"La estabilidad del Gobierno de la naci¨®n necesita de PNV y CiU"
Desde su infancia, Alfonso Guerra tuvo una visi¨®n de los vascos como un pueblo aguerrido y valiente que, junto a los asturianos, plantaban cara al r¨¦gimen de Franco. En la adolescencia lo vivi¨® con claridad evidente y, m¨¢s tarde, cuando empez¨® a mantener los primeros contactos pol¨ªticos fuera de su Sevilla natal, el Pa¨ªs Vasco se convirti¨® en el lugar natural para "ir a beber a la fuente". Lo que m¨¢s le choc¨® fue la verde belleza del paisaje. Ten¨ªa una imagen idealizada de los "guerreros vascos" y result¨® que viv¨ªan en un lugar paradis¨ªaco como un Ed¨¦n. En Euskadi celebr¨® sus primeras reuniones clandestinas con Nicol¨¢s Redondo y con Eduardo L¨®pez Albizu, Lalo, padre del lehendakari, con quienes empez¨® a reunirse en Vizcaya. Generalmente, acud¨ªa a Portugalete, donde viv¨ªan Nicol¨¢s, Lalo y tambi¨¦n Ant¨®n Saracibar. "Tengo una memoria muy clara de las reuniones en la cocina de la casa de Ant¨®n, donde siempre me preguntaba: ?por qu¨¦ nos traer¨¢n a la cocina? Probablemente, ser¨ªa el lugar donde menos nos o¨ªan los vecinos, el m¨¢s aislado". Corr¨ªa el a?o 1964, en plena dictadura, y Guerra recuerda que en esa ¨¦poca ya asisti¨® a un curso pol¨ªtico con los socialistas en Carmaux, cerca de Toulouse, el pueblo minero donde naci¨® el fundador del Partido Socialista Franc¨¦s, Jean Jaur¨¦s. All¨ª estaban Nicol¨¢s y Lalo.
"Hay que eliminar a ETA por el m¨¦todo represivo, judicial y policial"
"Ibarretxe y Maragall ten¨ªan que haberse guardado sus proyectos"
"Trabajemos hasta el l¨ªmite que permitan las leyes contra un fraude de Batasuna"
"El PNV camin¨® hacia la legitimidad hist¨®rica, m¨¢s que la democr¨¢tica"
"La experiencia del pacto con el PP est¨¢ funcionando bien"
"Mostrar que el nacionalismo puede sustituirse tiene un valor extraordinario"
A partir de entonces, "sub¨ªa" casi cada fin de semana al Pa¨ªs Vasco, desde donde pasaba a Francia para reunirse con la direcci¨®n del PSOE en el exilio. En uno de esos viajes peri¨®dicos conoci¨® a Enrique M¨²gica, en cuya casa empez¨® a quedarse cuando deb¨ªa hacer noche en San Sebasti¨¢n. "Los hijos de Enrique me llamaban 'El mago' porque les hac¨ªa juegos de manos y me divert¨ªa much¨ªsimo con los tres", rememora ahora. "Hay una an¨¦cdota extraordinaria. Ten¨ªa que pasar siempre a Francia clandestinamente porque no ten¨ªa pasaporte. Como Enrique pensaba en aquel entonces, al igual que otros, que yo era un peligro por mi radicalismo, todos ten¨ªan pases falsificados menos yo. Muchas veces tuve que quedarme en San Sebasti¨¢n. Era el truco que usaba Enrique cuando no era muy amante de mis posiciones. Ahora es muy amigo".
Guerra pas¨® m¨¢s de ocho a?os sin pasaporte y en esa ¨¦poca cruzar la frontera de forma clandestina siempre resultaba peligroso. Hab¨ªa cuatro maneras de atravesar la muga: con pases falsos de 48 horas, por el monte, por la playa o cruzando el Bidasoa. "Llegaba una lancha; uno de los tripulantes se tiraba al agua y otro sub¨ªa". De esa forma, quien llegar¨ªa a ser vicepresidente del Gobierno de Espa?a durante poco m¨¢s de ocho a?os cruz¨® a Francia para organizar el XII Congreso del PSOE en Toulouse en 1972.
La referencia a sus viejos compa?eros se centra de forma insistente en L¨®pez Albizu, para Guerra un modelo de hombre valiente: "Cuando pas¨¢bamos la frontera clandestinamente o con pases falsos, Lalo siempre llevaba los bolsillos llenos de papeles comprometedores o de propaganda. Yo me dec¨ªa ?eso no lo har¨¦!, y a la tercera ya estaba haciendo lo mismo. Pero ¨¦l sub¨ªa el list¨®n, se llenaba el pecho y la espalda de papeles. Ten¨ªa que seguirle. Luego se llenaba los forros de la chaqueta de francos para comprar alguna multicopista, y al final yo tambi¨¦n llevaba dinero. Lalo me abri¨® el camino de la valent¨ªa en la lucha clandestina".
Su ¨²ltimo paso de este tipo se produjo en noviembre de 1975, poco antes de morir Franco. Semanas m¨¢s tarde, las fuertes presiones del Gobierno alem¨¢n le permitieron trasladarse a Alemania al Congreso del SPD, presidido por Willy Brandt. Tres d¨ªas despu¨¦s llegaba Felipe Gonz¨¢lez, a quien tambi¨¦n hab¨ªa concedido el Gobierno franquista por pocas fechas el valioso pasaporte.
"Meses antes viv¨ª una fecha muy importante en el Pa¨ªs Vasco: septiembre de 1974. Hicimos una reuni¨®n en el monte Jaizkibel donde redactamos la famosa Declaraci¨®n de Septiembre, el documento que marcar¨ªa toda la estrategia futura del partido socialista. De all¨ª inmediatamente pasamos al Congreso de Suresnes. Esta reuni¨®n en Jaizkibel fue muy importante", destaca el hoy presidente de la Comisi¨®n Constitucional del Congreso.
Son a?os convulsos. Se suceden la muerte del dictador, la legalizaci¨®n de los partidos y el Congreso del PSOE en San Sebasti¨¢n, donde es recibido en la puerta por Enrique Casas y Txiki Benegas, "dos buenos amigos".
Si a?os despu¨¦s con algunos compa?eros socialistas como Nicol¨¢s Redondo las relaciones se fueron deteriorando, con quien mantuvo Guerra una estrecha comuni¨®n hasta su muerte fue con el hist¨®rico dirigente Ram¨®n Rubial, del que recuerda su vida, sus a?os de c¨¢rcel, su militancia, la guerra... Conoci¨® a Rubial en un juicio que se celebraba en Madrid contra un grupo de vascos detenidos en una lonja donde editaban El Socialista. "Despu¨¦s del juicio nos fuimos a un restaurante, y all¨ª mantuve mi primera conversaci¨®n con ¨¦l. Me dej¨® muy impresionado", apunta Guerra. "Me pareci¨®, en Andalucia se dice mucho, 'la campana de Pamplona': el que habla poco y cuando habla, silencio total. 'Se ha dicho lo que hab¨ªa que decir, y no hay m¨¢s que decir, sobran las palabras'. Me pareci¨® una persona con una gran capacidad de tomar decisiones, y en pol¨ªtica he encontrado a muy pocas personas con ese don". Y prosigue: "Ver actuar a Ram¨®n era una iluminaci¨®n. No le daba vueltas a las cosas, no miraba el papel de canto, como se mira tanto en pol¨ªtica".
Guerra insiste en que Rubial era una persona que se compromet¨ªa con sus ideas, incluso cuando ya era muy mayor; que participaba en las ejecutivas, en las discusiones, votaba como el que m¨¢s y a veces lo hac¨ªa de una forma heterodoxa. "Fue un personaje de primer¨ªsima categor¨ªa", resume.
Al margen de su partido, y antes de que comenzase el periodo constituyente, mantiene relaci¨®n con algunos nacionalistas, como Juan Ajuriaguerra. "En ese periodo tengo bastantes conversaciones con ¨¦l. Era un tipo importante y cuando muri¨® se not¨® mucho su falta en la pol¨ªtica vasca. Tambi¨¦n con Arzalluz en esa ¨¦poca, pero hablar de Arzalluz conociendo todo lo que ha pasado despu¨¦s es muy dif¨ªcil", reconoce el ex vicepresidente. "El Arzalluz del periodo constitucional, a mi juicio, tiene muy poco que ver con el Arzalluz posterior. Probablemente, ¨¦l dir¨¢ que no, que ¨¦l no ha cambiado. Mi percepci¨®n es que s¨ª", abunda. "Cuando explico que Arzalluz fue un buen colaborador en el periodo constituyente me dicen que estoy loco, pero estoy diciendo la verdad de lo que fue. Que despu¨¦s Arzalluz tomase una deriva totalmente diferente no quita que all¨ª ocurri¨® como lo estoy contando y como lo viv¨ª. Al final, el PNV dijo no a la Constituci¨®n, al ser rechazada la famosa Disposici¨®n Adicional".
El ex vicepresidente del Ejecutivo incide en que siempre se ha hecho una pregunta a este respecto: "?Qu¨¦ hubiera ocurrido si UCD firma esa Disposici¨®n Adicional cuando Xabier Arzalluz hubiera vuelto al Pa¨ªs Vasco? Mi conclusi¨®n es que le hubieran desautorizado. No lo digo a humo de pajas. He hablado mucho con todos los personajes del momento", a?ade. "Al que yo vi actuar y el que tomaba las decisiones era Carlos Garaikoetxea. Estaba en el bar del Congreso a la espera de los resultados de las negociaciones, y todo lo que acord¨¢bamos con el PNV hab¨ªa que llev¨¢rselo al futuro lehendakari".
Guerra distingue tres partidos en la larga historia del PNV: el de antes de la guerra, el del exilio y el de la democracia recobrada. "En el exilio", opina el parlamentario socialista, "el PNV cambia absolutamente de estructura intelectual, porque se ve abocado a estar de acuerdo con aquellos que se enfrentan a la dictadura. El PNV vive entonces la transici¨®n de un partido conservador, ?c¨®mo dir¨ªa para no molestar a nadie?, clerical, m¨¢s que democristiano. Eso se modifica con el exilio, porque sus compa?eros de fatiga son laicos de izquierdas". Y apostilla: "Creo que eso les hace cambiar, como cambia la percepci¨®n de los dem¨¢s hacia ellos. Y cuando llega la democracia, se da esa actitud que, al rechazar la Constituci¨®n, vuelve hacia el pasado. Empiezan a caminar hacia los Derechos Hist¨®ricos, la legitimidad hist¨®rica, m¨¢s que la democr¨¢tica. ?Cu¨¢l era la legitimidad: la democracia que est¨¢bamos construyendo o la legitimidad de la historia?"
Tras muchas discusiones y altibajos, esa legitimidad llevar¨¢ al PNV a la deriva soberanista de Ibarretxe. Guerra aprecia otro componente que explica esa radicalizaci¨®n de los nacionalistas: el segundo mandato de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar al frente del Gobierno de Espa?a, entre 2000 y 2004, env¨ªa al lazareto intelectual a toda una ciudadan¨ªa. "Con la reacci¨®n en el Pa¨ªs Vasco y en Catalu?a, de Juan Jos¨¦ Ibarretxe y Pasqual Maragall, se va a dar un paso m¨¢s, y es la reforma de los Estatutos", explica el ex vicepresidente. Parec¨ªa que tras las elecciones de 2004 el PP seguir¨ªa gobernando, pero la sorpresa que es ganan Zapatero y el partido socialista. Guerra expone su juicio: "Ibarretxe y Maragall ten¨ªan que haber cumplido un compromiso con la historia: guardarse los dos proyectos de Estatuto. No lo hicieron, continuaron con ellos, y crearon una divisi¨®n que hab¨ªa originado inicialmente el presidente Aznar".
A lo largo de los a?os Guerra ha participado en todas las campa?as electorales del PSE y asistido a todos sus congresos. Uno de sus recuerdos m¨¢s amargos se produjo el 23 de febrero de 1984, cuando, nada m¨¢s llegar a Bilbao y apenas diez minutos despu¨¦s de entrar en el Hotel Ercilla, le comunican que acaba de ser asesinado Enrique Casas. Recuerda que antes de salir para San Sebasti¨¢n todo el mundo se vino abajo, se hundi¨® an¨ªmicamente, y a ¨¦l le toc¨® all¨ª animar a quienes estaban presentes. "Fue espantoso y uno de los peores recuerdos de nuestra vida de partido", lamenta.
El balance en Euskadi resulta escalofriante. "Para los socialistas vascos es muy duro hacer pol¨ªtica y tiene poco que ver con hacerla en C¨¢diz, en Badajoz o Valencia. Nunca seremos capaces de manifestar todo nuestro apoyo a lo que ha significado esto", destaca. Hoy gobierna Euskadi Patxi L¨®pez, el hijo de su viejo amigo Lalo.
- Tras algo m¨¢s de un a?o de Ejecutivo socialista en Euskadi, ?cu¨¢l es su percepci¨®n?
- "Es curioso. ?El pobre Lalo, si hubiera vivido esto, verdad! Esta situaci¨®n tiene dos focos: si lo miramos desde el Pa¨ªs Vasco, la sentencia es una, y desde fuera es otra. Mostrar que el predominio nacionalista en el Pa¨ªs Vasco no es una fuerza de la naturaleza que no puede sustituirse tiene un valor extraordinario, y eso se ha demostrado. Y no se han ca¨ªdo los cielos. El relajamiento que ha habido en muchos ciudadanos que no estaban en las tesis nacionalistas, y tambi¨¦n alg¨²n nacionalista, tiene un valor extraordinario". Y remacha: "Ahora bien, como pensador pol¨ªtico que por un momento se despoja de esas emociones, tan importantes cuando el PNV o CiU salen del poder, tengo que a?adir que los dos partidos son necesarios para la estabilidad de Gobierno de la naci¨®n. Esto plantea un problema de estabilidad democr¨¢tica en Espa?a muy importante".
En cuanto al pacto de sus compa?eros con el PP vasco, el diputado socialista recurre a los "cl¨¢sicos" que en la Rep¨²blica, a la pregunta de monarqu¨ªa o rep¨²blica contestaban: "Somos accidentalistas". "La verdad es que la experiencia para Euskadi est¨¢ funcionando bien, aunque en muchos sectores nacionalistas no le auguraban mucho futuro. Pero, por lo que se ve, durar¨¢ toda la legislatura", considera.
El ex n¨²mero dos del Ejecutivo central no cree que la situaci¨®n econ¨®mica, el traspaso de competencias como las pol¨ªticas de empleo o el desarrollo de las infraestructuras vayan a dificultar las relaciones entre el Gobierno vasco y el central, una cuesti¨®n tanto el PNV como el PP fuera de Euskadi utilizan para lanzar sus cr¨ªticas.. "No deber¨ªa", resalta, "porque la situaci¨®n de dificultad econ¨®mica no es solo para el Pa¨ªs Vasco, sino para toda Espa?a. No es que el Gobierno de Madrid elija al Pa¨ªs Vasco para rebajar o retrasar infraestructuras o competencias. Habr¨¢ sentido com¨²n y responsabilidad, pero no te puedes inventar una realidad inexistente. Es la que existe".
Con todo, el veterano pol¨ªtico se muestra convencido de que los gobiernos de todo el mundo han perdido capacidad de maniobra por la globalizaci¨®n econ¨®mica. ?l mismo viene afirmando desde hace tiempo que ese proceso se puede hacer de muchas maneras, y que las grandes corporaciones financieras le han reducido hoy el campo de maniobra a cualquier Ejecutivo. "La econom¨ªa ten¨ªa su centro de gravedad en la producci¨®n, y hoy no est¨¢ ah¨ª, est¨¢ en las finanzas", resume.
- Adem¨¢s de la crisis, Euskadi sigue padeciendo el terrorismo despu¨¦s de medio siglo. ?Ve alguna posibilidad de un pr¨®ximo final de ETA?
- "Aqu¨ª ha habido distintos gobiernos que lo han intentado por lo menos en tres ocasiones y en las tres han fallado, porque la otra parte no estaba dispuesta. Ahora da la impresi¨®n de que todo el mundo est¨¢ convencido de que ese no es el camino. Por tanto, hay que ir a la eliminaci¨®n de ETA por el m¨¦todo represivo, judicial, policial y con la colaboraci¨®n internacional. Y la impresi¨®n es que est¨¢n dando unos resultados extraordinarios".
Guerra enfatiza que en estos momentos no hay ninguna negociaci¨®n con la banda y que la posibilidad de que cualquier Gobierno d¨¦ el primer paso est¨¢ descartada. "Se lo han ganado a pulso. El final, es verdad, est¨¢ m¨¢s cerca de lo que estaba hace unos a?os. Ahora bien, dos tipos con una pistola siempre pueden formar un grupo terrorista, dos que queden y no acepten lo que imponga la mayor¨ªa. Pero la posibilidad de que tengan que rendir las armas est¨¢ m¨¢s cerca".
Respecto a la posibilidad de que la ilegalizada Batasuna pueda presentarse a las pr¨®ximas elecciones, el presidente de la Comisi¨®n Constitucional del Congreso recalca que hay procedimientos jur¨ªdicos para evitarlo. "Hay que trabajar hasta el l¨ªmite de lo que permitan las leyes para impedir el fraude, porque ser¨ªa un fraude. Mi opini¨®n es que no estar¨¢n en las listas electorales", concluye.
Perfil
Und¨¦cimo hijo de una familia de 13, Alfonso Guerra naci¨® en Sevilla en 1940. Estudi¨® Ingenier¨ªa T¨¦cnica Industrial y Filosof¨ªa y Letras. Durante la dictadura compatibiliz¨® su militancia clandestina en el PSOE con la docencia universitaria. En 1974, particip¨® en el hist¨®rico Congreso de Suresnes. Diputado al Congreso por Sevilla desde 1977, contribuy¨® a la redacci¨®n de la Constituci¨®n de 1978. Director de las primeras campa?as electorales y vicesecretario general del partido (1979-1997), fue vicepresidente de los gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez entre 1982 y 1991. Desde mayo de 2004 preside la Comisi¨®n Constitucional del Congreso de los Diputados. Es presidente de la Fundaci¨®n Pablo Iglesias y de la Fundaci¨®n Sistema y autor de varios libros, entre ellos La democracia herida, Dejando atr¨¢s los vientos y Memorias 1940-1991.
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