Maradona como met¨¢fora argentina
?Hay alguna relaci¨®n entre el futbolista y el peronismo? S¨ª, cuando se eligen entrenadores, presidentes o sistemas de caracter¨ªsticas populistas, autoritarias y con pocos pies sobre la tierra, el resultado es el fracaso
Se dice con frecuencia que la soluci¨®n a los problemas de la ?frica subsahariana es la educaci¨®n; que los recursos naturales abundan y si solo se pudiera proporcionar un buen nivel educativo a la gente el continente despegar¨ªa. No necesariamente. Miren el caso de Argentina. Todos los recursos naturales que quieran, una baj¨ªsima densidad de poblaci¨®n y, a lo largo de la mayor parte del siglo XX, ¨ªndices escolares que no han tenido nada que envidiar a Europa occidental. Pero hoy, en un pa¨ªs que hace 100 a?os era uno de los 10 m¨¢s ricos del mundo, la tercera parte de los reci¨¦n nacidos est¨¢n condenados a crecer en la pobreza, si es que logran crecer. Ocho ni?os menores de cinco a?os mueren al d¨ªa debido a la desnutrici¨®n en un pa¨ªs que deber¨ªa ser, como hace tiempo fue, el granero del mundo. Semejante aberraci¨®n florece en un contexto pol¨ªtico en el que a lo largo de m¨¢s de medio siglo juntas militares han alternado el poder con Gobiernos populistas, corruptos o incompetentes. El actual Gobierno peronista de la presidenta Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner (como el anterior, de su marido N¨¦stor Kirchner) es m¨¢s af¨ªn al de Hugo Ch¨¢vez en Venezuela o al de Daniel Ortega en Nicaragua que a los Gobiernos pragm¨¢ticos y serios de Brasil, Chile o el vecino Uruguay donde, por cierto, hoy se consume m¨¢s carne per c¨¢pita que en Argentina. ?D¨®nde ha quedado la famosa Justicia Social proclamada hasta el cansancio por el peronismo que ha gobernado la mayor parte del per¨ªodo democr¨¢tico instaurado en 1983? ?Cu¨¢l es el problema?
El punto de partida es la negaci¨®n de la realidad. Este es el terreno en el que opera Maradona
El problema es Diego Maradona. O, para ser m¨¢s precisos, lo encarna, como s¨ªmbolo, Maradona, el "Diez", "el Dios Argentino", el ¨ªdolo nacional por goleada. La idolatr¨ªa a los l¨ªderes redentores, el culto a la viveza y (su hermano gemelo) el desprecio por la ¨¦tica del trabajo, el narcisismo, la fe en las soluciones m¨¢gicas, el impulso a exculparse achacando los males a otros, el fantochismo son caracter¨ªsticas que no definen a todos los argentinos, pero que Maradona representa en caricatura payasesca y que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, aquella misma incapaz de perder la fe en el peronismo, aplaude no con risas sino con perversa seriedad. El punto de partida es la negaci¨®n de la realidad. Este es el terreno en el que opera Maradona y en el que su legi¨®n de devotos se adentra -como por ejemplo los 20.000 que fueron al aeropuerto de Ezeiza para darle las gracias tras la desastrosa actuaci¨®n en el Mundial de Sud¨¢frica- para adorarle.
Esos mismos que disfrutaban como locos con las grotescas actitudes y dichos del ¨ªdolo -"?que la chupen!"- fueron en manada a vitorearlo al llegar a Buenos Aires despu¨¦s de la goleada de 4-0 que Alemania le propin¨®, expulsando a su selecci¨®n del Mundial. Presos de la nostalgia, no olvidan nunca que "?L" hizo el famoso gol con la "mano de Dios"; o sea que su mano y la mano de Dios son la misma mano. "EL" es uno con "DIOS". La manada entonces, mientras grita para adentro, "?Si estamos unidos a Dios Maradona compartiremos toda su gloria!", grita para afuera: Maradooooooona, Maradooooooona. Y no olvidemos el dicho nacional, al mismo tiempo jocoso y lleno de convicci¨®n, "?Dios es argentino!".
Diego Maradona fue un monumental jugador de f¨²tbol. Pero la fama justificada no da t¨ªtulos, ni derechos, ni conocimientos para opinar con absoluta certeza acerca de casi todo y al mismo tiempo desautorizar a todo aquel que no est¨¦ de acuerdo con sus ideas. En Argentina, mientras avergonzaba a algunos, hac¨ªa gritar de entusiasmo a muchos m¨¢s. Cre¨ªan, orgullosos, que unidos al " ¨ªdolo" todo el mundo "se la chupaba". En realidad el que se ha chupado todo, desde alcohol hasta coca¨ªna, ha sido Maradona. Nadie lo acusa ni lo maltrata por su triste enfermedad. Solo se trata de se?alar su soberbia desconsiderada, de car¨¢cter profundamente narcisista, base de sus penosas afecciones del alma, met¨¢fora de la patolog¨ªa cr¨®nica de un pa¨ªs.
Hace 15 d¨ªas Maradona dio su primera entrevista desde la debacle de Sud¨¢frica. El ex director t¨¦cnico de la selecci¨®n argentina, al que se le oy¨® diciendo minutos antes de aquel partido que su equipo iba a dar una lecci¨®n de f¨²tbol a los alemanes, no ofreci¨® ni an¨¢lisis, ni explicaci¨®n por la derrota, salvo decir que el portero alem¨¢n estuvo "muy seguro" y despu¨¦s del 2-0 "nos vinimos abajo". Con un poco de suerte (la magia de la suerte lo abandon¨®, ?el otro Dios estaba en su contra?) el partido se hubiera ganado. Culpa por el desastre no acept¨® ninguna.
En cuanto a la victoria argentina 4-1 el mes pasado contra el campe¨®n del mundo, Espa?a, bajo el mando de un nuevo seleccionador, confes¨® que prefiri¨® no ver el partido. Claro. Porque ver aquel partido hubiera significado chocarse con la realidad y arriesgar salir del autoenga?o enfermizo que le permiti¨® afirmar en la misma entrevista que -avalado por el ex presidente N¨¦stor Kirchner, que en una reuni¨®n la semana pasada le "felicit¨®" por el Mundial- ¨¦l segu¨ªa siendo el candidato id¨®neo para dirigir la selecci¨®n. "Dar¨ªa la vida", dijo, "dar¨ªa un brazo" por recuperar el puesto.
El fracaso de Maradona en el Mundial fue el espejo del fracaso de Argentina como pa¨ªs. Por un lado, una falta de rigor y humildad en la planificaci¨®n; por otro, un derroche de los recursos disponibles. Talento sobraba, salvo que por amiguismo, ceguera, populismo patriotero o sencilla idiotez Maradona decidi¨® no convocar a la mitad de los mejores; no solo no explot¨® los recursos que ten¨ªa, no los quiso ni ver. El nuevo seleccionador, Sergio Batista, puso en el campo contra Espa?a a cuatro jugadores b¨¢sicos que Maradona ni siquiera hab¨ªa convocado para Sud¨¢frica y lo que se vio fue un equipo s¨®lido que hubiera sabido competir contra Alemania, como contra cualquiera en el Mundial. Es decir, el sentido com¨²n existe en Argentina; solo que demasiadas veces, obliterado por la luz maradoniana, brilla por su ausencia.
En el sistema maradoniano solamente brilla la ilusi¨®n. Dentro de este sistema de pensamiento las cosas terminan no teniendo ni pies ni cabeza. Resultado: fracaso en la vida y arrastrando en el fracaso, en este caso, a la selecci¨®n argentina, pero tambi¨¦n se puede arrastrar a toda una naci¨®n. Recorriendo la historia del siglo XX sabemos la potencia destructiva de la ilusi¨®n cuando no es contrabalanceada por la realidad terrenal, nunca tan agradable ella como los espejismos de la ficci¨®n.
Cuando llevados por la fantas¨ªa se eligen directores t¨¦cnicos o presidentes o sistemas de caracter¨ªsticas populistas, autoritarios y antidemocr¨¢ticos, con pocos pies sobre la tierra, el resultado inevitable es el fracaso. Un director t¨¦cnico que no tiene ni ha tenido capacidad para manejar su vida, que adem¨¢s no es director t¨¦cnico (por preparaci¨®n) y por lo tanto al titularse as¨ª toma las caracter¨ªsticas de un impostor, tuvo como resultado el descalabro de la selecci¨®n argentina. Puede ocurrir nuevamente algo similar con la Argentina misma si los directores t¨¦cnicos, l¨¦ase la pareja que lleva siete a?os en el poder, siguen el camino compulsivamente repetitivo de la tergiversaci¨®n permanente de la realidad. El endiosamiento de seres ?dolos-Dioses a los que no se debe criticar, como a Per¨®n, Evita, Maradona, Cristina Fern¨¢ndez o N¨¦stor Kirchner, intocables seres sin errores, lleva al fracaso reiterativo y doloroso que arrastra a millones de argentinos al sufrimiento. El granero del mundo se va convirtiendo en un pa¨ªs lleno adem¨¢s de granos de p¨²stulas creadas por el sistema: fracaso, pobreza, desnutrici¨®n, inseguridad, criminalidad, destrucci¨®n de las instituciones, ataque permanente a la prensa opositora, ataque a la ley, destrucci¨®n de la educaci¨®n (eso tambi¨¦n) y llegamos entonces a que la fantas¨ªa de ser un pueblo "protegido" por los Dioses cae en una triste y rid¨ªcula realidad.
Las sociedades propensas a alimentar estas ilusiones, caen en la seducci¨®n hipn¨®tica de l¨ªderes de estas caracter¨ªsticas. Son sociedades cerradas, como dice Karl Popper, con un fuerte car¨¢cter autoritario, convicciones inamovibles y preponderancia al pensamiento m¨¢gico. En estos casos el horizonte de expectativas est¨¢ absolutamente distorsionado por las ilusiones y las consecuencias se traducen en un sinn¨²mero de fracasos compulsivamente repetitivos. Dec¨ªa Albert Einstein que la locura era repetir lo mismo una y otra vez, esperando diferentes resultados. Eso es lo que propone Maradona al reafirmar su derecho a dirigir la selecci¨®n de f¨²tbol. Al apoyar su estramb¨®tica candidatura, los Kirchner, eso s¨ª, est¨¢n siendo consecuentes. Ellos tambi¨¦n piden, pese al fracaso mundialista de su gesti¨®n, como el de los reg¨ªmenes peronistas que los precedieron, que se prolongue su dinast¨ªa en las elecciones generales del a?o que viene. Es probable que lo consigan. Ser¨ªa la victoria del pensamiento m¨¢gico maradoniano, sobre el que el sol de la bandera argentina nunca se pone.
John Carlin, periodista, vivi¨® 10 a?os en Argentina; Carlos Pierini trabaja como m¨¦dico psicoanalista en Buenos Aires.
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