La crisis aniquila 30 millones de empleos
La recesi¨®n global ha llegado a su fin, pero la crisis laboral a¨²n durar¨¢ a?os - El FMI y la OIT convocan una conferencia internacional sobre desempleo
Dice Borges de uno de sus personajes que "vivi¨®, como todos los hombres, tiempos dif¨ªciles". Estos, desde luego, lo son; tal vez m¨¢s que otros. La Gran Recesi¨®n -a todas luces la peor crisis desde la Gran Depresi¨®n del siglo pasado- se ha llevado por delante 30 millones de empleos en tres a?os; 30 millones de personas saben de primera mano qu¨¦ significan esas dificultades. A pesar de todo, hace ya unos meses que la econom¨ªa ha dejado de caer. T¨¦cnicamente, la recesi¨®n ha terminado. Y hasta aqu¨ª las buenas noticias. Porque para los trabajadores, la crisis sigue vigente: la cicatriz del desempleo seguir¨¢ agrand¨¢ndose durante a?os.
"Siete a?os". Al otro lado del tel¨¦fono, Carmen Reinhart, una de las economistas de referencia en esta crisis, se atreve a cuantificar la duraci¨®n de ese largo invierno del descontento laboral. A la luz de crisis anteriores, Reinhart explica que la econom¨ªa se enfrenta a un crecimiento an¨¦mico durante una larga temporada. "Y el empleo tiende a recuperarse m¨¢s tarde: en econom¨ªas como las de Espa?a y EE UU, que suman 10 de esos 30 millones de empleos perdidos en tres a?os porque combinan diversas variedades de la crisis (inmobiliaria, financiera y econ¨®mica), el empleo no volver¨¢ a los niveles de 2007 hasta 2017".
EE UU y Espa?a suman 10 de los 30 millones de empleos perdidos en tres a?os
"Oslo debe contribuir a rebajar los plazos de recuperaci¨®n en el mercado laboral"
La tercera oleada de la crisis es la del desempleo, tras el hurac¨¢n financiero inicial que deriv¨® en tormenta econ¨®mica. El mercado laboral tarda m¨¢s en mejorar porque hay que purgar los excesos de los ¨²ltimos a?os. Los consumidores cargan con enormes deudas y no se animan a comprar; las empresas no se atreven a invertir, a crear empleo. Y los bancos han cerrado el grifo del cr¨¦dito: eso ahoga tambi¨¦n iniciativas empresariales en Madrid, en Detroit y en Osaka; en todas partes excepto en Brasil, India, China, en los grandes pa¨ªses emergentes.
Las cosas no pintan bien. El FMI , la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) y el Gobierno de Noruega organizan ma?ana una conferencia en Oslo para discutir la manera de hacer frente a la amenaza de esa lenta recuperaci¨®n combinada con una todav¨ªa m¨¢s lenta reactivaci¨®n del empleo. "Un Bretton Woods del paro con la visi¨®n ortodoxa del FMI y la m¨¢s heterodoxa de la OIT", describe Juan Jos¨¦ Dolado, de la Universidad Carlos III, en alusi¨®n a la reuni¨®n que sirvi¨® para dise?ar el sistema monetario internacional despu¨¦s de la II Guerra Mundial.
No hay una genuina recuperaci¨®n econ¨®mica en EE UU ni en Europa. Las monta?as de deuda p¨²blica acumuladas sirvieron para que la recesi¨®n no se convirtiera en depresi¨®n y sobre todo para salvar a la banca. Pero ese gasto p¨²blico empieza a frenarse. "Esta es claramente una crisis de demanda: el consumo privado sigue d¨¦bil y el consumo p¨²blico empieza a decaer por la retirada de est¨ªmulos. Y mientras no haya demanda p¨²blica o privada las empresas no van a invertir y el desempleo seguir¨¢ creciendo", augura Costas Lapavitsas, del think tank RMF. Lapavitsas explica que hay gigantescos desequilibrios en la econom¨ªa mundial que hacen a¨²n m¨¢s dif¨ªcil que el puzle del empleo encaje. "Alemania lleva a?os con una pol¨ªtica de salarios bajos que le ha permitido acumular super¨¢vits comerciales; ahora, en lugar de elevar los sueldos e impulsar su demanda interna, se pone al frente de los fundamentalistas de la austeridad, condenando a los pa¨ªses de la periferia a un ajuste doloroso. Es imprescindible poner en marcha pol¨ªticas que eleven la tasa de ahorro en los pa¨ªses que lo necesitan e incentiven el consumo en Alemania y China, y es indispensable que todo eso se haga con cambios en las pol¨ªticas sociales y limitaciones en los mercados. Y me temo que nada de eso est¨¢ ocurriendo", dice Lapavitsas.
El G-20 ha fracasado en la coordinaci¨®n de pol¨ªticas econ¨®micas, a pesar de toda la fanfarria inicial. "Y en el caso espec¨ªfico del mercado laboral, pese a los buenos prop¨®sitos de este tipo de cumbres, los problemas son muy diferentes en cada pa¨ªs y va a ser dif¨ªcil dar recetas generales que sean ¨²tiles", sostiene Santos Ruesga, de la Aut¨®noma de Madrid.
Una vez m¨¢s, el dilema sobre austeridad o est¨ªmulos. El ¨²ltimo G-20 apost¨® claramente por la austeridad, y el FMI le ha venido dando la raz¨®n. Pero la postura del Fondo en Oslo ser¨¢ mucho m¨¢s matizada. "La pol¨ªtica fiscal no ha alcanzado sus l¨ªmites", declaraba el pasado viernes el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard. "Lo necesario en los pa¨ªses desarrollados es una consolidaci¨®n fiscal cre¨ªble a medio plazo; no una soga fiscal a d¨ªa de hoy. Si los est¨ªmulos activan la econom¨ªa van a generar ingresos p¨²blicos y el impacto sobre el d¨¦ficit ser¨¢ bajo. Eso, desde luego, es mucho mejor que no hacer nada", a?ad¨ªa.
No hay discusi¨®n sobre la necesidad de seguir dando a los bancos barra libre de liquidez. Tampoco ha habido debate para imponer una r¨¢pida reducci¨®n del d¨¦ficit en Europa. "En cambio, nadie se pone metas cre¨ªbles en t¨¦rminos de empleo. Seamos realistas: el pesimismo que llevan impl¨ªcitos esos siete a?os para recuperar el empleo a niveles anteriores a la crisis es la previsi¨®n m¨¢s realista. La prioridad en Oslo es rebajar esos plazos, que son intolerables", afirma Philippe Egger, de la OIT.
Eduardo Galeano da cuenta en su ¨²ltimo libro de una pintada en una calle de Buenos Aires: "Nos mean y los diarios dicen que llueve". En la Complutense de Madrid hab¨ªa otra impactante hace unos meses: "Fin del trabajo asalariado". Ni el FMI ni la OIT ni los Gobiernos que acuden a Oslo descartan algaradas sociales si el paro no amaina. Las huelgas han empezado: Francia, Grecia, Reino Unido, dentro de unas semanas llegar¨¢n a Espa?a, incluso en China ha habido paros. Eso s¨ª, en el gigante asi¨¢tico un proveedor de Apple acaba de anunciar que contratar¨¢ a 400.000 personas. No todo van a ser malas noticias. Ni siquiera en tiempos tan dif¨ªciles, tan borgianos como estos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.