Emar en la orilla con sed
El escritor chileno Juan Emar cuenta en una nota a pie de p¨¢gina de Un a?o c¨®mo acept¨® una sugerencia de Vicente Huidobro. Era 1935, a?o prol¨ªfico y fatal para Emar, porque public¨® tres libros al mismo tiempo y empez¨® a ser incomprendido en Chile. Dos a?os despu¨¦s fue m¨¢s incomprendido cuando public¨® un libro de cuentos, Diez, que por s¨ª s¨®lo justifica una literatura. Luego no public¨® nada m¨¢s. Cuando muri¨® en 1964, tras veinte a?os de silencio, la incomprensi¨®n ya fue total. No s¨¦ si fue afortunado que Pablo Neruda dijera que Emar era el Franz Kafka chileno, Jos¨¦ Miguel Ib¨¢?ez que el Marcel Proust chileno, y C¨¦sar Aira que el Raymond Roussel chileno. Compararlo con tantos grandes a cualquiera le da, por lo menos, una desconfianza chiquita. Lo cierto es que Emar no public¨® m¨¢s libros durante sus ¨²ltimos a?os, pero escribi¨® mucho, tanto que complet¨® una novela de cinco mil quinientas p¨¢ginas (de ah¨ª lo del Proust chileno) que se titula Umbral y que fue publicada en su pa¨ªs en una edici¨®n que ha circulado poco.
Un a?o
Juan Emar
Barataria. Sevilla, 2010
120 p¨¢ginas. 9,62 euros.
Al menos alg¨²n lector tomar¨¢ al 'raro', lo leer¨¢ y abrir¨¢ la boca perplejo por lo que est¨¢ leyendo
Para compensar lo inhallable y lo disperso, hay una buena antolog¨ªa de la obra de Emar realizada por Pablo Brodsky. Aunque no creo que Umbral se llegue a publicar en Espa?a durante un buen tiempo, por lo menos ha salido Un a?o con editorial Barataria, en una nueva colecci¨®n cuyo nombre, Humo hacia el Sur, apunta a sacudir cenizas y recuperar rescoldos de la vanguardia latinoamericana. En Un a?o Emar desmonta con un falso y sim¨¦trico diario cualquier certeza sobre las convenciones de los g¨¦neros literarios; refiere c¨®mo los personajes resbalan de los libros que lee, aunque luego se corporizan; describe c¨®mo las letras se desparraman de un peri¨®dico a manera de migajas, sustancia pulverulenta del mundo que dec¨ªa Italo Calvino como atributo de la levedad; hacen relatos visionarios y explora procedimientos de escritura (de ah¨ª lo del Roussel chileno). A fin de cuentas, Un a?o es el diario de una escritura m¨¢s que la escritura de un diario.
Emar busca escapar de las frases dormidas del lenguaje a la b¨²squeda de un sendero extraviado para expresarse de una manera que trastoque las referencias simplemente eficaces. Por ese sendero iban autores de la estela de Emar, como Humberto Salvador, Lascano Tegui, Pablo Palacio, Mart¨ªn Ad¨¢n, Macedonio Fern¨¢ndez y tantos m¨¢s que, finalmente, est¨¢n siendo editados y reeditados en Espa?a por editoriales como Barataria, Escalera o Impedimenta. El m¨¦rito de Barataria con el rescate de Emar y sus coet¨¢neos es que perfila una colecci¨®n dedicada no s¨®lo a apostar por un prometedor autor latinoamericano, o un desconocido autor latinoamericano, sino por un olvidado autor latinoamericano. Para m¨¢s se?as: olvidados y raros porque no parecen latinoamericanos al uso, es decir, latinoamericanos profesionales. Pero la rareza es el recinto donde baila el diablo, porque estos libros raros entran, y estos mismos libros, en consecuencia, se arrinconan, precisamente por su peaje de ingreso.
Al menos alg¨²n lector tomar¨¢ al raro, lo leer¨¢ y abrir¨¢ la boca perplejo por lo que est¨¢ leyendo. La ventaja al quedarse boquiabierto es que recibir¨¢ una bocanada de aire fresco, pero como lo raro queda como lo excepcional, el lector ha de volver a cerrar la boca en medio de tanta normalidad y correcci¨®n. Quiz¨¢ convenga leer a Emar no s¨®lo por lo que escribi¨®, que es superior, sino por lo que supo escuchar. Concretamente a Huidobro, es decir, a un poeta.
Eso les iba a decir desde el comienzo de este art¨ªculo, pero me fui. Juan Emar cuenta en una nota a pie de las primeras p¨¢ginas de Un a?o la correcci¨®n que le propuso Vicente Huidobro. Donde Emar hab¨ªa escrito "una sonrisa estereotipada", el autor de Altazor le advierte: "No pongas tal cosa. Es la frase fatal de cuantos se sienten literatos. Pon..., pon..., espera
..., pon una sonrisa de alambre". El acierto de Emar consiste en que el prosista acept¨® la sugerencia del poeta. Esta es la grandeza de las vanguardias: escuchan al otro, al que trabaja en el taller de al lado, forjando otras formas con otros materiales pero buscando el mismo rango de excepci¨®n. Me quedo corto si s¨®lo hablo de la escucha de Emar, porque la grandeza de la prosa latinoamericana es que sus mejores novelistas, adem¨¢s de escuchar a los poetas, los miraron de frente -Garc¨ªa M¨¢rquez a Dar¨ªo, Lezama a G¨®ngora, Fernando Vallejo a Barba Jacob, Bola?o a Lihn y tambi¨¦n a Bola?o- y que Onetti resumi¨® por todos y se anticip¨®, como siempre, cuando dijo: "Me siento bien ante los grandes poetas".
Hacia 1914, veinte a?os antes de corregir a Emar, Huidobro hab¨ªa escrito el manifiesto Non Serviam, en el que declaraba su resistencia a reproducir o imitar la naturaleza. No te servir¨¦, le dijo a la Naturaleza, "mis ¨¢rboles son los m¨ªos y no los tuyos y no tienen por qu¨¦ parecerse". S¨®lo los llamados raros lo escucharon y el resto m¨¢s bien se preocup¨® por hacer novelas repletas de descripciones de ¨¢rboles y arbolitos y hasta arbustos latinoamericanos, todo para alimentar de papel a la m¨¢quina editorial e irritar al mism¨ªsimo C¨¦sar Vallejo, que estaba harto de que en Europa se hablara tanto y tan alto y tan tremendo de Am¨¦rica Latina y tan poquito de escritura.
Como ocurre con las vanguardias, en la obra de Emar la belleza es de alambre, hay mucho inacabado y el lector se quedar¨¢ como Tucholsky frente a las obras de Kafka pidiendo a gritos una luz para entrar en lo incomprensible. El asunto es que esos vanguardistas se?alaron otras rutas a algunos escritores que m¨¢s bien muy tarde que temprano publican o son reconocidos en la orilla espa?ola de la lengua, la que tiene sed. Ya que estamos y que entr¨® Emar y para que la orilla siga sedienta y para volver a irme pregunto: ?cu¨¢ndo llegar¨¢n las botellas perdidas de los libros de H¨¦ctor Libertella? -
Leonardo Valencia (Ecuador, 1969) ha publicado El libro flotante de Caytran D?lphin y Kazbek, ambas en Editorial Funambulista. Es editor de la revista breve www.comunidadinconfesable.com
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