El tema de la novela futura
Por qu¨¦ decimos que la novela nace con Cervantes si siglos antes abundaron las novelas griegas, romanas y bizantinas? El mismo Cervantes escribe en el pr¨®logo al Persiles que con su obra "se atreve a competir con Heliodoro", a quien toma como modelo inspirador. El resultado de esa emulaci¨®n de grave estilo de un autor helen¨ªstico hoy olvidado fue una novela algo tediosa, mientras que cuando Cervantes dio suelta a su ingenio, desinhibido ante un asunto de intenci¨®n relajadamente humor¨ªstica, concibi¨® El Quijote e invent¨® un g¨¦nero literario en verdad nuevo. ?En qu¨¦ sentido nuevo? Ya los tratadistas del Renacimiento se sent¨ªan perplejos ante la novela y no sab¨ªan a qu¨¦ categor¨ªa adscribir un g¨¦nero que Arist¨®teles no hab¨ªa tenido en cuenta en su Po¨¦tica. Pero si decimos que la novela moderna nace con Cervantes se debe a otras razones, que tienen que ver con su aptitud para dar forma y expresi¨®n a determinado estadio del esp¨ªritu europeo.
Se impone la tarea de narrar el camino biogr¨¢fico que lleva de las profundidades insondables del yo a la aceptaci¨®n voluntaria de las cargas civilizatorias
La premodernidad es aquella etapa de la historia de la cultura que interpreta la realidad como un cosmos, un todo ordenado y perfecto. El hombre es, en el mejor de los casos, el rey o el centro del cosmos, pero siempre una parte de ¨¦l. El arte, durante esta larga etapa cultural, imita la perfecci¨®n antecedente del cosmos, la celebra, le dedica himnos. El arte premoderno es, en ¨²ltima esencia, celebratorio y su modo natural de expresi¨®n se halla en el verso. Entonces sucedi¨®, en ese hiato fundamental de la cultura que se sit¨²a entre el siglo XVIII y el XIX, que el hombre empez¨® a tomar conciencia de s¨ª y se constituy¨® ¨¦l mismo en un todo, ya no m¨¢s parte, ni siquiera parte privilegiada del todo c¨®smico o social: en ese momento tuvo lugar el alumbramiento de la subjetividad moderna. Y ese nuevo todo que es el yo subjetivo no se deja asimilar como antes a la colectividad social, no admite su antigua funci¨®n de tesela de un mosaico que le trasciende porque ¨¦l mismo es una totalidad m¨¢s profunda, m¨¢s significativa, m¨¢s plena. El conflicto es inevitable: porque la sociedad reclama del individuo con poderosas armas su integraci¨®n, su participaci¨®n en las cargas civilizatorias comunes, su contribuci¨®n a las necesidades de rendimiento social (el oficio y la casa: la producci¨®n y la reproducci¨®n), pero el individuo autoconsciente se resiste, recela de dar un paso que percibe como una alienaci¨®n de su universo privado, siente el extra?amiento de un mundo que no es el suyo y que amenaza con anularlo, y vierte toda su alma en el cultivo amoroso de su intimidad reci¨¦n ocupada, aun a riesgo de recibir la sanci¨®n condenatoria de la sociedad, que le hostiliza, le anatemiza y a veces le aplasta hasta morir. No m¨¢s himnos de celebraci¨®n: la prosa de este conflicto -narrado en registro tr¨¢gico, dram¨¢tico, c¨®mico o grotesco- demandaba un g¨¦nero literario de nueva planta, un guante a medida que calzarse la estrenada subjetividad: ¨¦sta es la esencia de la novela moderna, desde El Quijote de Cervantes a Doktor Faustus de Thomas Mann, as¨ª como su tema permanente, con mil variaciones.
La novela se pone del lado del afligido individuo, no de la represora sociedad, pero hubo un intento hist¨®rico de buscar la conciliaci¨®n entre las partes: me refiero a las Bildungsroman, las novelas de educaci¨®n que, conscientes de lo invivible de la escisi¨®n abierta, narran, de forma ejemplarizante, la lenta maduraci¨®n sentimental del h¨¦roe que conduce a la postre, tras muchas experiencias formativas y enjundiosas peripecias, a su gozosa conformidad con el desempe?o de un oficio productivo y con la instituci¨®n matrimonial, es decir, a su condici¨®n de ciudadano. Pero, aunque literariamente algunas de ellas apreciables, en su loable ambici¨®n de armonizar los dos mundos fracasan sin remedio: as¨ª, Wilhelm Meister, de Goethe; Verano tard¨ªo, de Sifter; Enrique el Verde, de Keller, entre otras que suelen citarse, cuyas propuestas de conciliaci¨®n simplemente no son cre¨ªbles por muchas razones. La ¨²nica excepci¨®n quiz¨¢ sea, acaso sin pretenderlo, Jane Austen, quien escribe novelas en las que se produce la maravilla de una tensi¨®n felizmente resuelta y de unos personajes que, sin dejar de ser modernos, son tambi¨¦n civilizados, miembros inteligentes de su refinada comunidad.
Y ahora ?qu¨¦? Porque lo cierto es que el antiguo conflicto ha cesado. Hubo un tiempo en que el individuo vindic¨® sus libertades frente a las opresiones tradicionales y el arte novel¨® con puntualidad esa heroica ri?a. Pero ahora ya no: nuestra libertad ya no es conflictiva, sino pac¨ªfica, pues vivimos en una cultura no represora, en la que las coacciones colectivas han sido deslegitimadas, sus torvas genealog¨ªas desenmascaradas, sus pretensiones de validez convenientemente "deconstruidas". El conflicto por la liberaci¨®n subjetiva ya no es nuestro tema, sino que lo es la indolencia que el hombre liberado arrastra l¨¢nguidamente por falta de motivaciones, entregado al consumo de mercanc¨ªas y de afectos mientras nada en el mundo le induce a ser ciudadano, y entretanto vive en sociedad sin estar socializado. La novela moderna ha perdido el argumento originario, pero la orfandad tem¨¢tica no ha de durar porque otra tarea se impone: narrar el camino biogr¨¢fico que lleva de las profundidades insondables del yo a la aceptaci¨®n voluntaria de las cargas civilizatorias. ?Por qu¨¦ elegir hoy ser civilizado pudiendo permanecer en la barbarie? He aqu¨ª un gran asunto novelesco. La socializaci¨®n pendiente ya no es conflictiva, pero s¨ª sobremanera problem¨¢tica, y reclama un g¨¦nero literario que le sea propio. Si en su d¨ªa fracas¨® en aquella conciliaci¨®n imposible la antigua Bildungsroman -en Espa?a ni siquiera existi¨® como tal-, acaso ahora este g¨¦nero adquiera nueva actualidad aplicado al viaje formativo, salpicado de aventuras, que parte de la subjetividad inflacionaria hacia la terra incognita de la ciudadan¨ªa.
Sea, pues, nuestro lema: menos novela conflictiva de liberaci¨®n y m¨¢s novela problem¨¢tica de socializaci¨®n.
!["La socializaci¨®n pendiente ya no es conflictiva, pero s¨ª sobremanera problem¨¢tica y reclama un g¨¦nero literario que le sea propio".](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/EPOZJN5H7ZCVNFOVDZTK5UMB2Y.jpg?auth=68e58ee85e0c39c7625f9b74f8fa910ce659a13a6ebc4c7c2b21941a950a1f04&width=414)
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