Dif¨ªcil cantar con el silencio
El ya ex franciscano Arregi es ahora el s¨ªmbolo vivo de la profunda crisis de la Iglesia cat¨®lica vasca. Es tambi¨¦n un s¨ªntoma m¨¢s de la cerraz¨®n de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica. Empujando a las tinieblas exteriores al famoso te¨®logo, ya no se trata solo de un conflicto por el nombramiento de obispos al margen -incluso, en contra- de sacerdotes y fieles en cada di¨®cesis, sino de un grave problema de libertad de pensamiento. En Arregi, los prelados -esta vez, Munilla, estrella episcopal emergente- mandan un aviso a las congregaciones que acogen con generosidad a los te¨®logos libres. No hay espacio para la disidencia. Quien discrepa, paga. Arregi lo dice claro: deja los franciscanos para no perjudicar a sus superiores.
El fracaso de esta estrategia es estrepitoso, si pensaban los obispos que Arregi iba a desaparecer de los medios de comunicaci¨®n. El ex franciscano cambia de trinchera, no de batalla. Lo deja claro en la hermosa carta de despedida de la orden de san Francisco de As¨ªs, otro hombre libre. Arregi cuelga el h¨¢bito marr¨®n, pero sigue siendo sacerdote. No callar¨¢. Tampoco le faltar¨¢n los foros donde expresarse. Al contrario, su voz sonar¨¢ con m¨¢s fuerza. Ya ocurri¨® en 1992 cuando otro franciscano famoso, el brasile?o Leonardo Boff, respondi¨® a sus inquisidores con la canci¨®n de Atahualpa Yupanqui: "La voz no la necesito. S¨¦ cantar hasta con el silencio". Como ahora, a Boff le impusieron un a?o de silencio -a Arregi, nueve meses, el tiempo de un embarazo-, que la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, con el actual Papa a la cabeza, aprovech¨® para asfixiarlo hasta la ruptura. Cuando se extendi¨® al laicado, la voz de Boff se hizo m¨¢s universal.
En el caso de Arregi, el castigo era el exilio a alg¨²n lugar de Am¨¦rica, y tambi¨¦n callado. No quiso aceptar. Ha decidido salir a los caminos, junto a las iglesias de base, y mezclarse con el pueblo. De momento, ser¨¢ un sacerdote vago, es decir, no adscrito a di¨®cesis alguna. Pero buscar¨¢ a alg¨²n prelado que lo acoja en su seno eclesial. Hay precedentes sonoros. Lo hizo el m¨ªtico obispo Pere Casald¨¢liga en su di¨®cesis brasile?a con los te¨®logos claretianos represaliados hace una d¨¦cada -Benjam¨ªn Forcano, Evaristo Villar...-. Tambi¨¦n el gran Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªez-Alegr¨ªa encontr¨® cobijo en Segovia de la mano del obispo Antonio Palenzuela cuando los jesuitas se vieron forzados a expulsarlo de Roma. De c¨®mo habita la libertad en la Iglesia cat¨®lica espa?ola actual es una muestra el hecho de que, muy probablemente, no hay ahora ning¨²n obispo capaz de acoger entre sus sacerdotes diocesanos al te¨®logo Arregi. Se ver¨¢.
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