G¨¦rmenes
La verdadera carrera de armamentos est¨¢ a punto de comenzar en el ciberespacio
Hasta ahora, exist¨ªa una conexi¨®n evidente entre dos actividades humanas tan aparentemente alejadas la una de la otra como la agricultura y la inform¨¢tica: la incertidumbre. Encender un ordenador y sembrar una cosecha no son actividades tan distintas como pareciera: el agricultor nunca sabe si habr¨¢ sequ¨ªa, llover¨¢ a destiempo o helar¨¢. Pero el usuario inform¨¢tico tampoco las tiene todas consigo ya que los ordenadores se cuelgan o ralentizan sin motivo aparente. Por eso, sembrar una cosecha conlleva los mismos interrogantes sobre el futuro que encender el Windows e ir a la m¨¢quina de caf¨¦: nunca sabes lo que habr¨¢ ocurrido cuando vuelvas.
Iron¨ªas aparte, la segunda conexi¨®n que est¨¢ apareciendo entre la agricultura y la inform¨¢tica no tiene que ver con riesgos e incertidumbres sino directamente con graves amenazas. Agricultura e inform¨¢tica tienen en com¨²n el haber aumentado de forma incre¨ªble nuestra productividad, pero tambi¨¦n el haber incrementado de forma exponencial nuestra dependencia vital respecto a una ¨²nica actividad cuya complejidad muy f¨¢cilmente puede desbordarse. Y cuando esa actividad se colapsa o fracasa, toda la sociedad cae detr¨¢s.
Apostar por la agricultura tuvo importantes consecuencias no intencionadas. La primera, abrir paso a sociedades sumamente estratificadas y con enormes diferencias sociales. Pero m¨¢s all¨¢ de lo social, las consecuencias biol¨®gicas fueron tambi¨¦n importantes. Por un lado, la concentraci¨®n de poblaci¨®n asociada a las actividades agr¨ªcolas y ganaderas gener¨® toda una serie de enfermedades con efectos devastadores (recu¨¦rdese el papel de la viruela en la conquista de Am¨¦rica o la epidemia de gripe que mat¨® a 21 millones de personas a principios del siglo pasado). Por otro, oblig¨® a las sociedades a depender de un ¨²nico producto para garantizar su supervivencia. Cuando ese cultivo fracas¨®, como en el caso de la epidemia de la patata en Irlanda, millones de personas fueron empujadas a la emigraci¨®n.
Apostar por la inform¨¢tica tambi¨¦n est¨¢ demostrando tener consecuencias no-intencionadas. Cuando el mundo hab¨ªa pasado ya por el momento de abolir las armas biol¨®gicas, las nuevas armas inform¨¢ticas est¨¢n abriendo una peligrosa senda. Cuando hace unos a?os, la serie 24 horas plante¨® una de sus temporadas en torno a un comando yihadista que mediante un virus inform¨¢tico se hac¨ªa con el control de los reactores nucleares de Estados Unidos provocando, al menos en uno, la fusi¨®n del n¨²cleo, muchos telespectadores se sonrieron. Pero, al parecer, el gui¨®n de la serie inspir¨® a algunos Gobiernos u organizaciones. El resultado ya est¨¢ aqu¨ª y se llama Stuxnet: un virus especificadamente dise?ado para penetrar el software de la empresa Siemens que maneja las v¨¢lvulas y sistemas con los que cuentan, entre otros, el programa nuclear iran¨ª. Al parecer, el objeto de este ciberataque eran las instalaciones del Gobierno iran¨ª en Natanz, donde est¨¢n las centrifugadoras de uranio que tanto preocupan a la comunidad internacional. ?Se trata de un intento de Israel u otros de penetrar el sistema para conocer el estado del programa nuclear iran¨ª? ?De un intento de colocar un virus durmiente para poder utilizarlo a posteriori? Lo desconocemos. Pero lo que s¨ª que sabemos es que hay un antes y un despu¨¦s de Stuxnet.
La evidencia de que un virus introducido en un simple l¨¢piz USB puede tener un efecto mucho m¨¢s devastador que una bomba de 500 kilos dirigida por l¨¢ser obliga a todos a pensar muy seriamente sobre el futuro. Es parad¨®jico que mientras pa¨ªses como el Reino Unido deciden si mantener uno o dos portaviones y una flota de submarinos nucleares, la verdadera carrera de armamentos est¨¦ a punto de comenzar en el ciberespacio. Estonia y Georgia ya sufrieron ciberataques en 2007 y 2008, respectivamente, con Rusia como sospechosa de estar en el origen. Lo mismo experiment¨® recientemente Google en China, con un ataque que se pudo trazar hasta algunos centros de investigaci¨®n cercanos al Ministerio de Defensa chino. Hasta ahora, muchos Gobiernos miraban con cierto escepticismo este tema pero Estados Unidos acaba de crear un cibercomando e Israel dispone de la Unidad 8200, espec¨ªficamente dedicada a la guerra cibern¨¦tica.
Penetrar inform¨¢ticamente la red el¨¦ctrica de un pa¨ªs y, literalmente, desenchufarlo, ya no es ciencia-ficci¨®n. Tampoco, para una organizaci¨®n terrorista, abrir las compuertas de una presa o interrumpir el tr¨¢fico a¨¦reo de un pa¨ªs. Si estas capacidades son ciertas, su potencial destructivo es tan tremendo que pronto tendremos que comenzar a pensar en un tratado de prohibici¨®n de armas inform¨¢ticas y, paralelamente, en c¨®mo luchar contra el ciberterrorismo (de Estado o al servicio de grupos terroristas). ?Es la inform¨¢tica una garant¨ªa de nuestra forma de vida o una amenaza potencial que debemos tomarnos muy en serio?
jitorreblanca@ecfr.eu
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