Arquitectura y 'vuvuzelas'
M¨¢s all¨¢ del inter¨¦s que el grupo de los J¨®venes Artistas Brit¨¢nicos (Young British Artist) despert¨® hace unos a?os por el arte contempor¨¢neo a trav¨¦s de sus extravagancias, sus procacidades y sus esc¨¢ndalos, la arquitectura ha logrado tambi¨¦n protagonismo por sus extravagancias o sus espect¨¢culos gigantes y, por si faltaba poco, por la fetidez de su burbuja.
Un congreso de arquitectos titulado M¨¢s por menos, al que han acudido tres premios Pritzker y medio millar de estudiantes y profesionales de toda ¨ªndole, concluy¨® la semana pasada en Pamplona con este diagn¨®stico central: la crisis derriba ya el edificio estrella y en su solar crece la modestia y el pudor. ?Una regresi¨®n? ?Un destino antimedi¨¢tico? ?Una maniobra sacrificial?
La crisis ha orientado el pensamiento hacia ideas que anteponen la funcionalidad al malabar
Guste o no a los muchos arquitectos que participaron en el acto amparado por la Fundaci¨®n Arquitectura y Sociedad, los desmanes y griter¨ªos de la arquitectura m¨¢s radiante e inmediata han provocado, primero, la afon¨ªa y, despu¨¦s, el fin de su mejor pensamiento social de casi toda la vida.
Las alternativas que se presentaron en esta importante reuni¨®n, especie de catarsis b¨ªblica y ceremonia inaugural de otra ¨¦poca, fijaron la atenci¨®n sobre opciones y soluciones constructivas, dise?os y nuevos materiales que, en conjunto, por su exposici¨®n ilusionada parec¨ªan pertenecer a un talante definitivamente sepultado bajo edificios como el Guggenheim de Gehry, el de la radiotelevisi¨®n china de Koolhaas o la Ciudad de las Ciencias de Calatrava. Edificios y complejos que han llenado de luces y colores la ¨¦poca de prosperidad y, como efecto, han llenado la cabeza de p¨¢jaros ex¨®ticos el porvenir de un sinf¨ªn de alumnos.
Todav¨ªa en exposiciones reci¨¦n inauguradas, como la internacional de Shanghai, o que acaban de cerrarse, como la del Agua en Zaragoza, la presencia de construcciones in¨²tiles, tan aparatosas como despilfarradoras, siguen ocupando la pista central. Pero la crisis econ¨®mica y cultural en la que de golpe hemos llegado a precipitarnos ha orientado el pensamiento hacia recursos e ideolog¨ªas que anteponen la vida real al efectivismo, la austeridad pac¨ªfica a la guerra de la magnificencia y la funcionalidad al malabar.
No todos los ponentes proclamaron este insurgente cambio de rumbo. Algunos de ellos, Pritzker y autores de obras mastod¨®nticas como Piano o Herzog, desgranaron sus dudas sobre el car¨¢cter de un mundo mejor, pero otro Pritzker ¨²ltimo, el australiano Glenn Murcutt, fue tan oscuro y pesado hablando como luminoso y estimulante en la presentaci¨®n de sus edificios alternativos.
?Alternativos? Nadie quer¨ªa pronunciar la palabra "sostenibilidad", en parte porque si un edificio no se sostiene ?qu¨¦ clase de edificio puede ser? Y, en segundo lugar, porque la sostenibilidad ha venido pronto a convertirse en un concepto basura igualando el amor mismo por el desecho del que pretende servirse para vivir desde el detritus a la eternidad.
Mark Wigley, decano en la universidad de Columbia, fue quien perfil¨® la probable nueva figura del arquitecto que, no necesitando ya dibujar, no necesitando conocimientos t¨¦cnicos para construir, no necesitando ser artista, puesto que todo ello va y viene del ordenador al tablero y del tablero al ordenador, puede transformarse en un actualizado intelectual tan in¨¦dito como oportuno. La visi¨®n habitacional de la sociedad, dentro y fuera de la Red, la ponderaci¨®n de las relaciones a trav¨¦s del h¨¢bitat y, en suma, la observaci¨®n de los espacios en los que nos comunicamos e interaccionamos, sit¨²a la figura del arquitecto en un privilegiado vig¨ªa para un arm¨®nico destino colectivo.
?El arquitecto es un fil¨®sofo, un moralista? Y un soci¨®logo y un pol¨ªtico, y tres o cuatro cosas m¨¢s. Al congreso asisti¨® tambi¨¦n el muy tormentoso Slavoj Zizek, soci¨®logo, fil¨®sofo, psicoanalista, lacaniano, hegeliano y esloveno. De ning¨²n modo el caos de su discurso el¨¦ctrico desentonaba con los calambres que la crisis ha producido aqu¨ª y all¨¢ pero, sobre todo, el continuo sonar de sus vuvuzelas te¨®ricas se correspond¨ªan bien con las que, de una a otra punta del mundo, anuncian el paso de una fanfarria arquitect¨®nica a una sencilla arquitectura de la honradez. O lo que es lo mismo: la sustituci¨®n del menos fotog¨¦nico, por la honesta gen¨¦tica del m¨¢s.
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