"Hemos nutrido a los 'yonquis' de la pol¨ªtica"
Jim Vandehei llevaba 15 a?os haciendo periodismo pol¨ªtico en Washington. En la C¨¢mara de Representantes, en el Senado, en la Casa Blanca. Para The Wall Street Journal, para The Washington Post. Su sue?o ya se hab¨ªa cumplido. El chico ambicioso del medio Oeste americano que un d¨ªa de San Valent¨ªn de 1995 dej¨® su Oshkosh natal, Wisconsin, para convertirse en reportero pol¨ªtico ya era un valor s¨®lido. "?Por qu¨¦ los reporteros pol¨ªticos son mucho m¨¢s divertidos de escuchar que de leer?": fue una de las primeras preguntas que se hizo junto a su colega, su jefe en The Washington Post, John Harris.
Empezaron a elucubrar. S¨ª. Una web. Solo de pol¨ªtica. Con los mejores reporteros de Washington. Periodistas que te cuenten la intrahistoria, lo que se comenta en los pasillos. Periodistas que te lo cuenten ya, al instante. De la fuente al reportero y del reportero al sitio web. Corr¨ªa el a?o 2006.
"El iPad es transformador: va a ser la gracia salvadora para los peri¨®dicos y para muchos medios"
"Hay una revoluci¨®n en marcha, ?te vas a quedar ah¨ª sentado ridiculizando la revoluci¨®n?"
Presentaron su idea a un empresario antes de hablar de ello en su peri¨®dico. Apareci¨® Robert Allbritton, joven ariete de la dinast¨ªa period¨ªstica de los Allbritton, propietarios de los canales de televisi¨®n WJLA y News Channel 8 y ex editores de The Washington Star; un hombre que llevaba tiempo d¨¢ndole vueltas a la idea de sacar de nuevo un peri¨®dico pol¨ªtico en Washington DC. Unieron fuerzas. Trato hecho .
Vandehei y Harris llegaron al Post y contaron su proyecto. "Tenemos al alguien que respalda nuestra idea", dijeron a sus jefes. El Post les propuso hacer el proyecto con ellos. Pero para entonces, ya estaban dispuestos a volar solos.
Pregunta. ?Es cierto que ya ten¨ªan registrado el dominio postpolitics.com cuando hablaron con sus jefes en el Post y que luego se lo revendieron?
Vandehei sonr¨ªe, titubea, baja los p¨¢rpados. Sentado en su peque?o despacho en Wilson Boulevard, en un edificio que mira al Capitolio, pero al otro lado del r¨ªo Potomac, sonr¨ªe cual ni?o pillo que confiesa un pecadillo. Es pr¨¢cticamente la ¨²nica sonrisa que concede durante la entrevista.
Respuesta. Bueno, bueno, s¨ª, es verdad -se queda en silencio-. Eh... Hubo un poco de tensi¨®n, no demasiada, pero hubo algo de tensi¨®n, obviamente, cuando dejamos el Post, est¨¢ claro, estaban cabreados. Fuimos r¨¢pidos y tambi¨¦n quisimos ser transparentes, y les dijimos: "Miren esto es lo que vamos a hacer", lo que b¨¢sicamente supuso mostrarles nuestro plan de acci¨®n. O¨ªmos rumores de que ellos iban a fundar una web para tratar de aplastarnos. "?Es eso lo que est¨¢n intentando hacer?, ?una mierda!". Nadie hab¨ªa comprado el dominio de postpolitics.com, as¨ª que lo hicimos, era una manera de pararles los pies. Se sorprendieron al ver que ¨¦ramos los propietarios de esa marca. Pero se la devolvimos.
P. ?Por cu¨¢nto?
R. No fue una cantidad astron¨®mica, se la vendimos por lo que nos hab¨ªa costado.
P. ?No puede decir la cifra?
R. No me acuerdo, no era demasiado, pocos miles de d¨®lares, alrededor de 2.000 d¨®lares o as¨ª. Hay rumores de que se la vendimos por un mill¨®n de pavos, pero no es cierto. Acab¨® en acuerdo de caballeros.
Vandehei y Harris arrancaron con la idea de contratar a una docena de reporteros: seis cracks de Washington y seis reporteros j¨®venes con ganas de comerse el mundo. "?ramos una banda de garaje", dice Vandehei, empu?ando su botella de Diet Coke. Ten¨ªan las ideas claras. La era institucional de los peri¨®dicos es agua pasada. Lo importante son los talentos individuales, la confianza ha migrado del medio al reportero. Legisladores y miembros de los lobbies quieren leer a la firma de la que se f¨ªan.
Arrancaron con un sitio web un tanto chapucero el 23 de enero de 2007. Les llev¨® un a?o que tuviera aspecto de web de nueva generaci¨®n. Noticias al instante desde los pasillos del Capitolio, cotilleos, investigaci¨®n, reporteros con c¨¢maras de v¨ªdeo.
Tres a?os y medio m¨¢s tarde, Politico es uno de los experimentos web m¨¢s exitosos del mundo. Han convertido el Capitolio en un peque?o Hollywood de la pol¨ªtica: las maniobras, los pelotazos, las carreras mete¨®ricas, los pufos. Han impuesto un ritmo endiablado que ha cambiado el tempo de los medios norteamericanos: las noticias se queman en 20 minutos. Hace un a?o ten¨ªan 100 empleados. Ahora son 145. Para final de 2010 ser¨¢n 170, dice Vandehei.
Pero, sobre todo, se han convertido en referencia. En Washington, las ma?anas arrancan cuando Mike Allen, reportero vieja escuela procedente de la revista Time, cuelga su primera entrega, la que marca el rumbo del d¨ªa. Allen se levanta a las 4.30. A las seis, el mundillo pol¨ªtico ya se puede conectar a politico.com para ver qu¨¦ dice.
"El a?o pasado fuimos ligeramente rentables; este a?o tenemos un confortable margen de beneficios, en torno a un 25%", confiesa Vandehei, de 39 a?os, impecablemente trajeado y con un cartelito que cuelga de su solapa con su nombre de pila rodeado de dibujitos naifs. "Empresas de defensa o activistas medioambientales pagan mucho dinero para influir en el legislador. Se dirigen a Politico porque saben que Rahm Emanuel -mano derecha de Obama- o Nancy Pelosi -presidenta de la C¨¢mara de Representantes- van a ver su anuncio".
Con cifras de usuarios ¨²nicos que oscilan entre los 3 y 4 millones, seg¨²n Nielsen, editan una versi¨®n gratuita en papel que se distribuye en las calles y centros de poder de la capital; 32.000 ejemplares de un peri¨®dico tabloide sencillo, compacto y directo que proporciona entre el 50% y el 60% de los ingresos. El resto, publicidad de la web.
P. ?C¨®mo explica que todo haya ido tan r¨¢pido?
R. Fue una buena idea. Tuvimos suerte con el momento del lanzamiento. Nos fuimos del Post a finales de 2006. Dentro de 20 a?os, cuando se hable de la historia de los medios, se dir¨¢ que un cambio revolucionario se produjo a finales de 2006: fue el a?o en que empez¨® la transici¨®n de los viejos medios a una total transformaci¨®n hacia un periodismo basado en la web y otros dispositivos m¨®viles. Cuando nos lanzamos, nadie sab¨ªa que toda la maldita industria iba a reventar. No es que lo hubi¨¦ramos anticipado, tuvimos suerte. La gente se qued¨® fascinada con nuestro proyecto. The New York Times, The Wall Street Journal, todo el mundo escrib¨ªa sobre nosotros: en momentos de penumbra, ah¨ª aparec¨ªa un medio que empezaba a contratar gente. Salimos en enero y en mayo ya est¨¢bamos copresentando un debate presidencial. ?Era inaudito! ?En tres meses!
P. Est¨¢ su eslogan de las tres efes (fast, fair and first: r¨¢pidos, justos y primeros). Est¨¢ la contrataci¨®n de un cuerpo de ¨¦lite de periodistas. Est¨¢n las constantes apariciones en televisi¨®n de los reporteros, la construcci¨®n de una audiencia deseable para los anunciantes. ?Qu¨¦ otros factores explican su ¨¦xito?
R. Tenemos ¨¦xito porque nuestro foco est¨¢ claro, y esto va a ser cada vez m¨¢s importante para los medios. T¨² escuchas el nombre Politico y sabes lo que te va a dar. En la portada, la noticia pol¨ªtica no va a batallar con una de deportes o con la del tiempo. Y luego, al final del d¨ªa, el contenido importa, importa inmensamente, ahora mucho m¨¢s que nunca. Ya no vale eso de decir: "Ah, tengo que leer The Washington Post", nadie tiene por qu¨¦ leer el Post cada d¨ªa, tienes que ganarte a los lectores, tienes que contarles cosas que no sepan cada d¨ªa. Fuimos capaces de hacerlo.
P. ?Todo esto podr¨ªa haber sucedido sin Obama?
R. Es una buena pregunta. Creo que s¨ª porque hay una audiencia enorme, nacional e internacional, que se interesa por la pol¨ªtica norteamericana. Lo bueno de la web es que si te interesa la pol¨ªtica puedes participar y nutrir tu adicci¨®n como nunca. ?Nos ayud¨® Obama? Es indudable que s¨ª. Salimos en enero porque sab¨ªamos que iba a ser una cuesti¨®n entre Obama y Hillary Clinton, que ser¨ªan las presidenciales m¨¢s interesantes de nuestras vidas. Su presidencia ha ayudado a sostener nuestro tr¨¢fico.
P. Se les ha acusado de estar escorados a la derecha.
R. Al principio s¨ª que o¨ª esa cr¨ªtica, ya no la escucho tanto. No tenemos una agenda, sacamos noticias que son duras para cualquier bando.
R¨¢pido, r¨¢pido, r¨¢pido. A sus 39 a?os, Vandehei es un hombre r¨¢pido que piensa r¨¢pido y habla r¨¢pido. Su web se consolid¨® r¨¢pido. Su discurso es conciso, directo y, adivinen, r¨¢pido. Como su web.
El a?o pasado, la revista Vanity Fair le coloc¨® entre los 100 hombres m¨¢s poderosos de la nueva era de la informaci¨®n. Es el primer representante de una organizaci¨®n b¨¢sicamente web en el Consejo de los Premios Pulitzer. Vandehei es un yonqui de la informaci¨®n pol¨ªtica. Dice que hay muchos como ¨¦l. "Hemos nutrido la adicci¨®n de los yonquis de la pol¨ªtica".
Alto, fibroso, pulcro, Vandehei es un tipo que tambi¨¦n se levanta a las 4.30 y se conecta al correo electr¨®nico. Empieza a mandar ideas a sus colaboradores. Lleva a sus dos hijos -Sophie, de 7 a?os, y James, de 6- al colegio. Su mujer, Autumn Vandehei, trabaja para una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro.
Comenz¨® su carrera como reportero de deportes en el Oshkosh Daly Northwestern. "He crecido en Washington, me encanta la ciudad, la pol¨ªtica. Es f¨¢cil volverse c¨ªnico aqu¨ª con mucha de la mierda que tienes que leer y con la que tienes que lidiar, pero esta es la mejor forma de gobierno que hay y es divertido estudiarla, escribir sobre ella". Cuando puede, escapa a la casa que tiene en el Estado de Maine y se dedica a pescar.
Damned, bolony, eat that shiet -maldito, mierda, comerse el marr¨®n-: Vandehei recurre al lenguaje de la calle cuando quiere ¨¦nfasis.
P. Dijo usted recientemente en unas jornadas universitarias que los d¨ªas de los peri¨®dicos generalistas pasaron, ?por qu¨¦?
R. Los d¨ªas de tanta gente proporcionando noticias de inter¨¦s general indudablemente se han acabado. Lo veremos en un par de a?os. Si te interesa la informaci¨®n de inter¨¦s general vas a la red y consultas The New York Times, no vas a dirigirte al Miami Herald o al Chicago Tribune para ver qu¨¦ pasa en el mundo. Para las noticias internacionales ir¨¢s a CNN International. Las organizaciones tendr¨¢n que centrarse en rentabilizar su tr¨¢fico local, dominar el seguimiento de las competiciones deportivas locales. The Wall Street Journal y The New York Times continuar¨¢n prosperando como peri¨®dicos de inter¨¦s general, no creo que por debajo de eso muchos lo consigan.
P. ?Y los peri¨®dicos en papel, cu¨¢nto sobrevivir¨¢n?
R. Creo que van a estar ah¨ª durante largo tiempo. Si tienes m¨¢s de 40 a?os, sigue siendo tu modo favorito de leer, creciste leyendo as¨ª, te gusta; es caro pero los anuncios sirven para financiarlo. Tenemos una edici¨®n en papel y creo que seguiremos teni¨¦ndola por muchos, muchos a?os.
Vandehei se declara entusiasta del iPad. Ya est¨¢n preparando su aplicaci¨®n para la tableta de Apple. "Creo que es transformador". Dice que es el primer dispositivo realmente legible y que es un escaparate muy potente para los anunciantes. "Los anuncios en el iPad son preciosos y creo que va a ser la gracia salvadora para muchos peri¨®dicos y medios". Piensa que el uso de contenidos por parte de los agregadores de noticias acabar¨¢ siendo regulado o al menos, organizado: "Yo no tengo problemas con esta cuesti¨®n porque incluso The Huffington Post, que roba pedazos de nuestras informaciones todo el tiempo, nos env¨ªa mucho tr¨¢fico. En alg¨²n momento se litigar¨¢ con estas cuestiones. Habr¨¢ m¨¢s restricciones sobre cu¨¢nto contenido puedes reproducir de otro medio sin tener que reembolsar algo".
Hace tres semanas, una pol¨¦mica entrevista de la revista Rolling Stone le cost¨® el puesto al general al mando de las tropas en Afganist¨¢n, McChyrstal, por sus cr¨ªticas a la Administraci¨®n norteamericana. Politico.com y Time.com colgaron un archivo en pdf de la entrevista antes de su publicaci¨®n por parte de la revista. Lo retiraron a las pocas horas tras las protestas de Rolling Stone. El acto fue condenado por muchos medios, incluido The Huffington Post. La carrera por ser el primero tiene sus l¨ªmites. Este peri¨®dico envi¨® una pregunta al respecto -esta, por correo electr¨®nico; el episodio se conoci¨® poco despu¨¦s de la entrevista con EL PA?S- a Vandehei, pero la respuesta no hab¨ªa llegado al cierre de esta edici¨®n.
Vandehei empieza a juguetear con su bol¨ªgrafo. Se impacienta, la entrevista va camino de los 40 minutos. Dice que no le cabe duda de que acabar¨¢ llegando el pago por contenidos, aunque en Politico no lo contemplen. "Yo creo que la gente pagar¨¢ por contenidos; no por todos, pero s¨ª por los de The New York Times, no me cabe la menor duda". Critica la lentitud de reflejos de los grandes medios tradicionales: "Hay una revoluci¨®n en marcha, ?te vas a quedar ah¨ª sentado ridiculizando la revoluci¨®n? Tienes que ser capaz de adaptarte a ella, tener la humildad y la agilidad de decir: vamos a cambiar". Y tiene muy claro lo que no quiere que pase en Politico. "La naturaleza humana es volverse complaciente y para mucha gente es ser mediocre. En el momento en que dejemos que la complacencia se instale se extender¨¢ como el c¨¢ncer, lo he visto en muchas organizaciones".
La entrevista se acaba y Vandehei se levanta, r¨¢pido. Acude a consultar las ¨²ltimas novedades con los compa?eros de primera fila frente a su despacho, r¨¢pido, r¨¢pido, r¨¢pido.
De frente y perfil
? Director de 'Politico', 39 a?os.
? Fund¨® el sitio web junto
a John Harris, su jefe en 'The Washington Post', en enero de 2007.
? Su f¨®rmula: sus reporteros cuentan al instante todo lo que ocurre en los pasillos de los centros de poder. Operaciones, pactos, pufos, cotilleos. Su secci¨®n Politico 44 es un aut¨¦ntico diario del minuto a minuto del presidente Obama.
? La clave: con cifras de entre 3 y 4 millones de usuarios ¨²nicos, ha conseguido que todo el que quiera promover una campa?a en Washington coloque publicidad en su web o en la edici¨®n de 32.000 ejemplares que hacen en papel.
? ?l: r¨¢pido, directo y conciso, es pescador por naturaleza: pesca noticias y pesca cuando se va de fin de semana a su casa de campo en el Estado de Maine.
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