Tablas de surf con pisco 'sour'
La afamada ola izquierda de Chicama mide 1,8 kil¨®metros y forma tubos de dos metros. Y de ah¨ª a M¨¢ncora, otro punto clave en el mapa surfero de Per¨²
Cuenta Felipe Pomar, el legendario surfista peruano, que la experiencia m¨¢s peligrosa que ha vivido sobre una tabla data de 1974, cuando, tras un terremoto que asol¨® Lima, ¨¦l y otra gran figura de ese deporte, Pitty Block, se adentraron en la playa de Punta Hermosa a ver qu¨¦ pasaba. Vivieron momentos de p¨¢nico cuando el mar los empez¨® a arrastrar hacia dentro y otros de incr¨¦dulo ¨¦xtasis al ser capaces de remontar un tremendo tsunami que los devolvi¨® a la orilla. Pomar -primer campe¨®n mundial peruano- tiene en la actualidad 66 a?os, vive en Hawai y sigue activo. Es uno de los h¨¦roes y precursores de la gran afici¨®n al surf en Per¨², casi equivalente a la del f¨²tbol. M¨¢s de tres mil kil¨®metros de costa pac¨ªfica con decenas de playas de arena aptas para el deporte de cabalgar las olas, atraen cada a?o a aficionados de medio mundo.
Gu¨ªa
C¨®mo ir y d¨®nde dormir
? De Lima a M¨¢ncora hay unos lujosos autobuses con literas. A M¨¢ncora se puede volar desde la capital hasta Tumbes o llegar a esta ciudad desde Guayaquil (Ecuador).
? Hotel Chicama Surf & Spa (www.chicamasurf.com; 00 51 44 57 62 06). La habitaci¨®n doble cuesta 190 euros.
? Hotel DCO (www.hoteldco.com; 00 51 73 25 81 71). Los hoteles realizan traslados desde el aeropuerto. La habitaci¨®n doble, 150 euros.
Informaci¨®n
? Gu¨ªa de la Costa Norte. Rafo Le¨®n. 2009. AFP Horizonte/Planeta.
Algunas de las mejores se forman en el norte, en Chicama y M¨¢ncora. En la primera, a 74 kil¨®metros al norte de la ciudad de Trujillo, sorprende un largo muro sobre el que se puede leer: "Bienvenidos a Malabrigo. Capital de la ola izquierda perfecta m¨¢s larga del mundo". El paisaje es agreste y el viejo pueblo de pescadores est¨¢ muy deteriorado. Pero hace dos a?os se abri¨® frente al mar el hotel Chicama Surf & Spa, un resort para surfistas con 18 habitaciones dise?ado por un arquitecto que ha tenido en cuenta todas las necesidades de los surfistas. "Hace treinta a?os que vengo a Chicama, es un sitio con magnetismo", dice su director y due?o, Alfredo Costa Bauer. C¨®modo y abierto al buen clima de la zona (un promedio de 24? C durante todo el a?o), con piscina, restaurante de cuidada gastronom¨ªa (los cebiches de pescado fresco y el pisco sour son un ritual obligado), no s¨®lo tiene un servicio de secado del wetsuit y lugar para dejar las tablas, sino unas zodiac a motor que llevan al surfista al punto donde empieza la famosa ola. A lo largo de 1,8 kil¨®metros, divididos en cinco secciones, se forman casi durante todo el a?o olas consistentes, r¨¢pidas y de poderosos tubulares de uno a dos metros de altura. "Para los menos expertos hay tambi¨¦n olas suaves", explica Costa. En Chicama se encuentran adem¨¢s otros cuatro o cinco lugares de alojamiento.
El atractivo que sienten los peruanos por las olas es ancestral. Hace 4.000 a?os, los antiguos habitantes de esta regi¨®n constru¨ªan los llamados caballitos de totora, una fibra vegetal que usan hasta hoy los pescadores de Huanchaco (a pocos minutos de Chicama) para entrar y salir del mar atravesando la barrera de las olas. Jos¨¦ Mercedes Huamachumo es uno de ellos y proviene de una familia que los utiliza desde hace generaciones. Tiene 65 a?os y empez¨® a construirlos a los 10. "Ahora vemos las mareas por Internet", comenta. Es capaz de construir ante los ojos del visitante uno de estos caballitos de totora, de 30 kilos de peso, en una hora y media. Su hijo Lucio Esteban, de 32 a?os, contin¨²a la tradici¨®n. La vida de estas embarcaciones es apenas de un mes y medio. En la playa de Huanchaco se puede surfear junto a los caballitos de la veintena larga de pescadores que todav¨ªa los usan. Surf y arqueolog¨ªa se dan la mano.
Huanchaco se encuentra a diez minutos de Chan-Chan, la ciudad de barro m¨¢s grande del mundo; a 15 minutos de la ciudad de Trujillo, capital del departamento de La Libertad; a 30 minutos de las Huacas del Sol y La Luna, y a 45 minutos del complejo arqueol¨®gico El Brujo, uno de los descubrimientos arqueol¨®gicos m¨¢s interesantes de los ¨²ltimos tiempos.
Rumbo al Norte
Los surfistas y amantes del verano eterno acuden tambi¨¦n masivamente a M¨¢ncora. Un pueblo crecido al borde de la Panamericana (la autopista que une Alaska con la Patagonia) donde hay diversidad de alojamientos. Para llegar a esta localidad se puede empezar el viaje por el Norte llegando en avi¨®n desde Lima hasta Tumbes (en la frontera con Ecuador) y bajando por tierra hasta M¨¢ncora.
Y aqu¨ª, un secreto sorprendente. Si, llegados a este punto, se desea descubrir un dionisiaco remanso, un hotel boutique para reposar mente y cuerpo y perder la vista en el horizonte del Pac¨ªfico hay que visitar el DCO, en Las Pocitas, a diez minutos en los trepidantes mototaxis desde M¨¢ncora. Aqu¨ª se satisface el DCO -es decir, el deseo- de relax, de comer bien, de pasear por la playa interminable, de observar las barcas de pesca y divisar el paso de ballenas y delfines. Su arquitectura se integra con el paisaje. En DCO (www.hoteldco.com) no hay ni?os, s¨®lo se aceptan parejas y viajeros solitarios en busca de calma. Sus siete suites saludan al oc¨¦ano. Amaneceres y atardeceres se cuelan hasta la cama y el sonido de las olas te mece o act¨²a como despertador. Al pie del mar o de una piscina que se confunde con la orilla es imprescindible desacelerar absorbiendo la puesta de sol con un vaso de pisco en la mano. Cebiches, tiraditos y pescado a la plancha de la zona (r¨®balo, at¨²n) est¨¢n en el men¨², asesorado por chefs como Pedro Miguel Schiafino. Para redondear, un spa situado en la terraza mima los sentidos con aromaterapia, jacuzzi y masajes orientales.? Se puede llegar a la zona de Malabrigo desde Lima por avi¨®n hasta Trujillo. Luego por tierra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.