No lloren por Wall Street
La semana pasada, el presidente Obama fue a Manhattan, donde inst¨® a una audiencia proveniente en gran parte de Wall Street a respaldar la reforma financiera. "Creo", afirm¨®, "que estas reformas son, en ¨²ltima instancia, no s¨®lo lo mejor para los intereses de nuestro pa¨ªs, sino tambi¨¦n lo mejor para los intereses del sector financiero".
Bueno, ojal¨¢ que no hubiese dicho eso; y no s¨®lo porque realmente necesite, desde el punto de vista pol¨ªtico, adoptar una postura populista, poner alguna distancia visible entre ¨¦l y los banqueros. El hecho es que Obama deber¨ªa estar tratando de hacer lo que es bueno para el pa¨ªs, y punto. Si hacerlo perjudica a los banqueros, qu¨¦ se le va a hacer.
Es m¨¢s a¨²n, la reforma realmente deber¨ªa perjudicar a los banqueros. Un conjunto cada vez mayor de an¨¢lisis indica que un sector financiero excesivamente grande es perjudicial para la econom¨ªa en general. Reducir ese sector excesivamente grande no har¨¢ feliz a Wall Street, pero lo que es malo para Wall Street podr¨ªa ser bueno para Estados Unidos.
Ahora bien, las reformas que actualmente est¨¢n sobre el tapete -y que yo apoyo- podr¨ªan terminar siendo buenas para el sector financiero, as¨ª como para el resto de nosotros. Pero eso se debe a que s¨®lo abordan una parte del problema: har¨ªan las finanzas m¨¢s seguras, pero podr¨ªan no hacerlas m¨¢s peque?as.
?Cu¨¢l es el problema con las finanzas? Empecemos por el hecho de que el sector financiero moderno genera enormes ingresos y n¨®minas, pero proporciona pocos beneficios tangibles.
?Se acuerdan de la pel¨ªcula de 1984 Wall Street, en la que Gordon Gekko afirmaba que "la codicia es buena"? Seg¨²n los criterios actuales, Gekko ser¨ªa un pelagatos. En los a?os que precedieron a la crisis de 2008, el sector financiero representaba un tercio de los ingresos nacionales totales (aproximadamente, el doble de lo que supon¨ªa dos d¨¦cadas antes).
Nos dec¨ªan que estos beneficios estaban justificados porque el sector estaba haciendo grandes cosas por la econom¨ªa. Canalizaba el capital hacia usos productivos; repart¨ªa el riesgo; mejoraba la estabilidad financiera. Ninguna de esas cosas era cierta. El capital no se estaba canalizando hacia los innovadores que crean empleo, sino hacia una burbuja inmobiliaria insostenible; el riesgo estaba concentrado, no repartido; y cuando la burbuja estall¨®, el supuestamente estable sistema financiero se hundi¨®, con la peor crisis mundial desde la Gran Depresi¨®n como da?o colateral.
Entonces, ?por qu¨¦ estaban ganando dinero a paladas los banqueros? Mi interpretaci¨®n, que refleja los esfuerzos de los economistas financieros por encontrarle sentido a la cat¨¢strofe, es que principalmente apostaban con dinero de otra gente. El sector financiero hizo apuestas demasiado grandes y arriesgadas con fondos prestados -apuestas que fueron enormemente rentables hasta que fallaron-, pero fue capaz de conseguir pr¨¦stamos baratos porque los inversores no comprend¨ªan lo fr¨¢gil que era el sector.
?Y qu¨¦ hay de los tan cacareados beneficios de la innovaci¨®n financiera? Coincido con los economistas Andrei Shleifer y Robert Vishny, que en un art¨ªculo reciente sostienen que gran parte de esa innovaci¨®n consisti¨® en crear la ilusi¨®n de seguridad proporcionando a los inversores sustitutos falsos de activos pasados de moda como los dep¨®sitos bancarios. Finalmente, la ilusi¨®n se vino abajo (y la consecuencia fue una crisis financiera desastrosa).
En su discurso de la semana pasada, por cierto, Obama insisti¨® -dos veces- en que la reforma financiera no ahogar¨¢ la innovaci¨®n. Es una l¨¢stima.
Y ¨¦sta es la cuesti¨®n: tras recibir un duro golpe durante el periodo inmediatamente posterior a la crisis, los beneficios del sector financiero se est¨¢n disparando otra vez. Parece muy probable que el sector volver¨¢ a jugar a los mismos juegos que nos metieron en este l¨ªo inicialmente.
De modo que, ?qu¨¦ tenemos que hacer? Como he dicho, apoyo las propuestas de reforma de la Administraci¨®n de Obama y sus aliados del Congreso. Entre otras cosas, ser¨ªa una pena ver que la campa?a antirreforma de los dirigentes republicanos -una campa?a marcada por una falta de honradez y una hipocres¨ªa asombrosas- triunfa.
Pero estas reformas deber¨ªan ser s¨®lo el primer paso. Tambi¨¦n tenemos que reducir el tama?o de las finanzas.
Y no son s¨®lo los detractores de fuera los que dicen esto (no es que los detractores de fuera cr¨ªticos tengan nada de malo, ya que han acertado mucho m¨¢s que los supuestamente buenos conocedores del tema; v¨¦ase Greenspan, Alan). El Fondo Monerario Internacional ha hecho un llamamiento en favor de un impuesto sobre la actividad financiera -un FAT, o 'gordo', en sus siglas en ingl¨¦s- que gravar¨ªa los beneficios y las remuneraciones del sector financiero. Un impuesto as¨ª, sostiene el fondo, podr¨ªa "atenuar la asunci¨®n de riesgos excesivos". Tambi¨¦n podr¨ªa "tender a reducir el tama?o del sector financiero", cosa que el fondo presenta como algo bueno.
El tema es que la propuesta del FMI es en realidad demasiado blanda. Aun as¨ª, si se convierte en una realidad, Wall Street va a estar que trina.
Pero el hecho es que hemos estado dedicando una parte demasiado grande de nuestra riqueza, una parte demasiado grande del talento del pa¨ªs, al negocio de dise?ar complejos planes financieros y trapichear con ellos; planes que tienen cierta tendencia a destrozar la econom¨ªa. Poner fin a esta situaci¨®n perjudicar¨¢ al sector financiero. ?Y?
Paul Krugman, profesor de Econom¨ªa de Princeton, obtuvo el Premio Nobel en 2008. ? 2010 New York Times Service. Traducci¨®n de News Clips.
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