El Tour salvaje ha vuelto
Un 'sprint' con cabezazos y victoria de Cavendish despierta a la carrera de los efectos del calor
Andy no solo no le roba el botell¨ªn a Contador, como hac¨ªa el sediento Armstrong cuando el samaritano Iv¨¢n Guti¨¦rrez trata de calmarle la sed, sino que, en el t¨®rrido traslado a lo largo del valle del Drome, a 30 por hora tras la fuga torturada entre campos de lavanda, peque?os vi?edos, ¨¢rboles dispersos, le da conversaci¨®n para que el calor no les termine de dormir. Hablan de Cura?ao, de las vacaciones que pasaron juntos, de qu¨¦ har¨¢n este verano si ganan el Tour y tambi¨¦n si no. Y despu¨¦s, cuando sopla un poco de viento y entre Cancellara y Voigt despiertan al pelot¨®n l¨¢nguido atronando en cabeza a 70 por hora, desafiando el viento de costado un rato, Andy, tan dulce de amarillo, que hasta se ha puesto una pulsera de las de Armstrong porque dice que hace juego con su maillot de l¨ªder, cuando ve que a Contador le hace sufrir el peligro de corte, y que la rueda de Vinok¨²rov, que trata de protegerlo, se le atraganta por explosiva, le hace un hueco a su espalda, ah¨ª detr¨¢s, le protege, le cuida. "Somos amigos", dice, y lo dice con tal sonrisa de ni?o bueno, todo lo m¨¢s un poco p¨ªcaro de mirada, que m¨¢s que de su enemigo en el Tour parece que habla de su compa?ero de escuela en el pueblo de la casa de la pradera.
Renshaw, lanzador del ganador, fue expulsado tras golpear al neozeland¨¦s Dean
As¨ª estaba el Tour, sumido en el sopor provenzal, perdiendo sus tradiciones, su tendencia inevitable al cinismo, al canibalismo, a las miradas asesinas que hicieron grandes a todos los grandes, con etapas en las que todos se esperan cuando caen, cuando Mark Renshaw dio tres cabezazos a 70 por hora a uno que le disputaba el espacio vital en el sprint y lo devolvi¨® a su espacio m¨ªtico y salvaje.
A Renshaw, australiano, un armario de m¨²sculos, plet¨®rico y cuello de toro que act¨²a de lanzador de Cavendish, ingl¨¦s, no le gust¨® en absoluto que a falta de 500 metros llegara a su altura por la derecha Julian Dean, neozeland¨¦s, lanzador de Farrar, norteamericano, y le metiera ligeramente el codo entre el manillar y el pecho. Le gust¨® tan poco que, al estilo del keirin, la modalidad del vel¨®dromo con la que le salieron los dientes como ciclista en la que la regla es embestirse como toros para hacerse hueco, le respondi¨® instintivamente con tres cabezazos al hombro. "Defend¨ªa su espacio vital", explic¨® Cavendish, quien aprovech¨® la circunstancia para escabullirse por la izquierda, junto a las vallas, y salir disparado como si hubiera metido un turbo en la bici. Pero ah¨ª no termin¨® la faena, espl¨¦ndida, del australiano: desactivado Dean y cuando Farrar intent¨® aprovechar la estela de Cavendish a¨²n tuvo reflejos para cerrarlo descaradamente contra las vallas. "Si no me apoyo con la mano en Renshaw, me caigo", dijo el norteamericano.
As¨ª, el d¨ªa en que en B¨¦lgica operaban a Tom Boonen de las lesiones que se produjo en una ca¨ªda provocada por Cavendish en la Vuelta a Suiza, el bad boy de Man amante de los grandes gestos gan¨® su tercera etapa en el Tour 2010, su 13? en sus tres Tours, con lo que romp¨ªa el empate a 12 con su mentor, Erik Zabel, que ahora se dedica a hacer la etapa en furgoneta por delante del pelot¨®n para contarle a Cavendish por d¨®nde llegan los vientos, c¨®mo son las curvas, d¨®nde tiene que arrancar. C¨®mo si le hiciera falta. A Renshaw, inevitablemente, le expulsaron del Tour. No podr¨¢ ayudar a su jefe ingl¨¦s en los dos sprints que quedan, el de Burdeos y el de Par¨ªs, y gran parte del pelot¨®n lo aplaudi¨®, pues se libraban de un peligro, aunque ello suponga que hoy mismo, el d¨ªa de Mende, se vuelva al alm¨ªbar y a los buenos sentimientos.
Camino de Mende, hace 15 a?os, en los tiempos en los que la rivalidad estaba re?ida con la amistad, Manolo Saiz despleg¨® al ONCE en perfecta estrategia, aisl¨® a Indurain y lanz¨® a Jalabert hacia la victoria final. Sin embargo, la ayuda de unos cuantos equipos que apreciaban m¨¢s la caballerosidad del navarro que el mal genio del c¨¢ntabro, desbarat¨® la conquista. Camino de Mende intentar¨¢ hoy Armstrong efectuar su ceremonia de despedida a lo grande -si las fuerzas se lo permiten- y en Mende hace apenas cuatro meses Contador logr¨® una hermosa victoria en la Par¨ªs-Niza. Entonces, Andy se qued¨® atr¨¢s, en el pelot¨®n. Sacrificios, quiz¨¢s, de la amistad que hoy, seguramente, les llevar¨¢ a los dos de la manita de nuevo.
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