Un trazado asombroso y demoledor
En 1981, el artista pl¨¢stico Samuel Kurt Caplan (Jericho, Vermont, 1921-Bogot¨¢, 1997) public¨® The morphine thief, donde narraba sus experiencias como oficial norteamericano en la guerra de Corea. Ahora ese manuscrito se traduce por vez primera al castellano con ilustraciones del propio Caplan. Con esta falsa premisa comienza El ladr¨®n de morfina, la segunda novela de Mario Cuenca Sandoval (Sabadell, 1975), y podr¨ªa suceder que ese inexistente texto condujera por un camino m¨¢s o menos al uso donde fuera a reposar el grueso de una historia. Sin embargo, lo que Cuenca Sandoval ofrece es un trazado narrativo asombroso cuyos puntos de vista en primera, segunda y tercera persona perfilan un encadenado demoledor y apabullante. No en vano ese narrador imaginado se llama Kurt tan cerca de Kurtz "el horror, el horror", protagonista de El coraz¨®n de las tinieblas, el excepcional libro de Conrad. Que hay que leer a Mario Cuenca Sandoval se sabe desde el primer momento, cuando un tal Flaco Bentley no es sino un paracaidista alucinado por los brillos y las detonaciones de los fuegos de la contienda que se libra all¨¢ abajo. Soldado subyugado por ese sonido que le parece pura m¨²sica. El Flaco lleva un ejemplar de los cuentos de Poe -el horror en el bolsillo y el horror abajo-, pero disfrutando en ese limbo de nubes donde se siente como jabalina lanzada desde el cielo, deleit¨¢ndose el soldado con el viaje y "tardando, aminorando el momento de tirar de la anilla". El ladr¨®n de morfina es un libro ins¨®lito, consecuencia de una decisi¨®n arriesgada cuya letra nada d¨®cil necesita de un lector dispuesto a serlo y necesariamente exigente. Un lector que ser¨¢ recompensado por su esfuerzo, pues con mirada hipn¨®tica y alucinada ver¨¢ c¨®mo se desmenuzan los m¨¢s variados horrores de la guerra, pero desde una perspectiva que desde el inicio de la novela ya se vislumbra distinta. Se lee: "Como que el terror en los cuentos de Poe, la guerra no est¨¢ hecha de la materia de las grandes tragedias", pues lo peor de la guerra son los detalles. Algunos detalles: el olor despu¨¦s de una carnicer¨ªa de chinos, las u?as congeladas, los dedos amputados... Pero atenci¨®n, El ladr¨®n de morfina es una escritura de ficci¨®n sobre detalles pavorosos, de acuerdo, pero contiene escenas de una belleza radiante, caba?as cuyos habitantes destilan pura piedad. Im¨¢genes deslumbrantes como la de ese r¨ªo navegado por un hermoso adolescente que las tropas amigas y enemigas creen muerto, mientras ¨¦l silencioso y feliz surca el agua alimentado por una suculenta dosis de morfina. A modo de reposo, textos sobre la historia del ¨¦ter o la de Wilson A. Bentley que fotografiaba los copos de nieve. Morfina, cristales blancos, Kurt y Poe. El registro y el ritmo de la prosa de Cuenca Sandoval, poeta, cuentista y autor de la novela Boxeo sobre hielo, son arriesgados, pero que el lector no se asuste, que acepte el viaje y que deje que las palabras fluyan por su entendimiento procur¨¢ndole esa pavorosa placidez que abraza a Wilson Reyes, uno de los personajes de la novela, y que en ¨¦l adquiere "santidad qu¨ªmica" con la morfina. Cuenca Sandoval ha escrito una novela estupenda. Por ¨²ltimo, Samuel Kurt Caplan tiene su perfil en Facebook. No hay duda, el autor ha querido dejarnos bien enganchados.
El ladr¨®n de morfina
Mario Cuenca Sandoval
451 Editores. Madrid, 2010
246 p¨¢ginas. 17,50 euros
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