La explosi¨®n retardada de un milagro
Las familias de los trabajadores encerrados sufrieron durante 17 d¨ªas la tortura de las esperanzas frustradas y los rumores infundados
Llevan 20 jornadas a oscuras, sin distinguir el d¨ªa de la noche, a una temperatura de entre 32 y 36 grados. Tienen los ojos irritados porque el aire est¨¢ impregnado de polvo y mon¨®xido de carbono. Est¨¢n enterrados a 700 metros, en la mina San Jos¨¦, bajo el desierto de Copiap¨®, y han podido perder unos 10 kilos de peso. Ayer, un terremoto de 4,1 en la escala Richter y con su epicentro a 19 kil¨®metros al suroeste de la localidad vecina de Caldera, tal vez les hizo revivir la pesadilla. Eran las 7.38 de la ma?ana y en Copiap¨® temblaron los muebles. Pero los ingenieros de mina se apresuraron a declarar que los mineros saben all¨¢ abajo que ese tipo de temblores no tienen por qu¨¦ desestabilizar el yacimiento. As¨ª que seguir¨ªan con la divisi¨®n de turnos y tareas que hasta ahora les ha mantenido con vida: unos duermen, otros vigilan y todos tratan de seguir las pautas que se les env¨ªan desde arriba.
Uno es boliviano, otro fue futbolista profesional y es amigo de Iv¨¢n Zamorano; otro lleva 25 a?os casado por lo civil y le ha prometido a su esposa que si sale, se vaya comprando el vestido de novia para casarse por la Iglesia; el mayor tiene 56 a?os, el menor, 19 y una hija de dos meses. Cada uno arrastra su historia. Ra¨²l Bustos, por ejemplo, de 40 a?os y dos hijos, escap¨® con vida pero sin trabajo del terremoto que arras¨® la ciudad mar¨ªtima de Talcahuano en febrero. Hace dos meses su t¨ªo lo anim¨® a que viajara 1.000 kil¨®metros al norte y trabajara en la mina. "Aquel 5 de agosto ya hab¨ªa cumplido su turno. Le tocaba irse, pero hubo una aver¨ªa y lo llamaron", relata su madre, Rosa Ib¨¢?ez.
?lex Vega, de 31 a?os y tres hijos, ignora que a su madre, Ana Salazar, ning¨²n responsable de la mina la llam¨® para informarle del derrumbe. "Me tuve que enterar por un tercero. Eran las nueve de la noche; a esa hora mi hijo tendr¨ªa que haber vuelto a su casa. Y me llam¨® un conocido para decirme que la mina se hab¨ªa derrumbado. Desde aquel d¨ªa, todo ha sido una tortura. Hubo cuatro ocasiones en que parec¨ªa que hab¨ªan contactado con ellos y que estaban con vida. Que si parece que se oyen unos ruidos, que si alguien dice que oy¨® una voz, que si una sonda ha llegado... Al final, todas las noticias resultaron falsas. Y encima, estaban los otros comentarios que circulaban: que si no ten¨ªan agua, que hab¨ªa agua pero era la de los veh¨ªculos, que no se pod¨ªa beber porque ten¨ªa anticongelantes...".
"Pero lo peor de todo", comenta Alfonso ?valos, padre de los hermanos Florencio y Ren¨¢n, de 31 y 29 a?os, "es la impotencia, saber que ellos estaban ah¨ª y que uno no pod¨ªa hacer nada". "Los primeros d¨ªas fueron terribles. Ten¨ªamos la esperanza de que los pod¨ªan sacar por una chimenea y, de pronto, la chimenea se derrumb¨®. Y una sonda que parec¨ªa que iba a llegar al sitio donde pod¨ªan estar ellos, se termin¨® desviando... Surgi¨® una idea de que unos pirquineros [mineros de pico y pala] pod¨ªan ir hasta donde estaban ellos. Pero los ingenieros dijeron que no era factible".
Omar Reygadas, de 56 a?os, est¨¢ viudo, tiene cinco hijos y ya ha estado enterrado tres veces. "Y una de ellas, en esta misma mina San Jos¨¦", recuerda su hijo Omar, de 34 a?os. "Pero a ¨¦l le gustaba trabajar abajo. Dec¨ªa que un minero siempre tiene que trabajar dentro, bajo tierra. Y cuando qued¨® atrapado en la mina San Antonio, despu¨¦s de ocho horas, ¨¦l mismo sali¨® abri¨¦ndose paso con su m¨¢quina. Siempre ha sido muy fuerte. Nunca perd¨ªa la referencia en Dios antes de bajar".
Despu¨¦s de tantas esperanzas frustradas, el pasado domingo a las dos de la tarde baj¨® un hombre corriendo hacia los tenderetes donde se encuentran los familiares con las fotos de los mineros rodeadas de im¨¢genes de santos y v¨ªrgenes. "Nos pidi¨® que no lo coment¨¢ramos a nadie y que no les dij¨¦ramos a nadie que nos los hab¨ªa dicho ¨¦l, pero que estaban vivos, que estaban vivos", recuerda Alfonso ?valos, padre de Florencio y Ren¨¢n. "Y todos explotamos en gritos y abrazos".
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