A la sombra de los budas gigantes
Una ni?a entra y sale corriendo y saltando de una cueva al tiempo que multitud de fragmentos de rocas caen a intervalos desde lo alto del acantilado sobre el suelo cubierto de nieve, algunos de ellos a escasos cent¨ªmetros de sus pies.
"Ya estoy acostumbrada", afirma sonriendo mientras corre de ac¨¢ para all¨¢ llevando en sus peque?as manos secas y agrietadas troncos de le?a para ayudar a su madre a encender la estufa. Ser golpeada por una de esas rocas parece la ¨²ltima de sus preocupaciones. En el exterior, la temperatura es de 22? bajo cero. El saco de carb¨®n comprado ya hace tiempo en el bazar est¨¢ casi vac¨ªo y la reserva de ramas secas recogidas durante el verano tambi¨¦n se est¨¢ agotando.
Moldean y secan las bo?igas al sol. despu¨¦s las utilizar¨¢n para cocinar
"Los talibanes quisieron destruir incluso nuestra historia"
Se han convertido en guardianes de dos enormes huecos y de su memoria
"Siempre pens¨¦ que pagar¨ªan caro lo que hicieron. Y Perdieron el control"
F¨¢tima, de 12 a?os, es uno de los miembros de una familia de ocho hermanos, cinco de los cuales a¨²n viven con sus padres en la cueva. Su madre, Maryam, recuerda el miedo que ten¨ªan los ni?os cuando, hace siete a?os, se trasladaron a vivir a una cueva abandonada.
"El interior era muy oscuro, as¨ª que pintamos las paredes de blanco para darle un aspecto m¨¢s luminoso y F¨¢tima utiliz¨® pintura azul para dibujar en el techo ¨¢rboles y flores", explica. Maryam cree que tiene entre 35 y 38 a?os -muchos ciudadanos afganos desconocen su edad exacta-, pero su cara llena de arrugas y su boca desdentada le hacen parecer una anciana.
En invierno, cuando el colegio est¨¢ cerrado por culpa del fr¨ªo glacial y la imposibilidad de calentar las clases debidamente, F¨¢tima y sus hermanas est¨¢n muy ocupadas ayudando a su madre a hacer las tareas dom¨¦sticas. Hornean pan, lavan la ropa, transportan el agua en cubos con la ayuda de su burro desde una pendiente resbaladiza y moldean las bo?igas que secar¨¢n al sol y utilizar¨¢n despu¨¦s para cocinar.
Los habitantes de las cuevas de Bamiy¨¢n (m¨¢s de 200 familias aunque nadie, ni siquiera el gobierno local, conoce el n¨²mero exacto) se encuentran entre las personas m¨¢s pobres de Afganist¨¢n. En un intento de eliminar los restos de la antigua civilizaci¨®n no isl¨¢mica, los mismos talibanes que destruyeron las estatuas gigantes de Buda acabaron tambi¨¦n con su medio de vida.
La mayor¨ªa de ellos son hazaras, un grupo ¨¦tnico minoritario que constituye el 15% de la poblaci¨®n de Afganist¨¢n. En Bamiy¨¢n, sin embargo, representan la gran mayor¨ªa. La ciudad, que se encuentra en el centro geogr¨¢fico de Afganist¨¢n, es su capital cultural. Poco se sabe de sus or¨ªgenes, pero se cree que son descendientes de Gengis Jan, cuyas tropas invadieron la regi¨®n a principios del siglo XIII. Sus rasgos son mongoles -nariz chata, ojos rasgados y p¨®mulos anchos- y pertenecen a la comunidad musulmana chi¨ª, al contrario que el resto de afganos, que en su mayor¨ªa son sun¨ªes.
Los hazaras han estado durante mucho tiempo discriminados, pero una de las persecuciones m¨¢s implacables y recientes que han sufrido tuvo lugar en la ¨¦poca de los talibanes, que ocuparon Bamiy¨¢n por primera vez en 1997. Los hazaras presentaron una resistencia feroz y en ocasiones consiguieron expulsar a los ocupantes. Sin embargo, miles de los que viv¨ªan en el centro y el norte de Afganist¨¢n fueron asesinados -masacre que ha sido documentada por la Organizaci¨®n Internacional de los Derechos Humanos, Amnist¨ªa Internacional y otras ONG- y otros muchos lograron huir buscando refugio en otras provincias y en el exterior del pa¨ªs.
Los hazaras son gente pac¨ªfica y hospitalaria. Incluso hoy d¨ªa, en un pa¨ªs tan peligroso para los visitantes extranjeros, un turista occidental puede pasear tranquilamente por el bazar de Bamiy¨¢n e intercambiar algunas palabras con los lugare?os sin preocuparse demasiado por su seguridad.
La ciudad de Bamiy¨¢n est¨¢ situada aproximadamente a 250 kil¨®metros del noroeste de Kabul, a 10 horas en coche por una carretera polvorienta que asciende hasta el Paso de Shibar (3.300 metros de altitud) y desciende a continuaci¨®n por el valle de Bamiy¨¢n, un pasillo de tierra que transcurre paralelo a la cadena monta?osa del macizo de Hindu Kush y Koh-i-Baba. El majestuoso acantilado de roca arenisca, en el que fueron tallados los dos famosos budas, est¨¢ repleto de miles de cuevas, la mayor¨ªa de ellas artificiales y algunas maravillosamente decoradas, en las que durante siglos vivieron los monjes budistas y los viajeros que cruzaron la Ruta de la Seda. El valle fue declarado patrimonio mundial por la Unesco en 2003, como recordatorio frente al fanatismo, como icono de lo que jam¨¢s deber¨ªa haber pasado.
Muchos creen que los talibanes destrozaron las estatuas no porque pensaran que representaran a "¨ªdolos" no isl¨¢micos, sino para empobrecer una regi¨®n habitada por un grupo ¨¦tnico que ellos no consideraban afgano. Quer¨ªan impedir que los hazaras prosperaran gracias a un lugar conocido mundialmente y de gran potencial tur¨ªstico.
"A los talibanes no les gustaban los hazaras. Quer¨ªan destruir nuestra historia", explica Habiba Sarabi, gobernadora de Bamiy¨¢n y primera y ¨²nica mujer gobernadora en Afganist¨¢n. "Los pastunes, la gran mayor¨ªa de este pa¨ªs, dicen que los hazaras no son oriundos de Afganist¨¢n. Creen que proceden del Norte, de Mongolia o China. As¨ª que su principal objetivo era discriminarlos".
Nueve a?os despu¨¦s de la destrucci¨®n de las estatuas gigantes, los habitantes de las cuevas son, seg¨²n la propia declaraci¨®n de la Unesco, parte del "paisaje cultural" de Bamiy¨¢n. Se han convertido en guardianes silenciosos de dos enormes huecos vac¨ªos, ya que las estatuas nunca m¨¢s ocupar¨¢n su lugar, pero su memoria a¨²n se mantiene viva. Siglos de guerras y saqueos no han conseguido acabar con un sentimiento de orgullo profundamente arraigado, el de ser los descendientes de una civilizaci¨®n asombrosa.
"Mi abuelo sol¨ªa decirme que en el pasado los budas estaban hermosamente decorados y que la estatua del buda masculino (la m¨¢s grande de las dos) ten¨ªa unos ojos enormes de piedra color azul", dice Khadim, de 72 a?os, que ha pasado su vida entera en Bamiy¨¢n y ha invertido todos los ahorros familiares en acondicionar su antigua cueva para convertirla en un aut¨¦ntico hogar con ventanas y paredes blancas.
"De noche, los ojos de los budas brillaban iluminando todo el valle. No s¨¦ qu¨¦ tipo de piedras eran, pero deb¨ªan de costar una fortuna. Y entonces un d¨ªa unos ladrones las robaron".
Si la leyenda est¨¢ basada en hechos reales, aquellos ladrones actuaron por codicia. Sin embargo, el objetivo de los talibanes era destruir una civilizaci¨®n a trav¨¦s de la limpieza ¨¦tnica y la destrucci¨®n de su patrimonio.
En marzo de 2001, despu¨¦s de haber bombardeado las estatuas durante varios d¨ªas con misiles antia¨¦reos, los talibanes colocaron explosivos donde se encontraban los budas y los hicieron explotar.
"Me hab¨ªa ido a vivir a otro lugar y no estaba presente cuando los talibanes destruyeron los budas. Cuando me enter¨¦ de lo que hab¨ªa pasado, inmediatamente pens¨¦ que pagar¨ªan muy caro lo que hab¨ªan hecho. Estoy seguro de que perdieron el control de Bamiy¨¢n a ra¨ªz de lo que hicieron con las estatuas", afirma Khadim.
De hecho, poco despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre, los talibanes dejaron de gobernar el pa¨ªs cuando a finales de 2001 las fuerzas de la OTAN se instalaron en Afganist¨¢n. Las personas que se vieron obligadas a huir empezaron a volver a Bamiy¨¢n, pero sus casas hab¨ªan sido incendiadas. Como ¨²nica soluci¨®n, algunos de ellos optaron por instalarse en alguna de las cuevas de la monta?a.
En los ¨²ltimos a?os, el gobierno local ha prometido construir nuevas casas o al menos ceder un n¨²mero de terrenos y facilitar los materiales necesarios para construir. Pero hasta ahora la Comisi¨®n Independiente de los Derechos Humanos en Afganist¨¢n s¨®lo ha realizado un estudio preliminar que ha evaluado las necesidades de las familias m¨¢s pobres. Han transcurrido por lo menos ocho a?os desde que los ¨²ltimos habitantes de las cuevas fueran realojados y les facilitaran algunos lugares adecuados para vivir. Muchos de ellos tienen poca fe en las promesas de las autoridades locales; por eso quieren pensar que la Unesco, con ¨¢nimo de proteger el lugar, decidir¨¢ finalmente trasladarlos a otro lugar. Brendan Cassar, jefe del programa cultural de la Unesco en Kabul, lo niega. "En estos momentos, las familias que viven en las cuevas no presentan ning¨²n problema para la conservaci¨®n del patrimonio", afirma Cassar, responsable durante varios a?os del proyecto sobre la declaraci¨®n de Bamiy¨¢n como uno de los lugares del patrimonio mundial. "Si una cueva tuviera un valor hist¨®rico significativo, podr¨ªamos pedirles, de forma amistosa, que se instalaran en alguna otra. Ha de encontrarse un equilibrio entre la conservaci¨®n de Bamiy¨¢n como patrimonio mundial y la necesidad primaria de la gente pobre que precisa un lugar para vivir".
Cassar cree que alg¨²n d¨ªa, algunas de las cuevas podr¨ªan desarrollarse de manera?sostenible para que puedan utilizarse como residencia o como centro tur¨ªstico. "Hay otros lugares en el mundo, por ejemplo en Turqu¨ªa, donde a los turistas les entusiasma la experiencia de vivir en una cueva", afirma. "La Unesco considera que ¨¦ste no es s¨®lo un lugar que merece ser conservado por su gran valor, sino que adem¨¢s puede generar ingresos para la poblaci¨®n y conseguir con ello una mayor prosperidad".
Traducci¨®n de Virginia Solans
EL VALOR DE LAS ESTATUAS
- Talladas en el siglo VI en un acantilado de roca arenisca del valle de Bamiy¨¢n, en el centro de Afganist¨¢n. La m¨¢s grande, conocida por los lugare?os como Salsal o "buda masculino", ten¨ªa una altura de 55 metros. La altura de la peque?a, conocida como Shahmama o "buda femenino", era de 38 metros.
- Los colosos fueron las mayores estatuas de Buda en pie del mundo.
- Los cuerpos de las dos estatuas fueron tallados en piedra arenisca, pero ciertos detalles como los trajes se hicieron con una mezcla de barro y paja y recubiertos de estuco.
- Bamiy¨¢n se encuentra en el coraz¨®n de la Ruta de la Seda, la antigua ruta comercial que un¨ªa China con Europa y que se convirti¨® en un centro comercial para miles de caravanas.
- El peregrino chino Xuanzang, que visit¨® Bamiy¨¢n alrededor del a?o 630, describi¨® el lugar como un floreciente centro budista con "m¨¢s de 10 monasterios y m¨¢s de 1.000 monjes". Tambi¨¦n relat¨® que las dos estatuas estaban "decoradas con oro y piedras preciosas".
- Las estatuas representaban la m¨¢xima expresi¨®n del arte Gandhara, en el que la influencia del arte heleno es claramente apreciable en las estatuas de los budas y en las pinturas. Este estilo floreci¨® en Asia central entre los siglos I y VII.
- Los talibanes destruyeron los budas en marzo de 2001. El valle fue declarado patrimonio mundial por la Unesco en 2003.
- En noviembre de 2008, el arque¨®logo afgano Zemaryalai Tarzi encontr¨® una estatua de un "buda dormido", de 19 metros, desconocida hasta ese momento. En la actualidad est¨¢ buscando otra estatua legendaria de 300 metros de largo, "buda tumbado", que el peregrino chino Xuanzang mencion¨® en sus relatos.
- En 2008, un equipo de investigadores japoneses, franceses y estadounidenses encontr¨® en algunas de las cuevas que rodean los huecos donde estaban las estatuas pinturas que pueden ser del siglo V, lo que las convierte en las pinturas al ¨®leo m¨¢s antiguas del mundo. Representan budas cruzados de piernas, ¨¢rboles y animales mitol¨®gicos.
el valor de las estatuas
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