Mudanzas en el avispero
Se preguntaba Stalin sobre el n¨²mero de tanques del Pont¨ªfice romano, para tenerle tanto respeto. Tiempos de poder e influencia. Benedicto XVI ha necesitado cinco a?os para demostr¨¢rselo a su propio Gobierno, m¨¢s ocupado en taponar boquetes en un barco que hace agua. El ¨²ltimo incidente ha sido lo nunca visto desde que los cardenales son eclesi¨¢sticos de respeto. Se trata de la reprimenda papal al cardenal de Viena, Christoph Sch?nborn, por criticar al tambi¨¦n cardenal Sodano, el ex secretario de Estado de Juan Pablo II. El Papa les ha recordado que la competencia de acusar entre purpurados "corresponde al Papa". Los servicios de prensa del Vaticano informaron del incidente en un comunicado.
Sch?nborn hab¨ªa reprochado a Sodano, actual decano del Colegio Cardenalicio, su frivolidad en el caso del difunto cardenal austriaco Groer, retirado del cargo por pederasta. Todo ha ido a peor. El Papa que lleg¨® prometiendo acabar con la suciedad -"?Cu¨¢nta suciedad en la Iglesia! ?Cu¨¢nta soberbia!", clam¨® en abril de 2005- est¨¢ cercado por esc¨¢ndalos que le sobrepasan, el ¨²ltimo, brutal, en la Iglesia belga.
El cerco alcanza, tambi¨¦n, a sus prerrogativas. Es un monarca absoluto y se ha dotado incluso del don de la infalibilidad para imponerse. Pero gobierna poco, ahora. En el Vaticano manda la curia, en su mayor¨ªa acomodados prelados italianos confabulados para que el pr¨®ximo Pont¨ªfice sea uno de ellos, es decir, un italiano.
Pese a todo, hay un relevo digno de subrayar: el del alem¨¢n Walter Kasper, sustituido por el obispo suizo Kurt Koch al frente del Consejo para la Unidad de los Cristianos. Te¨®logo excelente, adjunto en su juventud del gran Hans K¨¹ng en la Universidad de Tubinga, Kasper lleg¨® a cardenal de la mano de Juan Pablo II. Sigui¨® siendo un pensador libre. Lo demostr¨® cuando el ahora Papa, a la saz¨®n prefecto de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio de la Inquisici¨®n), public¨® el documento Dominus Iesus sosteniendo que las Iglesias de la Reforma no eran Iglesias en sentido propio. "Es una afirmaci¨®n deplorable, que ha herido a los otros y me hiere tambi¨¦n a m¨ª", proclam¨® entonces Kasper. El Papa lo manda de vuelta a casa.
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