Las multinacionales no golean
Messi, Cristiano, Kak¨¢, Rooney y Rib¨¦ry no responden a las expectativas publicitarias
Adidas, la marca m¨¢s fiel a la FIFA, se qued¨® sin la gran estrella que patrocina, Lionel Messi, el d¨ªa que le eliminaron en los cuartos de final coincidiendo con la humillaci¨®n m¨¢s grande de Argentina en un Mundial desde 1974. Dijo Arrigo Sacchi, el ex seleccionador italiano, que Messi "fue la ¨²nica gran figura que estuvo a la altura de su prestigio en Sud¨¢frica". Al menos, fue la ¨²nica de las grandes estrellas que abandon¨® el campo llorando desconsoladamente. Sony se qued¨® sin el doliente Kak¨¢, que se retir¨® se?alando su pubis inflamado. Castrol perdi¨® a Cristiano en alg¨²n campo de ?frica y lo ¨²ltimo que se supo de ¨¦l fue que escupi¨® al camar¨®grafo que le segu¨ªa por la cancha. Coca-Cola no logr¨® rentabilizar un solo disparo de Rooney entre los tres palos. McDonald's tampoco consigui¨® que el ego¨ªsmo de Rib¨¦ry vendiera m¨¢s hamburguesas. Del lado espa?ol, El Corte Ingl¨¦s asisti¨® con resignaci¨®n a la suplencia de Fernando Torres.
"Los jugadores no consiguen nada por separado", recuerda Van Bronckhorst
Hay algo salvaje en el f¨²tbol. Algo relacionado con su condici¨®n de juego de orden misterioso, hostil al control externo, inh¨®spito a las reglas del marketing. Desde su creaci¨®n, hace casi un siglo, la Copa del Mundo ha encumbrado a los mejores futbolistas. Procurando adelantarse a los acontecimientos, las multinacionales que rodean a la FIFA se lanzaron a firmar contratos para unir sus im¨¢genes a distintos individuos cuyo rendimiento individual hac¨ªa suponer su apoteosis exitosa en Sud¨¢frica. Las seis mayores apuestas de los inversores fueron Messi, Cristiano, Rooney, Kak¨¢, Torres y Rib¨¦ry, por este orden. No acertaron ni una.
Diego Maradona alcanz¨® lo m¨¢s parecido a la gloria en solitario en 1986, en el Mundial de M¨¦xico. Su epopeya coincidi¨® con el apogeo del individualismo en una ¨¦poca marcada por la presidencia estadounidense de Ronald Reagan. Como una se?al de los tiempos, este campeonato castig¨® a los aventureros que se alejaron del grupo. Gio van Bronckhorst, el capit¨¢n de Holanda, se encogi¨® de hombros el s¨¢bado: "Ya sabemos c¨®mo est¨¢n las cosas en el f¨²tbol. Aqu¨ª los jugadores por separado no consiguen nada. Este Mundial est¨¢ demostrando que lo importante es la colaboraci¨®n entre todos. Es la hora de los equipos".
El fracaso de Carlos Dunga con Brasil, de Fabio Capello al frente de Inglaterra y de Maradona como seleccionador argentino record¨® que Sud¨¢frica no es pa¨ªs para histriones. Los entrenadores que acapararon m¨¢s protagonismo que sus jugadores se extinguieron en los cuartos de final. El m¨¢s alborotador de todos fue Maradona, cuyas exhibiciones dram¨¢ticas fueron proporcionales a su incompetencia. Despu¨¦s de pasarse dos a?os poniendo dificultades t¨¢cticas a Messi, el seleccionador argentino dej¨® que su instinto le guiara. Sospech¨® que para ganar el torneo deb¨ªa cargar toda la responsabilidad en su jugador de mayor talento y trat¨® de convertir a Messi en un fact¨®tum que compensara los problemas defensivos y el vac¨ªo en el centro del campo argentino. Maradona acompa?¨® sus improvisaciones con un discurso cursi: "Yo quiero que Lio sea feliz. ?l es feliz con la pelota y lo que yo he dicho a los muchachos es que tienen que dar la pelota a Lio". Las consecuencias fueron tan desgraciadas para Messi como para los muchachos. Alemania les gan¨® por 4-0.
El seleccionador portugu¨¦s, Carlos Queiroz, se paseaba melanc¨®lico hace unos d¨ªas por los centros comerciales m¨¢s opulentos de Johanesburgo. Mientras su esposa iba de compras, ¨¦l meneaba la cabeza. "?Qu¨¦ le pas¨® a Cristiano? ?Por qu¨¦ jug¨® tan mal?", le preguntaban. "No lo s¨¦", contestaba Queiroz con una tristeza que invitaba a pensar en su sinceridad. Cristiano jug¨® como delantero con Portugal y solo fue capaz de meter el sexto gol a Corea del Norte en una goleada que acab¨® en 7-0. Fue de rebote. Y completamente irrelevante.
En los ¨²ltimos 60 a?os han sido muy pocos los 10 de Brasil que no dejaron su sello en la Copa del Mundo. Kak¨¢ pasar¨¢ a la historia por ser una de las excepciones. Hizo poco en 2006 y en 2010, m¨¢s all¨¢ de dos asistencias de categor¨ªa, fue incapaz de elevar el nivel. El m¨¦dico de la selecci¨®n brasile?a, Jos¨¦ Luis Runco, dijo lo que el jugador siempre ocult¨®: "Tiene una pubalgia. Si ha jugado ha sido solo porque hay un Mundial. En condiciones normales, debe descansar". Kak¨¢ tampoco dio buenas noticias a su club, el Real Madrid, antes de irse de vacaciones: "Ahora pensar¨¦ si paso por el quir¨®fano".
El caso de Rooney result¨® doloroso. El emblema de la selecci¨®n de Inglaterra, famoso por su energ¨ªa y su capacidad goleadora, se apag¨® en Sud¨¢frica. Jug¨® cuatro partidos, contra Estados Unidos, Argelia, Eslovenia y Alemania, y solo fue capaz de rematar seis veces a puerta. Una vez por hora. No hizo ning¨²n gol. Su hermoso rostro pueril, desconcertado ante la derrota, reflej¨® fielmente el fracaso del individualismo. Fabio Capello, el seleccionador mejor pagado del planeta, con siete millones de euros anuales, no le ofreci¨® ni una soluci¨®n.
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