Los republicanos bloquear¨¢n los planes de Obama
El programa incluye revocar la ley sanitaria y congelar el gasto p¨²blico
Respondiendo a la presi¨®n extremista del Tea Party, el Partido Republicano presenta esta semana un programa radical de gobierno, de cara a las elecciones legislativas de noviembre, que incluye la revocaci¨®n o paralizaci¨®n de la reforma sanitaria y la congelaci¨®n en el Congreso de todos los gastos para cualquier otro proyecto de Barack Obama. En otras palabras, un programa para anular al presidente, al que le espera un dif¨ªcil futuro en Washington.
Esta iniciativa, que ser¨¢ presentada ma?ana, est¨¢ inspirada en el Contrato con Am¨¦rica, elaborado por Newt Gingrich en 1994 y que sirvi¨® para devolver el Congreso a manos republicanas. Con un paso similar, la oposici¨®n pretende ahora convencer al electorado de que su promesa de cambiar dr¨¢sticamente el rumbo de la pol¨ªtica merece plena credibilidad.
Con esta maniobra, la oposici¨®n quiere recuperar el control de las C¨¢maras
"No les vamos a dar ni un solo c¨¦ntimo del dinero p¨²blico, ni un c¨¦ntimo", ha anticipado el l¨ªder de la minor¨ªa republicana en la C¨¢mara de Representantes, John Boehner, el hombre que ocupar¨ªa la presidencia del Congreso a partir de noviembre, en sustituci¨®n de Nancy Pelosi, en el caso de una victoria de la oposici¨®n en noviembre.
El programa republicano incluye la congelaci¨®n de todos los impuestos por un periodo inicial de dos a?os y la extensi¨®n, incluso para los sueldos millonarios, de las ventajas fiscales aprobadas por George Bush y que vencen el pr¨®ximo 1 de enero. Se a?ade el compromiso de no aprobar en el futuro nuevos impuestos por simple mayor¨ªa parlamentaria.
En el cap¨ªtulo de gastos, el prop¨®sito es el de impedir que el Gobierno gaste en cualquier otra cosa que no sean las Fuerzas Armadas y la seguridad nacional. No se van a aprobar, por supuesto, las partidas necesarias para cumplir el plan de infraestructuras anunciado por Obama como instrumento para combatir el desempleo. No se van a conceder recursos para ninguna otra promesa del presidente, incluida la de reducir impuestos a la clase media y los peque?os empresarios, a menos que se admitan tambi¨¦n -Obama se niega- descuentos para los ingresos superiores a los 250.000 d¨®lares anuales.
El blanco principal de la contraofensiva republicana es, no obstante, la reforma sanitaria. El objetivo m¨¢ximo del programa es el de su plena revocaci¨®n, pero eso no ser¨¢ f¨¢cil porque los republicanos no van a contar, muy probablemente, con los dos tercios que se requiere para hacerlo sin que el presidente pueda vetarlo.
A falta de eso, se anuncia una serie de medidas destinadas a impedir la aplicaci¨®n y el desarrollo de la nueva ley sanitaria: bloqueo del dinero para la extensi¨®n de la ayuda a los pobres (Medicaid), obst¨¢culos para la eliminaci¨®n de algunas limitaciones en la asistencia a los pensionistas (Medicare) y congelaci¨®n del dinero que se requiere para aplicar algunas de las instancias fundamentales de la ley, como es la obligatoriedad de que todos los norteamericanos tengan un seguro de salud.
Con este programa se puede dar por descontado un periodo de grave par¨¢lisis pol¨ªtica en Washington. Incluso aunque las encuestas se equivoquen y los dem¨®cratas no pierdan el control de ambas C¨¢maras, la tarea de legislar ser¨¢ tit¨¢nica. La C¨¢mara de Representantes funciona con la regla de la mayor¨ªa simple, en el Senado se requieren 60 esca?os para evitar el obstruccionismo de la oposici¨®n y el presidente puede vetar todos los proyectos que no vengan amparados por los dos tercios. As¨ª pues, cada partido tiene armas para obstaculizar al otro y, como consecuencia, podemos estar cerca del final de esta presidencia, al menos en cuanto a resultados concretos se refiere.
Eso no significa necesariamente el final de Obama. La situaci¨®n actual no dista mucho de la de 1994. Entonces, tras la victoria del Contrato con Am¨¦rica, los republicanos apretaron al Gobierno hasta el punto de provocar el cierre f¨ªsico de las oficinas p¨²blicas por falta de presupuesto. Ese fue, sin embargo, el punto en el que Bill Clinton recuper¨® la iniciativa pol¨ªtica hasta conseguir una c¨®moda reelecci¨®n.
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