Borr¨®n y cuenta nueva
Los an¨¢lisis a mitad de campeonato son un campo minado. La historia deportiva est¨¢ llena de ejemplos de que lo ocurrido en la primera parte de la competici¨®n no tuvo nada que ver con lo que se vio posteriormente. Equipos que deslumbran de entrada y terminan diluy¨¦ndose como un azucarillo y conjuntos por los que nadie da un euro y que terminan ocupando el lugar de los favoritos a media carrera. Son demasiados los casos y numerosos los deportes para no tenerlo en cuenta. Hablando de baloncesto y hablando de Espa?a, en el Mundial de 2002 deslumbr¨® en su grupo, gan¨® a los dos finalistas posteriores, Serbia y Argentina, y en el cruce de cuartos, ante la supuestamente asequible Alemania, nos volvimos a casa. Dos a?os despu¨¦s, en los Juegos Ol¨ªmpicos de Atenas, clav¨® actuaci¨®n y victorias frente a los finalistas para esta vez caer frente a Estados Unidos. En 2009 casi nos manda para casa Reino Unido el segundo d¨ªa, Serbia y Turqu¨ªa nos ganaron y terminamos campeones de Europa.
El sistema de competici¨®n que ¨²ltimamente impera (una liguilla en la que la mayor¨ªa de los ilustres no tiene especiales problemas para clasificarse y a partir de entonces inmisericordes cruces) introduce una variante m¨¢s que hace a¨²n m¨¢s peligroso aventurarse en el pron¨®stico. Hasta el momento de las eliminatorias, los equipos juegan con red. Nada es irremediable, todo lo contrario de lo que ocurrir¨¢ a partir de hoy en Estambul. Ya no solo se trata de jugar bien, sino de saber competir, que son dos cosas diferentes; y, si no, que se lo pregunten a la Italia futbol¨ªstica.
Espa?a no ha hecho una buena primera fase. Ni siquiera regular. La lista de problemas que no han tenido soluci¨®n hasta ahora es amplia y va desde la ciclotimia en el juego hasta un desequilibrio excesivo entre las prestaciones de los habituales y aquellos que no lo son tanto, los rebotes ofensivos, el ataque ante equipos m¨¢s atl¨¦ticos o ciertos jugadores, por diversas razones, bastante desenfocados. Pero hoy comienza otra historia, en la que todo lo hecho hasta ahora cobra ya una importancia relativa. Es m¨¢s, en el ¨²ltimo momento, Nueva Zelanda nos ha echado un cable que puede resultar impagable y, de golpe y porrazo, nos ha quitado a Estados Unidos del camino. Era lo que hab¨ªamos pedido a los Reyes. Lo que no hab¨ªamos logrado con triunfos nos lo ha regalado la competici¨®n.
Pero este favor quedar¨¢ en nada si no es corroborado con una mejora ostensible del juego, pues la dificultad de cualquier empresa depende menos de lo ajeno (no es manco, llam¨¢ndose Grecia o Serbia) que de lo propio. Una mayor constancia en el juego durante los 40 minutos, sin los lapsos de p¨¦rdida de concentraci¨®n que hemos sufrido hasta ahora; un paso adelante de algunos jugadores, aumentar la contundencia defensiva (ese dos contra dos de base o alero con p¨ªvot en los alrededores de la personal nos ha hecho mucho da?o), mejorar la eficacia reboteadora y una marcha m¨¢s en las transiciones, territorio en el que desde nuestro primer director, Ricky Rubio, hasta jugadores como Rudy, Sergio Llull, Navarro e incluso p¨ªvots como Fran V¨¢zquez se mueven muy a gusto, nos acercar¨ªa a niveles de juego m¨¢s en consonancia con nuestro valor te¨®rico. En definitiva, recuperar se?as de identidad que han aparecido con cuentagotas en esta primera semana.
La mejor noticia es que el discreto juego no ha tenido ninguna consecuencia grave. Al contrario, llegamos a Estambul en el lugar casi ideal del cuadro y con ning¨²n adversario que asuste en el camino, lo que tiene que ayudar a elevar el ¨¢nimo del equipo espa?ol, pasar p¨¢gina y olvidar r¨¢pidamente las penurias sufridas. ?Ser¨¢ verdad que este conjunto tiene un ¨¢ngel de la guarda que no descansa nunca? Entre esta posibilidad celestial y las ense?anzas de la historia, yo no sacar¨ªa excesivas conclusiones premonitorias. Lo que est¨¢ claro es que comienza otro Mundial, que nos exige hacer borr¨®n y cuenta nueva. Est¨¢ en el talento de nuestros jugadores. Solo hace falta que aparezca y hoy mismo Grecia nos va a obligar a que lo haga ya.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
