Murakami colorea el palacio de Versalles
El japon¨¦s ha dejado fuera algunas de sus obras 'manga' m¨¢s pol¨¦micas
Hace dos a?os, Jeff Koons abri¨® la veda con sus perros rosas y su langosta gigante colgada del techo del sal¨®n de Marte, entre los decorados de Charles Lebrun. Ahora es el japon¨¦s Takashi Murakami quien invade con sus budas y otros monigotes de inspiraci¨®n manga los dominios de Versalles. Y de nuevo, la mezcla deja a pocos indiferentes. La muestra se inaugura oficialmente ma?ana, aunque las estatuas ya est¨¢n instaladas para sorpresa de los miles de visitantes que acuden a diario al Palacio que alberg¨® a Mar¨ªa Antonieta o Luis XIV, el Rey Sol. "No entiendo c¨®mo se les ocurre poner esto aqu¨ª en medio. ?No ven que lo estropea todo?", se lamenta una joven francesa a su chico, que asiente con la cabeza, seg¨²n entran en el sal¨®n de H¨¦rcules. En pleno centro de esta sala de baile, del siglo XVII, una gran estatua colorida de fibra de vidrio de Murakami eclipsa la pintura de Paolo Caliari, el Veron¨¦s, en el muro del fondo. Otros sonr¨ªen sorprendidos por el contraste de estilo y sacan fotos a medida que se van topando con alguna de las 22 figuras, la mitad de ellas in¨¦ditas, expuestas a lo largo del recorrido por el palacio.
Un grupo recoge m¨¢s de 4.000 firmas en Internet contra la exposici¨®n
Curioso es, en efecto, ver a un peque?o le¨®n dorado y sonriente presidir la sala del trono, o la estatua de m¨¢rmol de Luis XIV del sal¨®n de Venus flanqueada por Kaikai y Kiki, dos mu?ecos blancos y rosas con orejas de conejo y de oso subidos sobre un pedestal de flores sonrientes cada uno. La misma base, una enorme bola colorida de grandes margaritas, se funde con las l¨¢mparas de ara?a de la Galer¨ªa de los Espejos. Aunque la obra m¨¢s imponente es sin duda el gigante buda dorado de m¨¢s de cinco metros de alto, plantado en la entrada de los jardines.
Pese a que la iniciativa es para algunos un sacrilegio, y a la iron¨ªa que se desprende de algunos de los montajes, el artista ha hecho una concesi¨®n al dejar fuera de la muestra sus obras m¨¢s pol¨¦micas. La m¨¢s provocadora de las expuestas en Versalles es la exuberante Miss Ko2, una rubia con pecho imponente y minifalda que deja al descubierto unas piernas interminables, figura de una cadena de comida r¨¢pida en Jap¨®n.
"Es la exposici¨®n m¨¢s compleja que he realizado", reconoci¨® el artista japon¨¦s durante la presentaci¨®n. "No solamente por el lugar hist¨®rico en el que se enmarca, sino tambi¨¦n por su contexto pol¨ªtico". Al igual que ocurri¨® con la del estadounidense Koons, la exposici¨®n ha levantado ampollas entre los sectores m¨¢s clacisistas. Un grupo denominado Versailles mon amour ha recogido ya m¨¢s de 4.000 firmas en Internet en contra del proyecto. Ma?ana hay convocada una manifestaci¨®n frente al Palacio. "Es bueno que una exposici¨®n suscita debate", se?al¨® el ex ministro de Cultura y director del Museo y los Dominios de Versalles, Jean-Jacques Aillagon. "Me gusta el debate y la diversidad de opiniones".
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