Mi ciudad y la mezquita
Estados Unidos no deber¨ªa intentar exportar al mundo su actual obsesi¨®n por las religiones. El verdadero esc¨¢ndalo en Nueva York es que, casi una d¨¦cada despu¨¦s del 11-S, la 'zona cero' sigue siendo una escombrera
Primero intentamos salvar y mejorar el mundo con la guerra de Irak, ahora estamos intentando exportar al mundo musulm¨¢n otra abstracci¨®n: nuestra tolerancia y superior libertad religiosa al acoger la construcci¨®n de una mezquita a menos de dos manzanas de la zona cero. Toda pol¨ªtica es local, como suele decirse, y, yo a?adir¨ªa, la libertad tambi¨¦n tiende a ser local.
Fue horrible ver c¨®mo de la noche a la ma?ana se transformaba el cementerio de las Torres Gemelas en una Torre de Babel, cuando piquetes de activistas for¨¢neos llegaron a la ciudad enfurecidos. Mi ciudad fue invadida por extremistas pol¨ªticos nacionales, la misma multitud de teapartistas (mucha de la gente que insiste en que Obama no es un norteamericano y que es musulm¨¢n) que, a finales de agosto, en n¨²mero todav¨ªa mayor, abarrot¨® el Lincoln Memorial de Washington. Obviamente, sin ser ilegal s¨ª que fue de mal gusto que Glenn Beck, el l¨ªder del grupo, escogiera el lugar y el aniversario del hist¨®rico discurso de Martin Luther King "Yo tengo un sue?o" para ese acto.
Provengo de una familia jud¨ªa laica y ning¨²n l¨ªder religioso representa mi pensamiento
El alcalde Bloomberg, un millonario camale¨®nico, ha fracasado en rehacer la 'zona cero'
La mayor parte de los neoyorquinos consideran que la construcci¨®n de una mezquita tan cerca de la zona cero es algo de mal gusto y falta de sensibilidad, y preferir¨ªan que se trasladase unas cuantas manzanas (tenemos entre 100 y 200 mezquitas en la ciudad). Sin embargo, muchos liberales o moderados se muestran intensamente ofendidos ante la idea de semejante acuerdo. ?Pero desde cu¨¢ndo un acuerdo es indicativo de mala fe? Irlanda prosper¨® cuando cat¨®licos y protestantes alcanzaron un acuerdo. ?Ojal¨¢ que los israel¨ªes y los palestinos llegaran a un acuerdo!
Tanto el alcalde Bloomberg como el im¨¢n del proyecto, Feisal Abdul, han seguido inflexibles, rechazando debatir alternativas, y han tenido cierto apoyo interreligioso (sacerdotes, rabinos, etc¨¦tera). Pero lo interreligioso puede resultar tambi¨¦n un tanto sensiblero. Libertad de religi¨®n tambi¨¦n significa liberarse de la religi¨®n. Provengo de una minor¨ªa creciente -una familia jud¨ªa laica que no cre¨ªa en la religi¨®n organizada- y no me parece que los l¨ªderes religiosos -ninguno de ellos- representen mi pensamiento. Bloomberg (el octavo hombre m¨¢s rico de Estados Unidos) es un camale¨®n pol¨ªtico, su pr¨®xima ambici¨®n es la de comprar una presidencia, no sabemos a¨²n con qu¨¦ candidatura. Cambi¨® de dem¨®crata a republicano para conseguir ser alcalde; y para poder ser elegido por tercera vez modific¨® el l¨ªmite de mandatos de dos a tres, marcando de este modo a la ciudad con un mal precedente. Piensa en t¨¦rminos inmobiliarios y acaba de dar su aprobaci¨®n a otra extra?a operaci¨®n: la construcci¨®n de un feo rascacielos que tapar¨¢ la ic¨®nica e hist¨®rica silueta del Empire State Building.
El verdadero esc¨¢ndalo es que casi una d¨¦cada despu¨¦s del 11-S la zona cero sigue siendo una vasta escombrera. A pesar de su extraordinario poder en el mundo de los negocios, Bloomberg ha fracasado estrepitosamente en liderar la reconstrucci¨®n de las Torres Gemelas. Si hubiera contribuido a crear una nueva y adecuada utilizaci¨®n de ese espacio y un monumento conmemorativo, tendr¨ªamos ante nuestra mirada un muy diferente Lower Manhattan y mantendr¨ªamos un di¨¢logo muy distinto acerca de la construcci¨®n de una mezquita. En lugar de la imagen de un ¨¢rea bombardeada, donde el hedor de la muerte persistiera durante a?os, y donde cada neoyorquino conociera a alguien que pereci¨® all¨ª, podr¨ªamos haber tenido la oportunidad de levantar el ¨¢nimo mediante una arquitectura que nos impresionara y nos estimulara. En ese contexto, una nueva mezquita simplemente formar¨ªa parte del nuevo paisaje. Tal como est¨¢n las cosas, la mezquita ser¨¢ m¨¢s alta que la zona cero.
Experto en desviar el tema del fracaso de su liderazgo respecto a la zona cero, Bloomberg recurre a contarnos que sus padres padecieron el antisemitismo cuando compraron una vivienda en un suburbio de Boston, insinuando as¨ª que los que estamos preocupados por la ubicaci¨®n de la nueva mezquita somos autom¨¢ticamente racistas. Entretanto, siguiendo el modelo de la versi¨®n de la historia que mantiene Bloomberg, el im¨¢n Feisal Abdul circula por Oriente Pr¨®ximo bajo los auspicios de nuestro Departamento de Estado y, en vez de admitir que cometi¨® un error al elegir la ubicaci¨®n, dice en los peri¨®dicos isl¨¢micos que solo se opone a la mezquita un escaso n¨²mero de gente y que el caso es similar a la pasada historia de racismo contra, por ejemplo, los irlandeses y los jud¨ªos.
El aut¨¦ntico racismo en este pa¨ªs es el que ha habido contra los negros, los indios americanos y, durante la II Guerra Mundial, los japoneses. Seguramente la familia del alcalde Bloomberg siempre hubiera podido encontrar un domicilio en Nueva York, que tiene la mayor poblaci¨®n jud¨ªa del mundo, y los irlandeses, empezando por la Tammany Society, siempre han dominado la pol¨ªtica de Nueva York. Recuerden que estamos hablando de Nueva York, una de las ciudades m¨¢s tolerantes del mundo, que siempre ha tenido su propia poblaci¨®n de musulmanes y sus mezquitas, y que esta es la ciudad que los terroristas escogieron para su destrucci¨®n.
Es una arrogancia pensar, como hace nuestro alcalde y algunos de nuestros pol¨ªticos, que por medio de Feisal Abdul volveremos a enviar un eficaz mensaje sobre nuestra bondad al mundo musulm¨¢n. Habitualmente nuestros emisarios, ya sea en Irak como en Afganist¨¢n, han sido un desastre. (?Qui¨¦n se supone que recibe nuestro noble mensaje? ?Estamos seguros de que los pa¨ªses musulmanes quieren al im¨¢n Feisal Abdul como mensajero? ?Y a qu¨¦ musulmanes y de qu¨¦ pa¨ªses estamos intentando impresionar?). La sociedad musulmana no admira autom¨¢ticamente nuestras ideas sobre la libertad religiosa; la laica Europa podr¨ªa interpretar esas acciones nuestras como indicativas de nuestro excesivo ¨¦nfasis en la religi¨®n. Los inmigrantes no necesitan de los abstractos mensajes de nuestros pol¨ªticos. Este pa¨ªs es una ¨®ptima opci¨®n para un inmigrante simplemente porque somos una sociedad fluida: los inmigrantes (al menos hasta la recesi¨®n) pueden ganarse bien la vida y vestir, comer y hacer lo que les guste.
Los norteamericanos tendr¨ªamos una visi¨®n mucho m¨¢s clara, un mejor sentido de qui¨¦n es qui¨¦n y qu¨¦ es qu¨¦, si recobr¨¢ramos el anticuado h¨¢bito de pensar en el mundo en t¨¦rminos de pa¨ªses y solo secundariamente en t¨¦rminos de creencias religiosas. A este respecto, el fallo de Bush al presionar a los saud¨ªes, ricos en petr¨®leo, para que controlaran sus madrasas wahhab¨ªes, donde la violencia se ense?a como educaci¨®n y se exporta a otros pa¨ªses ¨¢rabes, ha puesto las cosas innecesariamente dif¨ªciles a los musulmanes moderados.
El proyecto de la mezquita y del centro cultural ha sido err¨®neamente descrito "como el 92nd Street Y". Pero el Y (inicial de Young Men's Hebrew Association) de la calle 92 fue creado en tiempos m¨¢s laicos. A finales del siglo XIX el fil¨¢ntropo jud¨ªo alem¨¢n Jacob Schiff don¨® una parte considerable de su fortuna para su creaci¨®n. Hay iglesias y sinagogas en Manhattan que tambi¨¦n sirven de centros culturales, pero el 92Y no es una de ellas. No tiene sinagoga; su inter¨¦s por lo jud¨ªo se centra en lo hist¨®rico, lo art¨ªstico y lo cultural. Cuando siendo yo ni?a mi madre, que era una entusiasta de la danza moderna, me arrastraba al auditorio Kaufmann de ese centro, yo, aburrida de la severidad de Martha Graham y de la m¨²sica atonal, contemplaba el techo que estaba ribeteado por nombres: Dante, Isa¨ªas, Mois¨¦s, Shakespeare, Beethoven, Lincoln, Goethe, Washington, Jefferson... al menos esos son los que yo recuerdo. Durante la II Guerra Mundial borraron a Arist¨®teles para dejar sitio a Albert Einstein, a quien el 92Y hab¨ªa elegido como el exiliado europeo m¨¢s distinguido (por desgracia, en los 40 ninguna mujer emblem¨¢tica hab¨ªa ascendido a¨²n al techo). El 92Y fue el regalo cultural, no religioso, de Schiff a Nueva York. Muchos escritores y poetas de renombre, de T. S. Eliot a James Joyce, de Bellow a Sontag, incluso Javier Mar¨ªas en la primavera pasada, han pasado por ¨¦l. Un real y din¨¢mico intercambio entre pa¨ªses y culturas, como siempre lo ser¨¢ la mezcla de comercio, cultura e intelecto, con los ingredientes a?adidos de la moderna tecnolog¨ªa audiovisual. Y dentro de ese marco, pero no en lugar de ¨¦l, la religi¨®n desempe?ar¨¢ su papel.
Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
Barbara Probst Solomon es periodista y escritora estadounidense.
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