Archivo
El sesudo Langley Collyer, en cierta ocasi¨®n, le comunic¨® a su hermano Homer, cuya innata sensibilidad art¨ªstica se hab¨ªa exacerbado al quedarse progresivamente ciego a partir de la adolescencia, lo que ¨¦l llam¨® su "Teor¨ªa de los Remplazos", por la que, en la naturaleza, y, por tanto, en la vida humana, de forma peri¨®dicamente fatal, ocurr¨ªa siempre lo mismo con diferentes personajes. Invirtiendo el conocido proverbio, algo as¨ª como "los mismos collares con distintos perros". De esta manera, si alguien lograse identificar y clasificar los collares o casilleros disponibles, importar¨ªa poco qui¨¦nes y c¨®mo fueran sus circunstanciales usuarios. Sobre la base de este simple y desesperado principio, el mundo no era para Langley sino un archivador, m¨¢s o menos atestado de seres y cosas intercambiables, y el hipot¨¦tico resto, la nada.
As¨ª arranca la dramatizaci¨®n romancesca con la que el escritor estadounidense E. L. Doctorow (Nueva York, 1931) recrea la historia de los hermanos Collyer, individuos reales que alcanzaron una cierta notoriedad p¨²blica al descubrirse, tras la muerte de ambos, lo que hab¨ªa en su destartalada mansi¨®n en la zona m¨¢s exclusiva de la Quinta Avenida de Nueva York, pues la casa estaba abarrotada de una ins¨®lita acumulaci¨®n de los enseres m¨¢s aparentemente incongruentes y disparatados. Recuperados de la sorpresa ante un semejante abigarramiento de objetos sin sentido, los cronistas de la ¨¦poca liquidaron la ardua cuesti¨®n de por qu¨¦ unos j¨®venes, apuestos y muy dotados herederos, se hab¨ªan encerrado de por vida para dar libre curso a tan delirante man¨ªa acumulativa, mediante el f¨¢cil expediente de etiquetarlos como un par de extravagantes chalados.
En su reciente novela, lac¨®nicamente titulada Homer y Langley (Miscel¨¢nea), Doctorow va po¨¦ticamente m¨¢s all¨¢ de esta interpretaci¨®n mostrenca e imagina a los Collyer como dos cenobitas empe?ados en convertirse en "archivos vivientes". Nacidos en la pr¨®spera Am¨¦rica de fines del XIX, el tr¨¢gico punto de inflexi¨®n en la existencia de los hermanos Collyer significativamente coincidi¨® con la decisiva intervenci¨®n de su pa¨ªs en la Gran Guerra, a partir de la cual Estados Unidos se convirti¨® en la potencia hegem¨®nica del siglo XX. Es verdad que Langley, apto para el servicio, combati¨® en Europa, y que esta traum¨¢tica experiencia le dej¨® las correspondientes huellas f¨ªsicas y ps¨ªquicas, pero, aun as¨ª, fueran cuales fueran estas, ni participar en una guerra, ni el hecho de que sus ricos y respetados padres muriesen entonces a causa de la m¨ªtica gripe espa?ola, justifican el enclaustramiento de dos hermanos con un porvenir, desde todos los ¨¢ngulos, tan prometedor. En cualquier caso, seg¨²n su pa¨ªs fue abri¨¦ndose y conquistando progresivamente el orbe, los Collyer se encerraron cada vez m¨¢s en su universo privado, al que solo acced¨ªan ecos ensordecidos de la agitaci¨®n exterior.
Desde esta peculiar perspectiva invertida, Doctorow no solo revisa la historia contempor¨¢nea de su pa¨ªs, sino c¨®mo dial¨¦cticamente la afrontan dos hermanos, uno de los cuales posee una aguda mente anal¨ªtica, mientras que el otro encarna el prototipo de un artista. Esta conversaci¨®n entre ambos produce toda clase de destellos, pero el rastro material es un monstruoso archivo. En principio, el archivo garantiza la memoria de las cosas pasadas, pero, en nuestra ¨¦poca, lo que se quiere preservar a toda costa es parad¨®jicamente el futuro, lo cual no es solo una inversi¨®n de la perspectiva tradicional, sino vivir con la ilusi¨®n de no abandonar jam¨¢s la infancia, una ilusi¨®n mortal por necesidad.
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