El milagro holand¨¦s
Un pa¨ªs con la extensi¨®n de Extremadura jugar¨¢ ma?ana su tercera final, fascinante para el gran vivero futbol¨ªstico de Europa - La generaci¨®n actual no seduce como otras, pero compite muy bien
En la historia del f¨²tbol, pocas aventuras han sido m¨¢s fascinantes que la de Holanda, un pa¨ªs con 16 millones de habitantes y la extensi¨®n de Extremadura. Un milagro. Un pa¨ªs donde el f¨²tbol era un asunto de marcianos hace medio siglo y ma?ana afronta su tercera final de un campeonato del mundo. No solo el Mundial est¨¢ en deuda con la ilusionista Holanda, sino todo el f¨²tbol.
A finales de los sesenta, cuando el gran Real Madrid se hab¨ªa quedado sin dep¨®sito, este deporte languidec¨ªa entre las trincheras dominantes del calcio y las violentas guerrillas de algunos clubes argentinos. Entonces, de la nada, en una naci¨®n donde el f¨²tbol era inexistente, subyugado por el ciclismo y el patinaje, en las calles de ?msterdam la pelota recobr¨® la sonrisa, surgi¨® de forma espont¨¢nea un fen¨®meno contracultural. Desde aquella ¨¦poca su cat¨¢logo de estrellas ha convertido a Holanda en el primer vivero de Europa, en el Brasil continental.
Todo empez¨® en una calle de ?msterdam donde do?a Petronella limpiaba camisetas
Todo empez¨® en el estadio De Meer, en Amsterdam, donde Petronella Bernarda Draaijier, la mujer encargada del servicio de limpieza de un club llamado Ajax, se empe?¨® en que su hijo Johan fuera alistado con 10 a?os en las categor¨ªas inferiores. Aquel delgaducho chiquillo, que dos a?os despu¨¦s perdi¨® a su padre, frutero, abri¨® la espoleta. Cruyff, Johan, nacido en 1947, siempre fue un transgresor, nunca acept¨® una orden. Ya en 1964, el propio Johan y Piet Keizer, un gran delantero del Ajax cuatro a?os mayor que el hijo de Petronella, se convirtieron en los primeros jugadores profesionales de Holanda. Junto a ellos, un grupo de futbolistas melenudos y de patillas infinitas acunados en los tiempos rebeldes de la beatleman¨ªa fueron refractarios a aquel f¨²tbol declinante que entonces imperaba. Fue la semilla de la popularizada despu¨¦s como naranja mec¨¢nica, en referencia de la exultante Holanda de 1974. En realidad no era tan mec¨¢nica, m¨¢s bien, como alguien subray¨® en la ¨¦poca, era la desorganizaci¨®n m¨¢s organizada que se haya conocido. La Holanda de Cruyff, Neeskens, Rep, Krol, Haan y tantos ilustres, se convirti¨® en el subcampe¨®n m¨¢s seductor que se recuerde. Perdi¨® con Alemania en M¨²nich, y cuatro a?os despu¨¦s caer¨ªa de nuevo ante el anfitri¨®n, Argentina, pero ya sin Johan Cruyff al frente, enfrentado con los directivos. Antes de aquella final perdida ante los germanos, el f¨²tbol holand¨¦s ya sumaba cuatro Copas de Europa: una el Feyenoord de Israel y Van Hanegem -sus dos islotes en la selecci¨®n que gobernaba con pu?o de hierro el Ajax- y tres el equipo de ?msterdam, que repetir¨ªa en 1995. En 1988 tambi¨¦n hizo bingo el PSV, que frustr¨® al gran Real Madrid de un buitre y su quinta.
De la escuela holandesa no solo se han exportado jugadores, sino un m¨¦todo, un dictado que ha servido de andamiaje para algunos equipos de leyenda: el Milan de Arrigo Sacchi que abrazaban Van Basten, Rijkaard y Gullit, el Bar?a de ensue?o de Cruyff y Ronald Koeman o la actual selecci¨®n espa?ola. Esta ha metabolizado el gui¨®n holand¨¦s con el equipo azulgrana de cord¨®n umbilical, primero en los tiempos de Van Gaal y luego en la obra perfeccionada por Rijkaard y rubricada hasta lo sublime por Pep Guardiola.
La generaci¨®n actual, la que ma?ana se medir¨¢ a Espa?a, no es la de mayor fantas¨ªa, ni mucho menos. Es naranja, pero ya no tiene aquel encanto revolucionario de los setenta, ni la maravillosa versatilidad del equipo de los noventa que lideraba un bailar¨ªn del Bolshoi como Van Basten, ni la m¨¢s tecnocr¨¢tica de Kluivert, Bergkamp y Overmars. Todas ellas tuvieron alg¨²n cortocircuito, bien porque se cruzaron con equipos campeones, o bien porque alguien tir¨® una cerilla en su concentraci¨®n. Desde los tiempos de Cruyff, no han sido pocos los conflictos internos, incluidas las sospechas entre las nomenclaturas del Ajax, el Feyenoord y el PSV. En ?frica, la selecci¨®n ha vivido en armon¨ªa. Sin el talento de sus antepasados, el grupo de Bert van Marwijk ha sabido cohesionarse. En cuanto a tensi¨®n competitiva nada tiene que envidiar a los equipos de sus conspicuos predecesores. Esta selecci¨®n triunf¨® en sus ocho partidos de la fase de clasificaci¨®n (ante Noruega, Escocia, Macedonia e Islandia) y lleva otras seis victorias en Sud¨¢frica. Desde el deslumbrante Brasil de 1970 ning¨²n equipo ha encadenado racha semejante. No es la mejor Holanda, pero no es una selecci¨®n cualquiera y el f¨²tbol hace tiempo que la espera en el trono. Tambi¨¦n la espera Espa?a, a la que jam¨¢s se ha enfrentado en una Eurocopa o un Mundial. Los amistosos s¨ª que han resultado ¨²tiles: en 1957, Di St¨¦fano debut¨® con Espa?a ante Holanda, lo mismo que Xavi y Puyol el 15 de noviembre de 2000. C¨®mo han cambiado las cosas desde entonces: m¨¢s cautivadora esta Espa?a; m¨¢s competitiva esta Holanda donde los milagros no tienen fin.
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