M¨¢s muertas, m¨¢s campa?as machistas
En los ¨²ltimos seis meses, 39 mujeres muertas a manos de sus parejas o ex parejas, en Espa?a. En todo el a?o pasado cayeron 55. De estas 39, como de las otras 55, unas pocas hab¨ªan denunciado malos tratos, por lo que se ve, con poca suerte o poca protecci¨®n. De hecho, una de las ¨²ltimas hab¨ªa visto c¨®mo, 10 d¨ªas antes, un juez consideraba insuficiente su petici¨®n de socorro. En un juicio r¨¢pido, posible gracias a la ley de violencia de g¨¦nero. Que duerma bien. El juez.
Nadie llega a acertar con un cuchillo de cocina sin haberlo esgrimido antes: denunciantes o no, las v¨ªctimas lo han sido despu¨¦s de una larga cadena de sufrimientos. Uno de los ¨²ltimos asesinos hab¨ªa escrito de antemano su confesi¨®n, y la llevaba en el bolsillo cuando fue a matarla. Hab¨ªa preparado y acariciado su crimen.
El aumento de mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas coincide con campa?as neomachistas
Los guiris dicen que hay que ver, cu¨¢nto se mata en Espa?a. Es que las contamos, se?or, suelo contestar. Y lo que no se cuenta, no se tiene en cuenta. Espa?a y Canad¨¢ las cuentan. Nadie m¨¢s. Uno de los empe?os de las feministas en el seno de Naciones Unidas es exigir a los pa¨ªses miembros que cuenten sus muertas. Muchos se niegan.
El n¨²mero de muertas en Espa?a en los ¨²ltimos seis meses supera la estad¨ªstica del a?o anterior. Y coincide con una aut¨¦ntica campa?a del neomachismo -t¨¦rmino felizmente acu?ado por Amparo Rubiales- en varios frentes.
Si todos son pol¨ªticos, que lo son, el primero lo es directamente: la campa?a a deg¨¹ello contra el Ministerio de Igualdad y contra la ministra, desde el mism¨ªsimo d¨ªa en que fue nombrada. Me extra?a no haberla visto llorar como a aquella magn¨ªfica ministra francesa. Yo hubiera llorado varias veces, y eso no mermar¨ªa ni mi inteligencia ni mi eficacia. La derecha no puede tolerar los pasos hacia la igualdad entre las mujeres y los varones, y la discriminaci¨®n positiva, tan t¨ªmida, les parece mucho m¨¢s discriminatoria que esa discriminaci¨®n negativa que venimos soportando hace mil siglos, y que ahora se da un pasito para atajar. Pero as¨ª es la vida: los privilegios se dan siempre a base de despose¨ªdos, es decir, con v¨ªctimas, y hay un momento en que ¨¦stas quieren, sobre todo, dejar de serlo. Eso ha pasado con las mujeres. Un Ministerio que propone y vigila que se cumplan los baremos de igualdad, y que plantea nuevos programas con este fin, me parece absolutamente necesario en una sociedad tan desigual como la nuestra.
El segundo frente es la prioridad legal de la llamada "custodia compartida", que estar¨ªa y est¨¢ muy bien en los casos de com¨²n acuerdo en el divorcio, pero que es un truco malo si hay malos tratos, separaci¨®n contenciosa o abandono manifiesto. En suma, me parece que no debe ser el procedimiento legal prioritario, ni que pueda ser impuesto por el juez, y no solo a m¨ª, sino a la inmensa mayor¨ªa de las juristas, y conste que el ir y venir de los ni?os de casa a casa no me parece tan peligroso como el que sigan en la de siempre, viendo y oyendo vete a saber qu¨¦. Los ni?os son instrumentos arrojadizos, pero lo son con divorcio y sin ¨¦l, y lo son en muchas, demasiadas familias. Dice ?ngela Alemany, abogada y miembro de la Asociaci¨®n de Mujeres Juristas Themis, que "la custodia compartida solo deber¨ªa contemplarse en aquellos casos en que ambos progenitores est¨¦n de acuerdo, y preservando siempre el inter¨¦s del menor que es el bien jur¨ªdico a proteger".
Tambi¨¦n est¨¢ la campa?a para imponer el c¨¦lebre SAP como prueba aceptable en los juicios de divorcio y custodia de menores. El SAP, dise?ado y apoyado por algunas organizaciones integristas norteamericanas, es el llamado S¨ªndrome de Alienaci¨®n Parental, un desvar¨ªo de la mente del menor inducido por la mal¨ªsima que tiene su custodia. Hombre, que hay gente que malmete, hay gente que malmete. Pero diagnosticar SAP para anular la voluntad del menor o poner en juicio su testimonio, y que ese diagn¨®stico psicol¨®gico tenga validez jur¨ªdica, eso s¨ª que puede da?arle abundantemente en su psique. Lo deseable es que los ni?os no fueran a los tribunales, pero si es necesario, que vayan con todas las de la ley. El SAP, cient¨ªficamente contestado en los mismos Estados Unidos de Am¨¦rica, es solo un instrumento para castigar y desmentir a las madres.
Y, por fin hay otra sorda campa?a contra la Ley de Igualdad, por un lado, y contra la de Violencia Machista -que ya s¨¦ que no se llama as¨ª, aunque deber¨ªa- que esgrime la supuesta falsedad de las denuncias de malos tratos. Yo no digo que no haya casos de denuncias tramposas, pero no ponen a prueba la ley: en todo caso, su funcionamiento, que debe preservar el derecho de defensa y presunci¨®n de inocencia que tiene cualquier acusado, inocente o culpable. Mientras, demasiadas veces, cuando quiere llegar la ley, la mujer ya est¨¢ muerta. ?No conmueve esto a los buenos padres que llenan los medios de soflamas por los maridos suicidados -despu¨¦s de cargarse a la suya, claro- y por quienes fueron "atrapados" por la ley de violencia? Pues no, no les conmueve ni lo m¨¢s m¨ªnimo. Est¨¢n en una guerra abierta, la guerra de los sexos, y esperan restaurar la situaci¨®n de prepotencia y poder¨ªo anterior, con todas las leyes de su parte. Como antes.
Y mientras, y han muerto una a una, asesinadas de una en una, 39 mujeres han ca¨ªdo en solo seis meses y solo en Espa?a. Algunos de los asesinos se han suicidado despu¨¦s. Podr¨ªan haber empezado por lo segundo, digo yo.
Rosa Pereda es escritora y periodista.
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