Rub¨¦n Ju¨¢rez, cantor de tango y bandoneonista inolvidable
La aparici¨®n de Rub¨¦n Ju¨¢rez fue como un oasis en el desierto. Cuando el tango atravesaba una de sus cl¨¢sicas mareas bajas, cercado por continuas dictaduras que recelaban de la cultura y por la invasi¨®n de distintos ritmos for¨¢neos que apoyaban las grabadoras, lleg¨® el tango en su bandone¨®n, su pinta ganadora y su hermosa voz de bar¨ªtono. Un doblete rar¨ªsimo en una sola personalidad: el fuelle y el cantor. Con las dificultades que entra?an ejecutar ese instrumento donde no se ven los 38 botones en la caja del canto ni los 33 en la del bajo, y que acompa?en la entra?able entonaci¨®n cantable que ven¨ªan a refrescar los viejos poemas tangueros y a traer cantos nuevos. An¨ªbal Troilo con su habitual bonhom¨ªa y parquedad, lo abraz¨®, le dio un beso y le dijo: "Pibe, sos un regalo del cielo. Gracias por llegar". Ayer falleci¨® en Buenos Aires, a los 62 a?os, a causa de un c¨¢ncer de pr¨®stata.
Un doblete rar¨ªsimo en una sola personalidad: el fuelle y la voz
Hab¨ªa nacido en Ballesteros, en la provincia de C¨®rdoba, el 5 de noviembre de 1947 y a los dos a?os su familia se instal¨® en Avellaneda, vecina a la capital. All¨ª lo pusieron a estudiar bandone¨®n con el maestro Domingo Fava, a la vez que su voz de jilguero ped¨ªa cancha por escapar de la jaula. Con nueve a?os tocaba el fuelle en la Orquesta T¨ªpica del club Atl¨¦tico Independiente y ten¨ªa un grupo de rock con sus amigos del barrio, Los Tammys.
La desaparici¨®n de Julio Sosa (su ¨ªdolo) en 1964 parece dejar un vac¨ªo existencial en el tango y ese muchacho con aspecto de gal¨¢n, sonrisa gardeliana y repertorio cl¨¢sico, apadrinado por An¨ªbal Troilo -que le confesar¨ªa en la intimidad: "Sos el hijo que no tuve"-, entra con el pie derecho y aires de triunfador en el escenario tanguero, tan exigente con las nuevas figuras.
Con el guitarrista H¨¦ctor Arbelo se fue fogueando, a la vez que por su consejo aprender¨ªa a matizar. Firmemente enraizado en la l¨ªrica fundacional porte?a, su interpretaci¨®n, su fraseo y entonaci¨®n le alzaron como la figura de mayor gravitaci¨®n en su generaci¨®n. El antiguo vocalista Horacio Quintana le descubri¨® entusiasmado en una gira, se convirti¨® en su m¨¢nager y le abri¨® las puertas del m¨ªtico local Ca?o 14, donde el Buenos Aires noct¨¢mbulo lo recibi¨® como nueva gran figura del tango. Con ¨¦l grab¨® su primer tema: Para vos canilla.
Nicol¨¢s Mancera lo aup¨® a¨²n m¨¢s en su exitoso programa de televisi¨®n S¨¢bados circulares. Porque todos aquellos poemas tangueros que parec¨ªan imposibles de ser cantados por otros salvo sus creadores, los tamiz¨® en su estilo personal¨ªsimo. Le ovacionaron en Colombia, Venezuela, Uruguay, y grab¨® ¨¢lbumes sin cesar. En 1978 gan¨® su primer Disco de Oro y actu¨® con gran ¨¦xito en Televisi¨®n Espa?ola. Les Trottoirs de Buenos Aires en Par¨ªs, teatros de Estados Unidos, los festivales de Granada, escenarios de Madrid, Barcelona, lo recibieron entre grandes aplausos.
Compr¨® el Caf¨¦ Homero, por donde desfilaban sus feligreses. Su generosidad le llevaba tanto a cantar en mi casa madrile?a como para Alfredo di St¨¦fano en El Viejo Almac¨¦n de Dehesa de la Villa, o hacer tango y flamenco con El Cigala en casa de un amigo hasta la madrugada. El tango llora su final y lo recuerda con su propio tema Mi bandone¨®n y yo: "Si yo a mi bandone¨®n lo llevo puesto / como un cacho de tango entre las venas. / Y est¨¢ de Dios que al dar mi ¨²ltimo aliento, / moriremos a un tiempo... mi bandone¨®n y yo".
Jos¨¦ Mar¨ªa Otero es presidente de la Academia Hispanoargentina de Tango.
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