Espa?a aguanta una tortura
La seleccion jugar¨¢ el martes contra Portugal los octavos de final tras un ejercicio de sufrimiento ante el rival m¨¢s inc¨®modo posible - Chile es un equipo de autor, pura obra del estilo Bielsa
Una noche en vilo dej¨® a la selecci¨®n espa?ola en los octavos de final tras un partido torturador, un desvelo constante para el campe¨®n de Europa. No se encuentra Espa?a, ni la de Viena ni la de hace una estaci¨®n, y Chile confirm¨® todas las sospechas. En tiempos de zozobra no es el mejor rival posible, es un sacamuelas, un equipo que te deja en los huesos. Para el conjunto de Del Bosque fue un tormento, un encuentro ¨¢spero, tensado hasta la extenuaci¨®n, con las virtudes que se le suponen al equipo laminadas por los celadores chilenos, a destajo en todos los rincones. A Espa?a le cost¨® coger aire, dar continuidad al juego. No tuvo hilo y, esta vez, las circunstancias le auparon hasta el reto del martes ante Portugal. All¨ª llegar¨¢ tras un martirio que no esperaba. Una lecci¨®n: ya sabe que en este juego no todo son alfombras, que los Mundiales son un planeta aparte y lo que se ve por el retrovisor no cuenta.
Chile es un equipo de autor, con el gui¨®n de Marcelo Bielsa, un sabio, un ajedrecista del f¨²tbol. Un t¨¦cnico tan apasionado como sus jugadores, que parecen vietnamitas, ocupan los espacios como titanes, a la orden, tal que mosqueteros, siempre de forma gremial. No dejan un trozo de moqueta libre. No hay equipo de Bielsa que d¨¦ carrete al rival. El argentino concibe el campo como un tablero, cada pieza en su sitio. Desde la pizarra, Chile es impecable, pero le falta lo que distingue a la aristocracia del f¨²tbol. El oficio es una cosa, el talento no se entrena, llega desde la cuna y en Chile abundan admirables subalternos.
A falta de ingenio, la liturgia chilena fue un engorro para Espa?a, desnaturalizada por el campo de minas sembrado por su adversario. El equipo de Del Bosque no encontraba salidas, cada chileno le discut¨ªa la pelota, cada chileno apretaba las correas a su presa. Xavi, encadenado por Estrada; Iniesta, reh¨¦n de Vidal; y Fernando Torres v¨ªctima de s¨ª mismo, desnortado, a¨²n paciente de un menisco extirpado. Chile lograba que a cada instante fuera subastada la pelota. El partido requer¨ªa el martillo, el de Piqu¨¦, Puyol, Alonso y Busquets, sostenes desde el arranque de Espa?a, incapaz de dar una puntada hasta que Bravo entreg¨® la cuchara.
Villa tiene una costumbre: marca goles. Estos carpantas del gol no necesitan un partido a favor, con ellos el gol va por su cuenta. Bien lo sabe este asturiano salido de los socavones de carb¨®n de Tuilla. Ante tipos como Villa, cualquier desliz es una condena, m¨¢xime si el borr¨®n del rival es considerable. Bravo, el meta de la Real Sociedad, capit¨¢n chileno, ya curtido, se salt¨® el manual. A un pase largo de Xabi Alonso a Torres, muy lejos del ¨¢rea, inclinado a la orilla izquierda, respondi¨® el portero con una precipitada salida. Y a¨²n peor, con un despeje hacia el interior del campo. Un disparate may¨²sculo, una ganga para Villa, por mucho que ¨¦ste estuviera a varias lunas de la porter¨ªa. Para gente como ¨¦l, el gol nunca est¨¢ lejos. Su zurdazo dio comba a la pelota, que emboc¨® en la red desnuda.
Aliviada por Bravo, Espa?a tuvo un respiro. En lo an¨ªmico, no en lo f¨ªsico, exigida hasta la extenuaci¨®n por Chile, que juega con herraduras en las botas, con los tacos bien afilados, un equipo de mucha lija. Golpe a golpe desgasta, intimida y suspende el juego las veces que haga falta. Estrada, el escolta de Xavi, bien pudo ser expulsado mucho antes, como Ponce, que dio una cuchillada a Torres desde el suelo. El encuentro era un suplicio para el grupo de Del Bosque, hasta que por una vez cogi¨® el hilo. Una trenza entre Iniesta, Torres, de nuevo Iniesta y luego Villa deriv¨® en un tanto del azulgrana. Por el camino, Estrada atropell¨® sin voluntad alguna a Torres. Disculpado en la dureza, una levedad le exili¨® del partido. As¨ª son los ¨¢rbitros, de imprevisible rasero.
Ni con todo de cara fue capaz Espa?a de coger vuelo, el mal trago se perpetu¨® toda la noche. La mayor virtud de este equipo es el destino de la pelota, pero Chile fue interruptor constante. Xavi e Iniesta no lograban tener peso en el juego, no hab¨ªa contemplaciones. La selecci¨®n jugaba atormentada, sin un patr¨®n. Y mucho m¨¢s desde el tanto de Millar, un remate dislocado por la rodilla de Piqu¨¦. A la cara de Bielsa no hay rendici¨®n posible, ese voluntarismo castrense que inculca es innegociable, nadie est¨¢ eximido. Deste?ida Espa?a, Del Bosque meti¨® tralla con Javi Mart¨ªnez, relevo de Alonso, cazado en el tobillo izquierdo en el primer acto. Convaleciente Torres, el seleccionador busc¨® el gol de Cesc, el ¨²nico centrocampista de la plantilla que tiene vocaci¨®n de ariete. Pero el encuentro se anestesi¨® definitivamente con una mirada entre unos y otros al marcador de Suiza. El empate sin goles entre helv¨¦ticos y hondure?os clasificaba a los dos. Un tanto de Suiza y otro de Espa?a hubiera hecho descarrilar al grupo de Bielsa, que se medir¨¢ a Brasil. Por ello hubo paz en los ¨²ltimos minutos, ni un rasgu?o. Por fin resopl¨® la selecci¨®n espa?ola, rumbo a Ciudad del Cabo para tomar el pulso a Cristiano Ronaldo. El calvario de la primera fase, superado. Enderezado el rumbo tras la penitencia por el batacazo ante Suiza, es hora de que Espa?a vuelva a ser Espa?a.
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