La ca¨ªda de los dioses
"Todo cambiar¨¢ para siempre". Ya desde su eslogan, la pel¨ªcula italiana Io sono l'amore est¨¢ apuntando a su ra¨ªz, El gatopardo, y m¨¢s concretamente al adaptador cinematogr¨¢fico de la obra de Giovanni Tomassi di Lampedusa: Luchino Visconti. El m¨ªtico "si queremos que todo siga como est¨¢, es necesario que todo cambie" sufre aqu¨ª una mutaci¨®n radical, descorazonadora, acorde con unos nuevos tiempos en los que el desenfreno que atenta contra el estatus social, pol¨ªtico, econ¨®mico y afectivo de una familia de la alta burgues¨ªa milanesa ya no tiene vuelta atr¨¢s. El acabose. Luca Guadagnino, del que solo conoc¨ªamos su pobre adaptaci¨®n de la exitosa novela Melissa P, ha compuesto una pel¨ªcula soberbia, sorprendente, con la mirada fija en la obra de Visconti: en El gatopardo, pero tambi¨¦n en Senso, en La ca¨ªda de los dioses, en Confidencias, incluso a la primigenia Ossessione. De todas ellas tiene algo Io sono l'amore. Y sin embargo su pel¨ªcula no puede ser m¨¢s moderna, m¨¢s arriesgada.
IO SONO L'AMORE
Direcci¨®n: Luca Guadagnino. Int¨¦rpretes: Tilda Swinton, Flavio Parenti, Edoardo Gabbriellini, Alba Rohrwacher.
G¨¦nero: drama. Italia, 2009.
Duraci¨®n: 120 minutos.
Una de las hijas se ha enamorado de una mujer; el abuelo se jubila ninguneando a su primog¨¦nito a favor de su nieto; la globalizaci¨®n, escenificada en la frase "el capital es la democracia", est¨¢ a unos pasos de provocar la venta de la empresa textil de la familia protagonista, la madre da rienda suelta a la pasi¨®n con un adulterio... Los s¨ªntomas de derrumbe se escenifican a trav¨¦s de numerosos s¨ªmbolos cl¨¢sicos, que van marcando la narraci¨®n: la mujer que se interroga delante del espejo, la carretera ondulada que introduce en el abismo, la nieve que mantiene a los protagonistas en la mansi¨®n-c¨¢rcel, la lluvia como plaga, el campo como para¨ªso, la iglesia como lugar de confesi¨®n... Mientras, formalmente, Guadagnino se hace presente con numerosos recursos: quietud, calma y planos generales en los interiores familiares; montaje cortante, primer¨ªsimos planos, deleite en los cuerpos en las escenas de pasi¨®n; di¨¢logos en off con los que se evita mostrar la acci¨®n, elipsis de imagen, pero no de texto, atonalidad musical en la banda sonora de John Adams...
Desde luego, se parte de Visconti, pero se llega a lugares muy distintos. El ¨²ltimo minuto de pel¨ªcula, rabioso, vehemente, arriesgad¨ªsimo, sin palabras, solo con recursos f¨ªlmicos, es la mejor muestra. Guadagnino, de 39 a?os, con Io sono l'amore. Matteo Garrone, 40 a?os, con Gomorra; Paolo Sorrentino, 40 a?os, con Il divo. El gran cine italiano puede estar de vuelta.
Babelia
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