refer¨¦ndum de ratificaci¨®n celebrado en Catalu?a aprob¨® en junio de 2006 el Estatuto con una desahogada mayor¨ªa y una baja participaci¨®n, sembrando as¨ª la semilla de un potencial conflicto entre el principio democr¨¢tico del voto popular y el principio jur¨ªdico-constitucional del Estado de derecho.

Aunque el recurso de inconstitucionalidad presentado hace casi cuatro a?os por el PP no ha sido todav¨ªa resuelto, el fracaso de la quinta ponencia del TC hace suponer que incluso la sentencia m¨¢s ben¨¦vola recortar¨ªa la integridad del Estatuto. A fin de impedir esa resoluci¨®n desfavorable, el Parlamento catal¨¢n aspira a modificar la actual composici¨®n del TC mediante la renovaci¨®n de los magistrados fallecidos (uno) o con mandato concluido (cuatro en este momento y otros tres el pr¨®ximo 30 de octubre), la modificaci¨®n de su ley org¨¢nica y la declaraci¨®n por el alto tribunal ya renovado de su falta de competencia en la materia. Pero esos remedios o llegan demasiado tarde o son inviables.