Goldman, el rey del casino
Obama intenta capitalizar el descontento popular con Wall Street para cambiar las reglas del juego del sistema financiero
Imagine un r¨ªo en el que una empresa vierte sus desechos m¨¢s t¨®xicos. Y que luego otra empresa embotella el agua y la vende como buena. Algo as¨ª pas¨® en el negocio hipotecario, epicentro de la mayor crisis desde la Gran Depresi¨®n. Los contaminadores fueron firmas como Countrywide, que daba cr¨¦ditos a gente insolvente. Bancos de inversi¨®n como Goldman Sachs empaquetaron esos pr¨¦stamos envenenados y esparcieron el riesgo sac¨¢ndolos al mercado. El sello de calidad al producto defectuoso lo pusieron las agencias de rating, como Standard & Poor's y Moody's.
Wall Street se convirti¨® as¨ª, literalmente, en un casino en el que instrumentos financieros de gran complejidad, construidos con activos que eran literalmente basura, fueron la apuesta a seguir. El derrumbe del sector inmobiliario oblig¨® a cada jugador a ense?ar sus cartas. Unos ganaron, como el especulador John Paulson. Pero la mayor¨ªa perdi¨® la mano. Fue, seg¨²n el senador dem¨®crata Carl Levin, un colapso hecho por el hombre, del que Goldman Sachs, en su opini¨®n, fue en gran parte responsable. La firma de Wall Street pas¨® as¨ª a ser el m¨¢ximo exponente de la cultura que domin¨® y domina en el mundo de las finanzas.
Los supervisores permitieron el descontrol del mercado de deuda
Goldman Sachs ayud¨® a esparcir el peligro de los pr¨¦stamos t¨®xicos
Los grandes de Wall Street ganaron 18.700 millones en el primer trimestre
El senador Levin, que preside el subcomit¨¦ de investigaciones, uno de los m¨¢s poderosos del Capitolio, se lanz¨® el martes directamente al cuello del consejero delegado de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, al que acus¨® de haber tratado a sus clientes como "un objeto para generar beneficio" a base de venderles "mierda". Hasta 11 veces utiliz¨® la palabra preferida de Cartman, uno de los protagonistas de la serie South Park.
Y es esa misma acusaci¨®n la que est¨¢ en el coraz¨®n de la demanda por fraude presentada el 19 de abril por la agencia que regula el mercado financiero en EE UU, la SEC: cuestiona si la firma fue lo suficientemente transparente a la hora de informar a sus inversores sobre las intenciones que hab¨ªa detr¨¢s del paquete de deuda conocido como Abacus. Y al mismo tiempo eleva la pregunta sobre un posible conflicto de intereses, una sospecha que persigue desde siempre a la banca de inversi¨®n.
Carl Levin deja claro que no es su responsabilidad decir si Goldman Sachs hizo algo ilegal. Sin embargo, como se?ala la senadora republicana Susan Collins, lo que es evidente es que Wall Street aceler¨® con "pr¨¢cticas ¨¦ticamente cuestionables" el boom inmobiliario y desencaden¨® su ca¨ªda cuando esos productos ex¨®ticos se toparon con la realidad. "Todo estaba basado en una fantas¨ªa", dijo la senadora, "y cuando el mercado inmobiliario se vino abajo, nos dimos cuenta de lo fr¨¢gil que era el sistema".
Pero en el ejemplo del agua t¨®xica embotellada falta una pieza clave, la misma que est¨¢ tambi¨¦n tras del derrumbe del mercado hipotecario. El casino de la deuda basura pudo funcionar gracias a la permisividad de los supervisores financieros en Washington y a que los mismos legisladores que durante m¨¢s de 10 horas cargaron el martes contra los ejecutivos de Goldman Sachs no fijaron reglas que guiaran y dieran transparencia al juego.
El presidente Barack Obama no desaprovecha la oportunidad e intenta, con un lenguaje m¨¢s suave, capitalizar el revuelo popular para dar un impulso definitivo a la reforma financiera, que lleva atascada un a?o en el Congreso. Pero los republicanos se oponen en bloque a darle vida en este momento. El dem¨®crata Christopher Dodd, promotor de la reforma en el Senado, pierde la paciencia y ve detr¨¢s de todo esto una maniobra de Wall Street para mantener intacto su modelo de negocio, destinando millones a hacer lobby contra la reforma.
Lloyd Blankfein, de Goldman Sachs, responde que el cambio en la regulaci¨®n es necesario y que beneficiar¨¢ al conjunto del sector financiero. Pero en Washington no se creen del todo sus palabras. Y ponen como ejemplo el ataque contra la iniciativa para limitar la capacidad de las entidades para operar con fondos especulativos, la conocida como Volcker Rule. Hasta el inversor Warren Buffett mira con cautela la idea de crear un mercado que arroje luz sobre la oscura esquina de los derivados, una de las ramas de negocio m¨¢s lucrativas.
JP Morgan Chase, Bank of America, Goldman Sachs,
Morgan Stanley y Citigroup manejan contratos por valor de 280 billones de d¨®lares, seg¨²n la Oficina del Contralor y del Interventor de la Moneda, una cifra que multiplica por 20 el PIB de EE UU. Blankfein explic¨® ante el Senado que estos productos son necesarios para dar liquidez al mercado y que su banco crea productos para poder diversificar el riesgo que le piden los clientes. "Esto no es un casino", remach¨®. Sin embargo, los derivados son tambi¨¦n su tal¨®n de Aquiles.
El temor en Wall Street es que las nuevas reglas en su negocio puedan reducir sus beneficios y redirijan a los inversores hacia otros centros financieros en los que no se aplican restricciones. La reforma financiera tiene adem¨¢s otros puntos de vulnerabilidad para Wall Street, como acabar con la existencia de bancos "demasiado grandes para quebrar", la creaci¨®n de una agencia que proteja al consumidor de productos abusivos y el establecimiento de un sistema de alerta de crisis.
Richard Shelby, republicano del comit¨¦ financiero del Senado, retras¨® todo lo que pudo el debate sobre la reforma en el pleno de la C¨¢mara Alta. Antes de desbloquear el proceso, quer¨ªa tener garant¨ªas del lado dem¨®crata de que habr¨¢ un intercambio real de opiniones y que se tendr¨ªan en cuenta sus enmiendas. Tem¨ªa que la propuesta del senador Dodd acabara perpetuando las ayudas p¨²blicas a Wall Street.
El mi¨¦rcoles, las dos partes cedieron. Los republicanos aceptaron que avanzara el proceso legislativo, despu¨¦s de ver que los dem¨®cratas mataron literalmente la creaci¨®n de un superfondo de 50.000 millones de d¨®lares financiado por la banca, al que recurrir¨ªan los reguladores para desmantelar las entidades insolventes. Pero sobre todo, porque son conscientes de que los ciudadanos piden un ¨¢rbitro del sistema.
El drama, sin embargo, continuar¨¢ un par de meses m¨¢s. La cuesti¨®n de la protecci¨®n del consumidor y de la regulaci¨®n de los derivados crea a¨²n divisiones ideol¨®gicas. Y una vez pactado el texto en el Senado, deber¨¢ conciliarse con la versi¨®n adoptada por la C¨¢mara de Representantes en diciembre. Barack Obama insiste en que quiere firmar una "reforma robusta". Y por eso advierte que no firmar¨¢ un texto que huela que beneficia antes los intereses de Wall Street que al ciudadano.
Lo que est¨¢ claro es que el ¨¦xito de la reforma no depender¨¢ tanto del papel que jug¨® Goldman Sachs en el colapso del mercado hipotecario, sino m¨¢s bien de que los legisladores se pongan de acuerdo sobre los detalles del contenido final. Pero el caso Goldman, a ra¨ªz del intercambio visto en el Senado, s¨ª que puede acabar introduciendo cambios en el dise?o original de la propuesta que est¨¢ sobre la mesa, al incorporar cuestiones relacionadas con el conflicto de inter¨¦s y la transparencia.
Y lo que est¨¢ claro tambi¨¦n es que Goldman no crea muchas simpat¨ªas. Y que para el ciudadano corriente es dif¨ªcil entender lo que hace el banco, un desconocimiento que a su vez viene bien para alimentar el ataque pol¨ªtico. La firma se encuentra, por tanto, en una situaci¨®n que a ninguna empresa le gustar¨ªa. El banco registr¨® un beneficio espectacular en el primer trimestre de 3.460 millones de d¨®lares, lo que le consolida como una de las compa?¨ªas m¨¢s rentables del mundo.
Pero esa imagen de prosperidad en Wall Street contrasta con la dura realidad que se vive en el resto del pa¨ªs, donde un paro cercano al 10% y los desahucios inmobiliarios se ceban con millones de familias. Por poner en n¨²meros ese desfase, los seis grandes del sistema financiero estadounidense se anotaron unas ganancias de 18.700 millones de d¨®lares en el mejor trimestre desde la primavera de 2007. Pero lo que diferencia a Goldman Sachs del resto es que no presta dinero directamente al ciudadano ordinario ni a peque?as empresas.
Sus ejecutivos fueron claros en el Senado al explicar lo que hace la entidad, y eso, seg¨²n los observadores, rest¨® solidez a la causa por fraude de la SEC. Pero la reputaci¨®n del tit¨¢n de Wall Street est¨¢ seriamente da?ada por el fuerte choque populista con Washington. As¨ª que a Blankfein no le queda otra que hacer dos cosas para quitarse la etiqueta de villano: primero, introducir cambios en su modelo de negocio que recuperen la confianza en la entidad, y segundo, zanjar cuanto antes el frente legal.
Cuanto m¨¢s disputa las alegaciones de la SEC, m¨¢s caen sus acciones, y eso puede irritar a los inversores. Aunque para muchos analistas especializados en este tipo de litigios el caso presentado por el regulador es d¨¦bil, en esta guerra con tintes propagand¨ªsticos, a Goldman Sachs no le queda otra que dar un paso atr¨¢s y llegar cuanto antes a un arreglo para evitar ir a juicio y que la situaci¨®n siga da?ando m¨¢s su imagen.
Es una posibilidad que gan¨® a¨²n m¨¢s fuerza tras el duro enfrentamiento visto en el Capitolio. Y los pactos extrajudiciales son, adem¨¢s, una pr¨¢ctica muy com¨²n seguida en EE UU en litigios de tipo financiero, porque permite, por un lado, terminar con la incertidumbre y evita costosos gastos legales. Pero sobretodo, es la f¨®rmula de finiquitar el expediente sin admitir o negar haber incurrido en una conducta irregular. -
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