De orejas y bellezas
El ganadero Victoriano del R¨ªo debut¨® con buen pie en Pamplona. Los cuatro primeros toros tuvieron nobleza. Se movieron. Dieron juego como para haberles cortado las orejas. El quinto, de 600 kilos, ten¨ªa menos fuerza que sus hermanos. El sexto no humillaba, echaba la cara arriba. Era distra¨ªdo y no se empleaba.
El Juli tore¨® muy bien a su primero, segundo de la tarde. Realiz¨® una faena completa. Trenz¨® series de derechazos y naturales ligados. Toreo dominador de principio a fin. Mat¨® de una estocada desprendida. El p¨²blico pidi¨® las dos orejas y el presidente, asesorado por Ignacio Usachi, un excelente y gran aficionado, dijo que con una oreja iba que chutaba (?no les suena esta palabra en estos d¨ªas a algo?). Acert¨® el presidente (acert¨® Usachi).
DEL R?O / D?AZ, EL JULI, TALAVANTE
Toros de Victoriano del R¨ªo: muy bien presentados, buenos 1?, 3? y 4?; los dos restantes, sin clase.
Curro D¨ªaz: estocada ca¨ªda -aviso-, cinco descabellos (silencio); pinchazo hondo y cinco descabellos (saludos).
Juli¨¢n L¨®pez El Juli: estocada desprendida (una oreja); estocada trasera y descabello (oreja y pas¨® a la enfermer¨ªa).
Alejandro Talavante: pinchazo, estocada defectuosa -aviso- y tres descabellos (silencio); estocada atravesada (silencio).
Plaza de toros de Pamplona, 12 de julio. Lleno.
Los pases m¨¢s templados salieron de las mu?ecas de Talavante
Adem¨¢s, para efectos bullangueros, la oreja se la regalaron en su segundo, quinto de la tarde, despu¨¦s de una faena insulsa y sin relieve. Una faena aparatosa como el ung¨¹ento. Despu¨¦s de una cogida, por culpa del propio El Juli, el p¨²blico se abland¨® y le llev¨® la oreja a la enfermer¨ªa.
Respecto a Curro D¨ªaz se cumpli¨® el vaticinio de quienes lo ve¨ªan como un torero de medias faenas. O sea, un apuntar sin disparar. Lance¨® a sus dos toros con belleza y comp¨¢s. Inici¨® la faena con trincherazos de un gusto exquisito. Instrument¨® derechazos ligados, cadenciosos, rematados con pases de pecho de muchos quilates. Volvi¨® a los trincherazos, que los ejecutaba de maravilla. Belleza, belleza, belleza...
Pero la belleza en el toreo no es la misma belleza que vive en las flores, en las palomas y en los perfumes (tal vez los perfumes de las flores no son sino sus sentimientos). La belleza en el toreo debe ir unida indisolublemente con la hondura. No hay cosa m¨¢s honda y bella como el duende ("esa habitaci¨®n interior de la sangre", en boca de Garc¨ªa Lorca). Lo dicho de ese primer toro, parece calcado para enjuiciar la labor de su segundo. Apunt¨® bru?idos muletazos. Fueron excelsos algunos de pecho. Desparram¨® varios trincherazos de cartel de toros. Puso belleza sobre la arena... Y otra vez est¨¢bamos ante una belleza hu¨¦rfana de hondura. Para estropearlo todo, mat¨® rematadamente mal.
Alejandro Talavante debi¨® cortarle las orejas a su primer toro. En algunas series, tanto por la derecha como por la izquierda mostr¨® una buena capacidad para el temple. Los pases m¨¢s templados de la corrida estuvieron en sus mu?ecas de az¨²car. No gan¨® trofeo alguno por su pobreza con los aceros. ?Hondura, d¨®nde est¨¢s?Feria de San Ferm¨ªn
S¨¦ptimo festejo
Babelia
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