Grandeza y duendes del flamenco
La grandeza del flamenco se llama Miguel Poveda. Los duendes del flamenco se llaman Miguel Poveda. Y el ¨¢ngel, y la gracia, y mil cosas m¨¢s, porque para calificar lo jondo hay realmente pocos adjetivos, pero si hubiera muchos se acabar¨ªan con la misma rapidez.
Se cumple este a?o el medio siglo de existencia del Festival del Cante de las Minas, en el que Miguel Poveda gan¨® premios y se consagr¨® en 1993, y la Suma Flamenca ha querido rendirle homenaje con la voz de uno de sus protagonistas. Fue un acierto. Acompa?ado alternativamente por las guitarras de Juan Ram¨®n Caro -el tocaor que le acompa?¨® aquel a?o en La Uni¨®n- y Chicuelo, Poveda hizo varios estilos de la familia de los cantes minerolevantinos, que la verdad hoy apenas se escuchan fuera de su ¨¢mbito propio unionense y durante el festival. Minera, levantica, fandangos mineros, cartagenera... Los bord¨®. No creo que haya hoy quien le pueda seguir ni de lejos. De los altos a los bajos, la voz del cantaor hizo unas transiciones de matices que, quiz¨¢, no hab¨ªamos o¨ªdo nunca. Esa familia de cantes, en esa voz y con esos matices, son realmente una belleza.
MIGUEL POVEDA
Cante: Miguel Poveda. Guitarras: Chicuelo y Juan Ram¨®n Caro. Palmas: Carlos Grilo y Luis Cantarote. Percusi¨®n: Paquito Gonz¨¢lez. Madrid, Teatros del Canal, 10 de junio.
El cantaor hizo unas transiciones de matices nunca o¨ªdas antes
El cante de Poveda siempre es distinto y nunca es convencional
Despu¨¦s el concierto continu¨® por cauces m¨¢s convencionales, pero no menos hermosos, pues el cante de este cantaor nunca es convencional. Canta cada vez distinto, de tal manera que el mismo cante nos suena diferente siempre que lo interpreta. En las canti?as, por ejemplo, dio un verdadero curso de gaditanismo, con momentos destacad¨ªsimos como lo fue el cante de las Mirris, al que dio un empuje asombroso y espectacular. Miguel Poveda crece o aminora la voz, acompasa con el cuerpo los distintos pasajes, incluso baila sentado alg¨²n fragmento del cante.
Cant¨® unas siguiriyas memorables, acompa?ado por la sobria guitarra de Caro, que como la de Chicuelo dio una lecci¨®n casi de austeridad de ejecuci¨®n. Fueron unas siguiriyas de grandeza infinita, que ¨¦l vivi¨® con entrega total. De nuevo aqu¨ª su voz recorri¨® todos los matices, hasta unos pian¨ªsimos que hoy tampoco nadie es capaz de hacer en el flamenco.
Hizo dos cantes por buler¨ªas, aparte las propinas. Una sobre la canci¨®n Tres pu?ales, de P¨¦rez de Le¨®n, que aflamenc¨® notablemente, y despu¨¦s otra largu¨ªsima frecuencia en la que insert¨® todas las formas posibles del estilo, desde las muy r¨¢pidas a algunas casi lentas. Digo lo mismo: no es frecuente o¨ªr cantar hoy as¨ª por buler¨ªas. Engrandeci¨® el cante, enriqueci¨® su expresividad hasta l¨ªmites insospechados.
Fue, en definitiva, un concierto mod¨¦lico, que adem¨¢s dur¨® dos horas aproximadamente, durante las cuales el cantaor se mostr¨®, a m¨¢s de inspirad¨ªsimo, incansable. Hizo todos los cantes en su medida justa, en su tono adecuado, de tal manera que no puede se?alarse que estuviera mejor en uno u otro. Ni siquiera en los fandangos baj¨® su eficacia. Cada quejido, cada vocalizaci¨®n, sonaron donde ten¨ªan que sonar, con una flamencura que dejaba perpleja a la audiencia. Una lecci¨®n m¨¢s de este singular cantaor, con el que hoy ning¨²n artista flamenco puede compararse en ning¨²n t¨¦rmino. Canta como lo hac¨ªan los viejos de otros tiempos, pese a su juventud, pero es que ¨¦l se ha ido refinando de tal manera, y con tal amor a lo antiguo, que est¨¢ viendo sus frutos.
A Miguel Poveda se le vio en todo momento a gusto, cantando con placer, sintiendo el flamenco en toda su jondura. Si alguna vez se puede hablar de duendes flamencos, lo fue esta indudablemente. Ciertamente casi siempre decimos algo parecido a cerca de este cantaor, pero es que realmente su comportamiento nos obliga a hacerlo as¨ª. Creo sinceramente que es el mejor cantaor de su generaci¨®n, y quiz¨¢ de otras generaciones. Porque lo que ¨¦l hace habitualmente se acerca mucho, mucho a la perfecci¨®n. Tambi¨¦n esta noche.
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