En busca de la legitimidad
La decisi¨®n de retirar las tropas de combate norteamericanas desplegadas en Irak no implica, por desgracia, el fin de la guerra; sencillamente, significa que EE UU ha dejado de ser un combatiente directo. A partir de este momento, el enfrentamiento se desarrollar¨¢ entre las facciones que han rechazado el despliegue militar norteamericano con las armas en la mano y el incipiente aparato estatal iraqu¨ª, en el que se encuentran las fuerzas pol¨ªticas que aceptaron integrarse en el juego democr¨¢tico auspiciado por los ocupantes y respaldado por la comunidad internacional.
Por descontado, las posibilidades de que Irak goce de un r¨¦gimen de libertades ser¨ªan mayores si triunfasen estos ¨²ltimos que si se impusiera la insurgencia. Pero es prematuro, y excesivamente simplificador, interpretar que el horizonte que se dibuja en Irak plantea una lucha entre democracia y autoritarismo. Autoritarismo es, sin duda, lo que defienden la mayor parte de las facciones insurgentes. Pero caben serias dudas de que, entre los te¨®ricos defensores de la democracia, alg¨²n l¨ªder no intente alzarse con el poder por m¨¦todos espurios. El hecho de que cinco meses despu¨¦s de las elecciones Irak siga sin Gobierno no es un buen s¨ªntoma.
La encrucijada pol¨ªtica a la que se enfrenta Irak tiene menos que ver con la retirada anunciada por Obama que con la naturaleza de la guerra que inici¨® Bush. El conflicto interno que desencaden¨® la ocupaci¨®n, y que hasta ahora se encontraba solapado por el despliegue militar norteamericano, no obedece tanto a la voluntad de dirimir el futuro r¨¦gimen pol¨ªtico de Irak como a la legitimidad que unas fuerzas y otras se reconocen para instaurarlo. Los partidos que han aceptado participar en las elecciones organizadas por el ocupante defienden el voto. Las facciones insurgentes, por su parte, sostienen que bajo ocupaci¨®n el voto no es leg¨ªtimo, y consideran que los partidos han actuado como t¨ªteres de los norteamericanos.
La retirada de las tropas de combate decidida por Obama tiene poca incidencia en el conflicto de legitimidad que provoc¨® la ocupaci¨®n, m¨¢xime cuando permanecen 50.000 soldados para adiestrar a las Fuerzas Armadas iraqu¨ªes. Fuera cual fuese la fecha en la que Estados Unido hubiese fijado la retirada, Irak seguir¨ªa enfrent¨¢ndose al mismo problema de legitimidad que viene ensangrent¨¢ndolo desde el 20 de marzo de 2003, cuando se inici¨® la guerra. Por lo general, es un problema que las fuerzas pol¨ªticas en un pa¨ªs desarticulado pocas veces se resisten a resolver mediante la violencia. Sobre todo cuando, como es el caso, ese pa¨ªs se ha convertido en el escenario de grandes batallas ideol¨®gicas, en el que la alucinada visi¨®n del mundo de los yihadistas encontr¨® la oportunidad para echar un pulso a la de los neocon. Pero qui¨¦n sabe si, por el bien de los iraqu¨ªes, Irak no ser¨¢ la inesperada excepci¨®n.
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