Debilidad empresarial
Tres a?os despu¨¦s de su emergencia, la crisis econ¨®mica y financiera global sigue manifestando buena parte de su rigor, de sus m¨¢s adversas consecuencias. Lo hace especialmente en las econom¨ªas cuya dependencia del sector de la construcci¨®n residencial era m¨¢s intensa y m¨¢s elevado su grado de endeudamiento privado. La espa?ola pertenece a ese grupo. Es, en efecto, de las m¨¢s damnificadas por la crisis, y sus empresas son particularmente tributarias de las dificultades del sistema bancario para reanudar su normal funcionamiento. Espa?a ten¨ªa una proporci¨®n demasiado grande de la generaci¨®n de su PIB y del empleo en un sector que no solo ha frenado su actividad, sino que afronta desde el inicio de la crisis dif¨ªciles procesos de refinanciaci¨®n, la mayor¨ªa con el sector bancario espa?ol.
Aun cuando los pasos dados en la clarificaci¨®n de la salud del sistema bancario, fundamentalmente a trav¨¦s de las pruebas de resistencia, han revelado una solvencia suficiente del sistema para afrontar escenarios extremos, es cierto que hasta hace bien poco el acceso a los mercados financieros mayoristas estaba poco menos que bloqueado. Ese endurecimiento en la renovaci¨®n de importantes cantidades de endeudamiento se tradujo en una dosificaci¨®n creciente de la financiaci¨®n a todo tipo de compa?¨ªas, especialmente las de peque?a dimensi¨®n, con bastante independencia del sector al que pertenecieran.
Dificultades de financiaci¨®n y descenso en la demanda han acabado siendo las dos causas m¨¢s importantes e ¨ªntimamente vinculadas que ayudan a explicar la elevada tasa de mortalidad empresarial registrada en nuestra econom¨ªa y el descenso de la natalidad empresarial. Cada vez resisten menos compa?¨ªas a las ya muy prolongadas dificultades, y cada d¨ªa son menores los incentivos a que se creen otras. Algunos datos recientes pueden dar la impresi¨®n de una cierta recuperaci¨®n en este ¨²ltimo indicador, pero es en gran medida el resultado de un aumento del autoempleo ante las dificultades para encontrar trabajo en una econom¨ªa que no reduce su tasa de paro por debajo del 20% de la poblaci¨®n activa. Pero siendo bienvenidas esas decisiones de autoempleo, no equivalen a esa necesaria creaci¨®n y regeneraci¨®n empresarial que siempre son un efecto secundario favorable de toda crisis econ¨®mica.
La verdadera recuperaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola no tendr¨¢ lugar ¨²nica ni fundamentalmente cuando observemos d¨¦cimas de variaci¨®n positiva en el PIB trimestral, sino cuando las empresas que resistan la crisis creen m¨¢s empleo del que destruyen y, desde luego, cuando nazcan muchas m¨¢s sociedades de las que mueren. Si, adem¨¢s, estas nacen en sectores pr¨®ximos a los m¨¢s intensivos en ventajas competitivas, en el conocimiento que nuestra econom¨ªa necesita, la recuperaci¨®n ser¨¢ sana y menos vulnerable. No es el caso todav¨ªa, ni mucho menos. Y no lo es porque el relevo a ese sector de la construcci¨®n ser¨¢ lento y sin alternativas con una tracci¨®n tan intensiva. Por eso ser¨¢ deseable que las autoridades, en lugar de echar las campanas al vuelo con una recuperaci¨®n que ser¨¢ lenta y poco intensa, transmitan confianza en las estrategias de largo plazo y, dentro de ellas, asuman la regeneraci¨®n empresarial como una de las premisas. Su concreci¨®n no exige adem¨¢s grandes compromisos presupuestarios, sino sensatez y transmisi¨®n de la suficiente confianza.
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