El proceso fantasma de paz en Oriente Pr¨®ximo
Veinte a?os despu¨¦s de la Conferencia de Paz de Madrid y 10 a?os despu¨¦s de que los heroicos esfuerzos del ex presidente Bill Clinton en Camp David no lograran alcanzar un acuerdo entre israel¨ªes y palestinos, es dif¨ªcil no llegar a la conclusi¨®n de que el proceso de paz palestino-israel¨ª se ha convertido en uno de los enga?os m¨¢s espectaculares de la historia diplom¨¢tica moderna.
El proceso fue v¨ªctima de la incapacidad de las partes de cerrar la brecha entre lo que era pol¨ªticamente factible para ellas y lo que se necesitaba para un acuerdo. Atrapados entre lo posible y lo necesario, israel¨ªes y palestinos simplemente aprendieron a vivir sin una soluci¨®n.
Con todo lo obsesionada que pueda estar la opini¨®n p¨²blica internacional con los sufrimientos de Gaza, para la mayor¨ªa de los israel¨ªes el "problema" palestino parece ocurrir en el lado oscuro de la luna. El muro construido en Cisjordania y la desvinculaci¨®n de Gaza llevada a cabo por Ariel Sharon pr¨¢cticamente han eliminado las fricciones cotidianas entre jud¨ªos y ¨¢rabes.
La derecha israel¨ª vuelve a jugar con el escenario m¨¢s peligroso: el Estado binacional
La soluci¨®n de dos Estados est¨¢ perdiendo su atractivo
Absortos en el auge de su econom¨ªa, reafirmados por el reciente compromiso del presidente Barack Obama de nunca abandonar a Israel, y convencidos de su capacidad de derrotar el terrorismo palestino en Cisjordania y evitar que Ham¨¢s se aventure a otra guerra, los israel¨ªes han perdido todo sentido de urgencia sobre el problema palestino.
A los israel¨ªes tambi¨¦n les satisface la relativa prosperidad de Cisjordania, donde fuerzas de seguridad bien entrenadas aseguran el orden y la estabilidad, en l¨ªnea con la meticulosa construcci¨®n del Estado por el primer ministro, Salam Fayyad. M¨¢s a¨²n, el masivo flujo de ayuda internacional hace que la ocupaci¨®n israel¨ª sea una de las m¨¢s convenientes de la historia; los israel¨ªes controlan la tierra y su poblaci¨®n sin la carga financiera de gobernar directamente.
Es como si la vieja filosof¨ªa pol¨ªtica existencial de Moshe Dayan volviera a la vida. Cuando en noviembre de 1970 se le pidi¨® que diera su opini¨®n acerca de un posible acuerdo de paz con los palestinos, la respuesta de Dayan fue una que podr¨ªa haber salido de los labios de cualquiera de los ministros del Gobierno de Benjam¨ªn Netanyahu. Dayan dijo: "Las ¨²nicas negociaciones de paz son aquellas en las que fijamos el territorio y nos asentamos, y de cuando en cuando hacemos la guerra". Con la ida y venida de enviados especiales y planes de paz, tanto los israel¨ªes como los palestinos se han vuelto displicentes acerca de las posibilidades de un acuerdo final. La soluci¨®n de dos Estados est¨¢ perdiendo r¨¢pidamente su atractivo.
Esto es as¨ª porque, si una soluci¨®n de dos Estados es realmente el futuro, un terremotopol¨ªtico de dimensiones desconocidas aguarda a los israel¨ªes: la evacuaci¨®n masiva de colonos y la desesperada necesidad de una dif¨ªcil realineaci¨®n pol¨ªtica para enfrentar la amenaza de desbordamientos civiles y quiz¨¢s hasta conatos de insurrecci¨®n en las fuerzas armadas. Todo esto para volver a los l¨ªmites de 1967, que pocos israel¨ªes echan de menos.
En cuanto a los palestinos, la brecha entre la colosal tragedia de la Nakbah (la guerra perdida cuando se fund¨® Israel) y la pobreza de una soluci¨®n territorial que apisona su mini-Estado desmilitarizado entre Israel y Jordania (ninguno de los cuales siente demasiado entusiasmo por la idea de un Estado palestino) seguir¨¢ siendo una herida abierta. Y los palestinos ver¨ªan cualquier soluci¨®n al problema de los refugiados que pudiera ser aceptada por Israel como una traici¨®n al ethos del nacionalismo palestino, es decir, el Derecho de Retorno. El Estado palestino carecer¨ªa de legitimidad entre los propios palestinos.
Es cierto que ¨²ltimamente Ham¨¢s ha dado se?ales de estar dispuesta a contemplar una soluci¨®n basada en las fronteras de 1967, pero es dif¨ªcil que sus l¨ªderes y miembros puedan aceptar la traici¨®n a los refugiados. Por otra parte, la idea de un Estado palestino no es central en la visi¨®n de Ham¨¢s, en que el objetivo estrat¨¦gico es la victoria final del islam. Para Ham¨¢s, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, es una "figura de transici¨®n" que ser¨¢ barrida, junto con su OLP secular, por el impulso revolucionario hacia una sociedad isl¨¢mica.
La sensaci¨®n de par¨¢lisis resultante explica la proliferaci¨®n de nuevos paradigmas tanto en Israel como en Jordania. Jordanos del calibre de los ex primeros ministros Abdelsalam al Majali y Taher al Masri, as¨ª como Adnan Abu-Odeh, ex asesor del rey Hussein, han propuesto ideas para una soluci¨®n jordano-palestina. Su argumento es esencialmente que los problemas del proceso de paz se deben a que se ha apartado de la intenci¨®n original de los arquitectos de la Conferencia de Paz de Madrid, donde hubo una delegaci¨®n jordano-palestina que represent¨® a ambos pueblos.
No deja de ser notable el que importantes figuras de la derecha israel¨ª -entre ellas el ex ministro de Defensa y Asuntos Exteriores Moshe Arens, quien adem¨¢s es mentor pol¨ªtico de Netanyahu, y el vocero del Knesset Rubi Rivlin- reflejen a la inversa la posici¨®n de Jordania. Mientras esta impulsa el concepto de un espacio pol¨ªtico que incluya las dos orillas del r¨ªo Jord¨¢n, los israel¨ªes responden con su propio concepto de un espacio pol¨ªtico entre el Mediterr¨¢neo y el r¨ªo Jord¨¢n. Nunca totalmente convencida de la viabilidad de la soluci¨®n de dos Estados y estimulada por el fracaso que hasta ahora ha sufrido el proceso de paz, la derecha israel¨ª est¨¢ volviendo a jugar con el escenario m¨¢s peligroso de todos, el Estado binacional.
Como siempre, quieren lo mejor de ambos mundos: un Estado enf¨¢ticamente jud¨ªo en que los palestinos tendr¨ªan derechos de ciudadan¨ªa, pero ning¨²n tipo de derecho nacional. No es una mala f¨®rmula para una guerra civil permanente.
Atrapados en sus contradicciones y sue?os nacionales de suma cero, israel¨ªes y palestinos no pueden esperar una soluci¨®n perfecta. Su tarea es lograr la soluci¨®n menos imperfecta antes de terminar derivando en escenarios apocal¨ªpticos, como una desvinculaci¨®n unilateral y hostil de Israel, o una realidad de un Estado en interminable conflicto.
Traducido del ingl¨¦s por David Mel¨¦ndez Tormen.
Shlomo Ben Ami fue ministro israel¨ª de Asuntos Exteriores y en la actualidad es vicepresidente del Centro Internacional Toledo por la Paz. ? Project Syndicate, 2010.
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