El general McChrystal, en la cuerda floja
Obama cita en la Casa Blanca al jefe de la OTAN en Afganist¨¢n - El secretario de Defensa, Robert Gates, condena sus cr¨ªticas en la prensa a la Administraci¨®n
El general que manda las tropas de la OTAN en Afganist¨¢n y sobre cuyas espaldas reposa la estrategia norteamericana en esa guerra, Stanley McChrystal, acude hoy en una posici¨®n insostenible a la Casa Blanca para ofrecer disculpas a Barack Obama y a sus principales colaboradores por las declaraciones descalificadoras contra todos ellos que hizo recientemente en una entrevista. Esta crisis inesperada constituye un mazazo para los planes del presidente norteamericano en Afganist¨¢n y una dif¨ªcil prueba para las relaciones entre los poderes pol¨ªtico y castrense.
Si McChrystal no fuera el genio militar que parece ser y si su retiro no supusiera un quebranto enorme en la evoluci¨®n de la guerra en Afganist¨¢n, es muy posible que a estas horas ya habr¨ªa sido destituido. Pero McChrystal se ha revelado como un extraordinario estratega. Supo poner en marcha una ofensiva que evit¨® lo que se ve¨ªa como una derrota inminente y devolvi¨® un cierto optimismo a sus tropas. Por eso, sus declaraciones a la revista The Rolling Stone, donde expresa su "decepci¨®n" con Obama y ridiculiza al vicepresidente Joe Biden y a otros responsables civiles del conflicto, han tenido tan extraordinario impacto.
El presidente reprendi¨® al militar en octubre por exigir m¨¢s tropas
La destituci¨®n del general ser¨ªa un problema t¨¢ctico y un golpe moral
Obama cit¨® inmediatamente a McChrystal a la Casa Blanca, donde hoy se reunir¨¢ primero por separado con el presidente y, despu¨¦s, con muchas de las personas a las que critica en sus declaraciones, entre ellos el secretario de Defensa, Robert Gates, y el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, almirante Mike Mullen, quien se ha confesado "profundamente decepcionado" por las palabras de McChrystal. Tambi¨¦n acudir¨¢ a la reuni¨®n la secretaria de Estado, Hillary Clinton, la ¨²nica que se libra de las cr¨ªticas del general, que s¨ª incluyen al enviado especial norteamericano a esa regi¨®n, Richard Holbrooke, y al embajador en Kabul, Karl Eikenberry.
McChrystal se disculp¨® ayer con todos ellos y despidi¨® a su jefe de prensa. "Expreso mis m¨¢s sinceras disculpas", afirma el general en un comunicado, "fue un error que refleja un pobre juicio y que nunca se deber¨ªa de haber producido". El error, al parecer, est¨¢ provocado por la decisi¨®n del responsable de prensa de colaborar en el perfil de McChrystal que estaba realizando el periodista Michael Hastings.
Pero, en realidad, ese asunto es marginal. El problema de fondo es la tendencia de McChrystal a expresar sus opiniones con plena libertad y salt¨¢ndose las reglas de comunicaci¨®n establecidas entre los rangos del Ej¨¦rcito. McChrystal fue ya reprendido por Obama el 1 de octubre, en una conversaci¨®n sostenida a bordo del Air Force One en Copenhague, donde el presidente particip¨® en la cumbre del clima, por su excesiva insistencia en la demanda de refuerzos para Afganist¨¢n.
Obama, finalmente, le dio 30.000 soldados m¨¢s y McChrystal comenz¨® a hacer progresos en la guerra, pero nunca perdi¨® su afici¨®n por el lenguaje franco sobre la marcha de los acontecimientos. Ahora ha ido demasiado lejos. Gates calific¨® ayer sus declaraciones como "un error significativo". Los principales senadores republicanos y dem¨®cratas han considerado sus palabras "inapropiadas". Influyentes voces en Washington, en la derecha y en la izquierda, reclaman al un¨ªsono su destituci¨®n.
No es una decisi¨®n sencilla para Obama. Cuando fue nombrado, hace un a?o, se convirti¨® inmediatamente en el s¨ªmbolo de la nueva estrategia de Obama en Afganist¨¢n. Su salida ahora podr¨ªa interpretarse como el fracaso de esa estrategia, como el tiro de gracia a un plan que ya de por s¨ª est¨¢ encontrando considerables obst¨¢culos en las ¨²ltimas semanas.
Un informe reciente de Naciones Unidas confirmaba que la violencia ha crecido en los ¨²ltimos cuatro meses y que tambi¨¦n ha aumentado la capacidad de los insurgentes de ocupar localidades dispersas en el sur y el sureste de Afganist¨¢n. Las fuerzas de la OTAN no consiguen estabilizar por completo la ciudad de Marja para permitir el restablecimiento de la autoridad central, y el propio McChrystal reconoci¨® hace pocos d¨ªas que la ofensiva sobre Kandahar, que se esperaba para comienzos del verano, tendr¨¢ que ser retrasada por alg¨²n tiempo.
Las cosas no marchan de acuerdo al calendario previsto para permitir, como prometi¨® Obama, que la retirada empiece dentro de un a?o. En este escenario, la sustituci¨®n de McChrystal, adem¨¢s de un problema t¨¢ctico, representa un fuerte golpe moral. En ¨²ltima instancia, siempre es posible encontrar a un general bien cualificado para dirigir esa guerra. El actual n¨²mero dos de McChrystal, el general David Rodr¨ªguez, por ejemplo. Pero lo que resulta m¨¢s dif¨ªcil es desterrar la imagen de divisi¨®n y desesperanza que la salida de McChrystal provoca. Para hacerle frente, Gates invoc¨® ayer la necesidad de "seguir combatiendo con determinaci¨®n".
"?Preguntas por Biden? ?Y qui¨¦n es ese?"
Casi nadie se salva de la quema. La edici¨®n espa?ola en Internet de la revista Rolling Stone (rollingstone.es) publica hoy un art¨ªculo en el que el jefe de la OTAN en Afganist¨¢n, Stanley McChrystal, despelleja a dirigentes pol¨ªticos y diplom¨¢ticos estadounidenses, a ministros franceses, y a ex militares convertidos en asesores del presidente Barack Obama. Ni siquiera el inquilino de la Casa Blanca se libra de las cr¨ªticas, siempre ¨¢cida cuando sale de la boca de este hombre duro de pelar y que prefiere la comida r¨¢pida -llev¨® a su esposa, que le esperaba vestida de punta en blanco, a un local de la cadena de comida r¨¢pida Jack in the Box- a los restaurantes con velas. Son asesores y colaboradores de McChrystal quienes han desvelado a la revista las opiniones del general.
Nada m¨¢s tomar posesi¨®n de la presidencia, Obama se reuni¨® con varios generales en la Casa Blanca. "Obama se hallaba inc¨®modo e intimidado", pens¨® McChrystal, seg¨²n confes¨® un buen conocedor de lo que sucedi¨® en la reuni¨®n. Cuatro meses despu¨¦s, se encontraron a solas el presidente y su general. "Fue una reuni¨®n de 10 minutos para la fotograf¨ªa... Claramente, Obama no sab¨ªa nada sobre McChrystal, qui¨¦n era ¨¦l. Aqu¨ª est¨¢ el tipo que va a manejar su jodida guerra, pero [el presidente] no parece muy implicado", afirma otro consejero del militar, quien a?ade que McChrystal se sinti¨® "muy desilusionado".
Con el vicepresidente, Joseph Biden, se ensa?a a gusto el jefe de las tropas de la OTAN en el pa¨ªs asi¨¢tico. Califica la estrategia propuesta por Biden de "corta de visi¨®n" y que conducir¨¢ a crear "Caosist¨¢n". El tenor de las conversaciones del militar con sus consejeros es de este estilo.
-"?Est¨¢s preguntando sobre el vicepresidente Biden? ?Qui¨¦n es ese?", se pregunta socarr¨®n ante un asesor.
-"?Biden?", se pregunta el consejero. "?Has dicho bite me [mu¨¦rdeme]?".
Tambi¨¦n Richard Holbrooke, enviado de Obama para Pakist¨¢n y Afganist¨¢n, es observado con recelo, aunque McChrystal admite que es un hombre "brillante". "Holbrooke sigue escuchando rumores de que va a ser despedido. Eso le hace peligroso", coment¨® el jefe militar, seg¨²n otro miembro de su equipo. Durante un viaje a Par¨ªs, McChrystal recibi¨® un mensaje en su blackberry. "?Oh! no, otro mensaje electr¨®nico de Holbrooke. Ni siquiera quiero abrirlo", se mofa.
La lista es larga. Del embajador de Estados Unidos en Kabul, Karl Eikenberry, McChrystal se?ala que se siente "traicionado" por las cr¨ªticas del diplom¨¢tico a la petici¨®n de m¨¢s soldados. "Aqu¨ª tenemos a uno que se cubre las espaldas para los libros de historia. Ahora, si fracasamos, podr¨¢ decir: 'Ya te lo dije". Para el consejero de Seguridad Nacional, el general James Jones, las palabras del jefe de la OTAN en Afganist¨¢n son ofensivas. "Es un payaso que se ha quedado anclado en 1985". Para otros, McChrystal y sus ayudantes emplean t¨¦rminos ofensivos. "Es un jodido gay", dicen, aludiendo a un ministro franc¨¦s que cenaba en Par¨ªs con el jefe militar estadounidense.
Solo la secretaria de Estado, Hillary Clinton, sale bien parada. Tal vez porque la jefa de la diplomacia estadounidense asegur¨® durante una reuni¨®n en la que se decid¨ªa la estrategia a seguir en Afganist¨¢n: "Si Stanley quiere eso, hay que darle lo que necesita".
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